QUIZÁS VENÍA EL PECHO PALPITANTE

Quizás venía el pecho palpitante
para ofrecerte pronto mi sonrisa,
con ese gesto tierno y tan galante
desprovisto del tiempo y de la prisa.

Quizás llegó de tierra muy distante
con ese soplo dulce de la brisa,
para dejar un beso, en un instante,
y despejar la duda tan precisa.

Pero quizás amor, no era el momento,
no era el instante justo y el preciso,
para ponerte a ti en un compromiso.

Quizás debí dejar solo el lamento,
ese tic-tac del pecho y su gemido
para morir con él y su latido.

Rafael Sánchez Ortega ©
31/01/10

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