NO ME PREGUNTES NUNCA DEL PASADO
No me preguntes nunca del pasado
y si robé del mismo tu sonrisa,
dejemos el pasado en ese tiempo
donde perdimos ambos nuestras vidas.
Quizás la juventud causó un problema,
quizás fue la pasión y tanta prisa,
pero el pasado es algo ya enterrado
aunque del mismo lleguen mil caricias.
Son los recuerdos gratos que no han muerto,
los que reviven, llegan y palpitan,
los que me traen el eco y tus palabras
con tu fragancia y piel que fueron mías.
Pero dejemos quieto ese pasado,
las aguas turbulentas no se agitan,
por más que rebusquemos los tesoros
palpando entre los lodos y la arcilla.
La vida se compone de estaciones,
con trenes de pasaje y mercancías,
a ellos nos subimos locamente
corriendo con premura las cortinas.
Y vamos a ese viaje sin retorno
con fé con ilusión y valentía,
nos vamos y vivimos el presente
borrachos y embriagados de lascivia.
La eterna juventud no se detiene,
parece que se vive muy deprisa,
no vemos los vagones que nos llevan,
los trenes con su luz y algarabía.
Cruzamos por la vida en un momento
y marchan nuestros pasos por la vía,
los pasos paralelos del principio
un día tomarán vías distintas.
Entonces no preguntes del pasado,
dejemos que florezcan margaritas
en medio de los campos y caminos
sintiendo la caricia de la brisa.
Un día llegaremos a la meta
y entonces trazaremos una cita,
allí, donde no existan los recuerdos,
y estemos con las almas más tranquilas.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/10
y si robé del mismo tu sonrisa,
dejemos el pasado en ese tiempo
donde perdimos ambos nuestras vidas.
Quizás la juventud causó un problema,
quizás fue la pasión y tanta prisa,
pero el pasado es algo ya enterrado
aunque del mismo lleguen mil caricias.
Son los recuerdos gratos que no han muerto,
los que reviven, llegan y palpitan,
los que me traen el eco y tus palabras
con tu fragancia y piel que fueron mías.
Pero dejemos quieto ese pasado,
las aguas turbulentas no se agitan,
por más que rebusquemos los tesoros
palpando entre los lodos y la arcilla.
La vida se compone de estaciones,
con trenes de pasaje y mercancías,
a ellos nos subimos locamente
corriendo con premura las cortinas.
Y vamos a ese viaje sin retorno
con fé con ilusión y valentía,
nos vamos y vivimos el presente
borrachos y embriagados de lascivia.
La eterna juventud no se detiene,
parece que se vive muy deprisa,
no vemos los vagones que nos llevan,
los trenes con su luz y algarabía.
Cruzamos por la vida en un momento
y marchan nuestros pasos por la vía,
los pasos paralelos del principio
un día tomarán vías distintas.
Entonces no preguntes del pasado,
dejemos que florezcan margaritas
en medio de los campos y caminos
sintiendo la caricia de la brisa.
Un día llegaremos a la meta
y entonces trazaremos una cita,
allí, donde no existan los recuerdos,
y estemos con las almas más tranquilas.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/10
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