RECORDABA TU CARA
Recordaba tu cara
tu mirada y figura,
de otro tiempo lejano
que quedó en la penumbra.
Hoy la niebla se aparta
y te veo segura,
nos decimos dos frases
con palabras confusas.
Hay respeto y silencio
y hasta existen mil dudas,
¿no será que tu imagen
a mi alma confunda?.
Pero no, ¡estoy seguro!,
eres tú aquella musa,
aquel sueño sin nombre
que viví con locura.
Tú venías a veces
con la falda y la blusa,
una cesta de compra
a mirar las facturas.
Te veía tan dulce
con tu voz tan difusa,
sin saber que tu estela
se dormía en las dunas.
Un hechizo sublime
me dejaba la bruma,
un suspiro del aire
y el latir de la luna.
Hoy te he visto de nuevo,
con las canas sin culpa,
una frente serena,
y los ojos que acunan.
Y hasta he dicho aquel nombre,
que escribí con mi pluma,
tantas veces y días,
derramando hermosura.
Pues quedaste muy dentro,
encerrada en la funda,
del poeta que sueña
con mirada difusa.
En mi pecho dormiste,
derramando ternura,
dulce niña del alma,
sin hacerme preguntas.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/10
tu mirada y figura,
de otro tiempo lejano
que quedó en la penumbra.
Hoy la niebla se aparta
y te veo segura,
nos decimos dos frases
con palabras confusas.
Hay respeto y silencio
y hasta existen mil dudas,
¿no será que tu imagen
a mi alma confunda?.
Pero no, ¡estoy seguro!,
eres tú aquella musa,
aquel sueño sin nombre
que viví con locura.
Tú venías a veces
con la falda y la blusa,
una cesta de compra
a mirar las facturas.
Te veía tan dulce
con tu voz tan difusa,
sin saber que tu estela
se dormía en las dunas.
Un hechizo sublime
me dejaba la bruma,
un suspiro del aire
y el latir de la luna.
Hoy te he visto de nuevo,
con las canas sin culpa,
una frente serena,
y los ojos que acunan.
Y hasta he dicho aquel nombre,
que escribí con mi pluma,
tantas veces y días,
derramando hermosura.
Pues quedaste muy dentro,
encerrada en la funda,
del poeta que sueña
con mirada difusa.
En mi pecho dormiste,
derramando ternura,
dulce niña del alma,
sin hacerme preguntas.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/10
AQUEL DÍA...
Aquel día pararon los tranvías
y esbozaron un sueño en la cochera...
¡Tenían tantas ganas de descanso
que sus ojos cerraron tras las puertas!
Se olvidaron de hombres y de niños,
de mujeres, mercados y de iglesias,
se olvidaron de asfaltos y calzadas,
de paradas billetes y carteras.
Más también detuvieron los vapores
su paseo detrás de las mareas,
y quedaron silentes y atracados
a los muelles que cuidan las sirenas.
Unas notas se alzan por sus palos,
y recorren muy lentas la cubierta,
se estremecen las tablas tan curtidas
al sentir esa brisa siempre fresca.
Los camiones con paso trotamundo
se durmieron al borde de la acera,
y quedó recortada su figura
por la bruma y la luna que los llega.
El sonido apagado de los diesel,
esa tos que produce carraspera,
se redujo a silencio solamente,
sin el porte, la carga y la maleta.
Aquel día pararon los relojes
su tic-tac armonioso y sin reservas,
y quedaron pendientes las campanas
anunciando la misa y la novena.
Las devotas dejaron de ir a misa
pues no oyeron la hora de la iglesia,
y el vicario quizás muy sorprendido
se quedó pensativo ante la puerta.
Hasta el agua detuvo su camino
y la fuente tan linda quedó seca,
se durmieron sus gotas con la helada
en un lecho de rosas y camelias.
Descansaron cascadas y los ríos,
los estanques, embalses y compuertas,
con el agua dormida entre cristales
por el hielo y la nieve de la fiesta.
...Aquel día fue un día muy distinto,
fue el principio y el fin de una creencia,
y dormimos profundo en ese día,
descansando de sueños y poemas...
Rafael Sánchez Ortega ©
30/08/10
y esbozaron un sueño en la cochera...
¡Tenían tantas ganas de descanso
que sus ojos cerraron tras las puertas!
Se olvidaron de hombres y de niños,
de mujeres, mercados y de iglesias,
se olvidaron de asfaltos y calzadas,
de paradas billetes y carteras.
Más también detuvieron los vapores
su paseo detrás de las mareas,
y quedaron silentes y atracados
a los muelles que cuidan las sirenas.
Unas notas se alzan por sus palos,
y recorren muy lentas la cubierta,
se estremecen las tablas tan curtidas
al sentir esa brisa siempre fresca.
Los camiones con paso trotamundo
se durmieron al borde de la acera,
y quedó recortada su figura
por la bruma y la luna que los llega.
El sonido apagado de los diesel,
esa tos que produce carraspera,
se redujo a silencio solamente,
sin el porte, la carga y la maleta.
Aquel día pararon los relojes
su tic-tac armonioso y sin reservas,
y quedaron pendientes las campanas
anunciando la misa y la novena.
Las devotas dejaron de ir a misa
pues no oyeron la hora de la iglesia,
y el vicario quizás muy sorprendido
se quedó pensativo ante la puerta.
Hasta el agua detuvo su camino
y la fuente tan linda quedó seca,
se durmieron sus gotas con la helada
en un lecho de rosas y camelias.
Descansaron cascadas y los ríos,
los estanques, embalses y compuertas,
con el agua dormida entre cristales
por el hielo y la nieve de la fiesta.
...Aquel día fue un día muy distinto,
fue el principio y el fin de una creencia,
y dormimos profundo en ese día,
descansando de sueños y poemas...
Rafael Sánchez Ortega ©
30/08/10
BAJO LA LUZ DE LA LUNA...
Bajo la luz de la luna
caminamos por la playa,
nos bañamos en sus olas
y jugamos hasta el alba.
Tú tenías quince años,
unos ojos de gitana,
y aquel cuerpo y tu figura
seducían mi mirada.
Yo tenía casi veinte
y libraba mil batallas,
persiguiendo las princesas
de los cuentos y las hadas.
Pero un día que leía
tú saliste tras las páginas,
fue una cara tan preciosa
y unos labios que me hablaban.
Me dijiste buenos días,
preguntaste por la plaza,
y siguiendo tu maleta
te guié hasta la morada.
Pues buscabas una fonda
más allá de la cabaña,
un lugar que te acogiera
con su techo y una cama.
Tú tenías vacaciones,
me dijiste confiada,
y querías divertirte
y pasar unas semanas.
Pero algo te detuvo
retrasando así la marcha,
fueron cosas y detalles
que llegaban a tu alma.
Nos hicimos pronto amigos,
compartiendo muchas charlas,
muchos ratos y momentos
en verbenas y jaranas.
Aún recuerdo aquella noche
bajo el manto de la estatua,
nuestras manos se buscaron
y los labios se besaban.
Sucedió como en los cuentos
con promesas siempre vagas,
compartiendo los suspiros,
y la música cercana.
Tú tenías quince años,
yo unos más que te sacaba,
y empezamos unos sueños
sin pensar en el mañana.
Fueron días muy felices
que recuerdo con nostalgia,
tú rompías el silencio
con el habla y con tu gracia.
Yo reía con tu risa
y en tus ojos comulgaba,
y sentía en mis latidos
el placer de tanta calma.
Pero un día la noticia
me llegó como una daga,
tú tenías que marcharte,
regresar a Salamanca.
Y mis sueños se rompieron
y cayeron unas lágrimas,
en el suelo se mezclaron
con el barro y con las algas.
Y así fue como partiste
de mi lado hacia tu casa,
yo quedé con una herida,
tú partiste hacia la nada.
Desde entonces nada supe
de tu vida y tus azañas,
sólo el eco del recuerdo
me devuelve tus palabras.
"...Bajo la luz de la luna,
las sirenas con sus arpas,
recordaban que en las olas
dos amantes se bañaban..."
Dos amantes, dos suspiros,
con dos rosas perfumadas,
y aquel tiempo del pasado
de unos niños y su infancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/08/10
caminamos por la playa,
nos bañamos en sus olas
y jugamos hasta el alba.
Tú tenías quince años,
unos ojos de gitana,
y aquel cuerpo y tu figura
seducían mi mirada.
Yo tenía casi veinte
y libraba mil batallas,
persiguiendo las princesas
de los cuentos y las hadas.
Pero un día que leía
tú saliste tras las páginas,
fue una cara tan preciosa
y unos labios que me hablaban.
Me dijiste buenos días,
preguntaste por la plaza,
y siguiendo tu maleta
te guié hasta la morada.
Pues buscabas una fonda
más allá de la cabaña,
un lugar que te acogiera
con su techo y una cama.
Tú tenías vacaciones,
me dijiste confiada,
y querías divertirte
y pasar unas semanas.
Pero algo te detuvo
retrasando así la marcha,
fueron cosas y detalles
que llegaban a tu alma.
Nos hicimos pronto amigos,
compartiendo muchas charlas,
muchos ratos y momentos
en verbenas y jaranas.
Aún recuerdo aquella noche
bajo el manto de la estatua,
nuestras manos se buscaron
y los labios se besaban.
Sucedió como en los cuentos
con promesas siempre vagas,
compartiendo los suspiros,
y la música cercana.
Tú tenías quince años,
yo unos más que te sacaba,
y empezamos unos sueños
sin pensar en el mañana.
Fueron días muy felices
que recuerdo con nostalgia,
tú rompías el silencio
con el habla y con tu gracia.
Yo reía con tu risa
y en tus ojos comulgaba,
y sentía en mis latidos
el placer de tanta calma.
Pero un día la noticia
me llegó como una daga,
tú tenías que marcharte,
regresar a Salamanca.
Y mis sueños se rompieron
y cayeron unas lágrimas,
en el suelo se mezclaron
con el barro y con las algas.
Y así fue como partiste
de mi lado hacia tu casa,
yo quedé con una herida,
tú partiste hacia la nada.
Desde entonces nada supe
de tu vida y tus azañas,
sólo el eco del recuerdo
me devuelve tus palabras.
"...Bajo la luz de la luna,
las sirenas con sus arpas,
recordaban que en las olas
dos amantes se bañaban..."
Dos amantes, dos suspiros,
con dos rosas perfumadas,
y aquel tiempo del pasado
de unos niños y su infancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/08/10
NO SÉ POR QUÉ RAZÓN VOLVÍ A ESCUCHARTE...
No sé por qué razón volví a escucharte,
volví a sentir tu voz en mis oídos,
y tuve que pararme.
No sé de dónde procedían tus palabras,
no era la llamada de un teléfono,
ni era un susurro de tus labios,
tampoco un mensaje con tu letra
en la cuartilla...
Pero allí estaba tu voz inconfundible,
esa voz alegre y cantarina con
su toque de nostalgia,
esa voz de primavera florecida
que alegraba la mañana,
esa voz que en el ocaso despedía con el eco
a la luz que se marchaba,
esa voz que estremecía los sentidos
con su encanto y con su infancia.
...Y detuve mi camino, intentando descifrar
lo que decían tus palabras.
Eran frases y retazos que alentaban
y dejaban esperanzas.
Me decías "que adelante,
que siguiera paso a paso caminando,
que llorara si es preciso sin parar y detenerme,
que dejara que mis lágrimas bajaran hasta el suelo
y con ellas esa rabia y la impotencia
por ser hombre simplemente,
que mirara hacia los cielos
y buscara entre las nubes esa mano que se asoma,
esa luz, que como un faro ilumina los caminos,
esa estrella con mi nombre que lo arrastra
al infinito".
No sabía qué decirte y tan sólo te escuchaba.
Te escuchaba en el silencio de la noche,
te escuchaba recitando aquel poema, tan sencillo,
que una tarde me leíste junto al faro,
te escuchaba en aquel rezo compartido
en la Capilla de la Virgen,
te escuchaba en aquel día jubiloso
en que ambos nos miramos y dijimos el "si quiero",
te escuchaba con tu voz que me envolvía y abrazaba...
Más de pronto tuve frío y me vi que estaba solo
en mi silencio,
con tu voz y tu recuerdo,
con la gracia y el encanto que surgían de tus labios,
con las frases y palabras que una a una me decías,
con el dulce recitar de tu mirada,
con la onda candorosa de tu pelo,
con tu embrujo y el perfume de tu cuerpo,
con el tierno escalofrío de tu alma,
con tu pecho tan ardiente y sus latidos,
con tus besos que llegaban de sorpresa,
con la mano que rozaba mis mejillas,
con tus dedos explorando mis sentidos...
...No sé por qué razón volví a escucharte,
pero estabas a mi lado en ese instante,
entre mis brazos y en mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/08/10
volví a sentir tu voz en mis oídos,
y tuve que pararme.
No sé de dónde procedían tus palabras,
no era la llamada de un teléfono,
ni era un susurro de tus labios,
tampoco un mensaje con tu letra
en la cuartilla...
Pero allí estaba tu voz inconfundible,
esa voz alegre y cantarina con
su toque de nostalgia,
esa voz de primavera florecida
que alegraba la mañana,
esa voz que en el ocaso despedía con el eco
a la luz que se marchaba,
esa voz que estremecía los sentidos
con su encanto y con su infancia.
...Y detuve mi camino, intentando descifrar
lo que decían tus palabras.
Eran frases y retazos que alentaban
y dejaban esperanzas.
Me decías "que adelante,
que siguiera paso a paso caminando,
que llorara si es preciso sin parar y detenerme,
que dejara que mis lágrimas bajaran hasta el suelo
y con ellas esa rabia y la impotencia
por ser hombre simplemente,
que mirara hacia los cielos
y buscara entre las nubes esa mano que se asoma,
esa luz, que como un faro ilumina los caminos,
esa estrella con mi nombre que lo arrastra
al infinito".
No sabía qué decirte y tan sólo te escuchaba.
Te escuchaba en el silencio de la noche,
te escuchaba recitando aquel poema, tan sencillo,
que una tarde me leíste junto al faro,
te escuchaba en aquel rezo compartido
en la Capilla de la Virgen,
te escuchaba en aquel día jubiloso
en que ambos nos miramos y dijimos el "si quiero",
te escuchaba con tu voz que me envolvía y abrazaba...
Más de pronto tuve frío y me vi que estaba solo
en mi silencio,
con tu voz y tu recuerdo,
con la gracia y el encanto que surgían de tus labios,
con las frases y palabras que una a una me decías,
con el dulce recitar de tu mirada,
con la onda candorosa de tu pelo,
con tu embrujo y el perfume de tu cuerpo,
con el tierno escalofrío de tu alma,
con tu pecho tan ardiente y sus latidos,
con tus besos que llegaban de sorpresa,
con la mano que rozaba mis mejillas,
con tus dedos explorando mis sentidos...
...No sé por qué razón volví a escucharte,
pero estabas a mi lado en ese instante,
entre mis brazos y en mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/08/10
TU VOZ SONABA FIRME EN LA DISTANCIA
Tu voz sonaba firme en la distancia
y hablaba de amistad y de cariño,
decías que luchara con constancia,
que viera el puerto ansiado como un niño.
Decías que olvidara la arrogancia,
incluso aquel cometa con su guiño,
que un día me encantó por su elegancia,
igual que tus colores del corpiño.
El eco de tu voz a mi llegaba,
con ánimos de lucha día a día
pidiendo que venciera la tormenta.
No pude responder lo que pensaba
y menos transmitirte mi alegría,
más sé que el alma al fin, quedó contenta.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/08/10
y hablaba de amistad y de cariño,
decías que luchara con constancia,
que viera el puerto ansiado como un niño.
Decías que olvidara la arrogancia,
incluso aquel cometa con su guiño,
que un día me encantó por su elegancia,
igual que tus colores del corpiño.
El eco de tu voz a mi llegaba,
con ánimos de lucha día a día
pidiendo que venciera la tormenta.
No pude responder lo que pensaba
y menos transmitirte mi alegría,
más sé que el alma al fin, quedó contenta.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/08/10
QUISE AVANZAR POR LOS MARES
Quise avanzar por los mares
en una barca sin remos
y me encontré con dos aguas
entre la mar y los cielos.
Fui navegante sin rumbo
por tantos mares eternos,
unos cercanos y verdes,
otros azules y lejos.
Allí aprendí a ser marino,
y hasta pescar sin saberlo,
de la cacea al palangre
y con la caña y el cebo.
Luego, curtida la cara,
por el nordeste tan fiero,
hizo de mi un hombre libre,
al zagalillo travieso.
Así pisé las tabernas
de las aldeas y puertos,
y me mezclé con las gentes,
sus chascarrillos grotescos.
Era la brisa del norte
quien despeinó mis cabellos,
era ese labio divino
el que me daba su beso.
Alguien me dijo una tarde
que se buscaban mancebos,
fuertes y bien aguerridos
para cruzár los océanos.
Y sin pensarlo siquiera
me decidí en un momento,
puse mi nombre en la lista
y me llamaron muy luego.
Pronto partimos de Cádiz,
iba el navío ligero,
con un zagal que cantaba
y suspirando su pecho.
...¿Y qué pasó en ese viaje?,
¿Hubo o no hubo regreso?,
¿casó con dama muy bella
y regresó con dinero?...
Cuatro preguntas en una,
y una respuesta de hielo,
porque termina el romance
y continúan los sueños.
¡Sueña que sueña el marino!,
sueña con mares violentos,
sueña con olas que llegan,
sueñan sus sueños viajeros.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/08/10
en una barca sin remos
y me encontré con dos aguas
entre la mar y los cielos.
Fui navegante sin rumbo
por tantos mares eternos,
unos cercanos y verdes,
otros azules y lejos.
Allí aprendí a ser marino,
y hasta pescar sin saberlo,
de la cacea al palangre
y con la caña y el cebo.
Luego, curtida la cara,
por el nordeste tan fiero,
hizo de mi un hombre libre,
al zagalillo travieso.
Así pisé las tabernas
de las aldeas y puertos,
y me mezclé con las gentes,
sus chascarrillos grotescos.
Era la brisa del norte
quien despeinó mis cabellos,
era ese labio divino
el que me daba su beso.
Alguien me dijo una tarde
que se buscaban mancebos,
fuertes y bien aguerridos
para cruzár los océanos.
Y sin pensarlo siquiera
me decidí en un momento,
puse mi nombre en la lista
y me llamaron muy luego.
Pronto partimos de Cádiz,
iba el navío ligero,
con un zagal que cantaba
y suspirando su pecho.
...¿Y qué pasó en ese viaje?,
¿Hubo o no hubo regreso?,
¿casó con dama muy bella
y regresó con dinero?...
Cuatro preguntas en una,
y una respuesta de hielo,
porque termina el romance
y continúan los sueños.
¡Sueña que sueña el marino!,
sueña con mares violentos,
sueña con olas que llegan,
sueñan sus sueños viajeros.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/08/10
NUNCA ES TARDE
Nunca es tarde si se tiene una esperanza,
si se escuchan en el cielo los saludos
de los astros,
si una luna parpadea y te ofrece su sonrisa,
si una playa y unas olas hoy te invitan a su baile,
si el salitre que te llega es perfume de las algas,
si la nieve en las montañas te da un beso y un abrazo,
si los ríos y los montes te susurran y te hablan...
Nunca es tarde para oir la sinfonía de los robles
en el bosque,
si es que llevas en el alma esa fibra tan sensible,
si te paras en la calle contemplando a los que pasan,
si disfrutas mientras ves a los pequeños con sus juegos
en el parque,
si te encoges y estremeces escuchando la plegaria
de aquel ciego suplicando que le compres los cupones
del sorteo,
si te acercas a los muelles a mirar como descansan
los veleros,
si caminas tras sus pasos escuchando tus latidos,
si suspiras cuando viene a tu recuerdo ese rostro
tan amado...
Nunca es tarde para amar cuando te aman,
si es que sientes esa sangre que discurre
acelerada por tus venas,
si la notas por tu cuerpo,
si te inflama,
si te eleva hacia los cielos,
si aceleras más tus pasos y hasta emprendes la carrera,
si renuncias a la caja de cigarros que fumabas en el día,
por tener tus labios frescos, esperando que los liben
y los besen...
Por lo tanto,
nunca es tarde, para nada, mientras haya poesía,
mientras sople con bravura el huracán del sudoeste,
mientras veas esa mano que te ofrecen
y la tomes con las tuyas,
mientras notes el calor de la mirada que se busca
en el espejo de tus ojos...
Nunca es tarde, para nada, amigo mío y tú lo sabes.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/08/10
si se escuchan en el cielo los saludos
de los astros,
si una luna parpadea y te ofrece su sonrisa,
si una playa y unas olas hoy te invitan a su baile,
si el salitre que te llega es perfume de las algas,
si la nieve en las montañas te da un beso y un abrazo,
si los ríos y los montes te susurran y te hablan...
Nunca es tarde para oir la sinfonía de los robles
en el bosque,
si es que llevas en el alma esa fibra tan sensible,
si te paras en la calle contemplando a los que pasan,
si disfrutas mientras ves a los pequeños con sus juegos
en el parque,
si te encoges y estremeces escuchando la plegaria
de aquel ciego suplicando que le compres los cupones
del sorteo,
si te acercas a los muelles a mirar como descansan
los veleros,
si caminas tras sus pasos escuchando tus latidos,
si suspiras cuando viene a tu recuerdo ese rostro
tan amado...
Nunca es tarde para amar cuando te aman,
si es que sientes esa sangre que discurre
acelerada por tus venas,
si la notas por tu cuerpo,
si te inflama,
si te eleva hacia los cielos,
si aceleras más tus pasos y hasta emprendes la carrera,
si renuncias a la caja de cigarros que fumabas en el día,
por tener tus labios frescos, esperando que los liben
y los besen...
Por lo tanto,
nunca es tarde, para nada, mientras haya poesía,
mientras sople con bravura el huracán del sudoeste,
mientras veas esa mano que te ofrecen
y la tomes con las tuyas,
mientras notes el calor de la mirada que se busca
en el espejo de tus ojos...
Nunca es tarde, para nada, amigo mío y tú lo sabes.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/08/10
SE HAN CALLADO, DE PRONTO, LAS ESTRELLAS
Se han callado, de pronto, las estrellas
y también en el campo las cigarras,
es la hora en que salen todas ellas
a escuchar lo que dicen las guitarras.
En la arena se observan unas huellas,
unos pasos rompiendo las amarras,
señalando pisadas de doncellas
que pasaron bravías y bizarras.
Las estrellas se encojen temblorosas,
mientras templan sus arcos y violines,
en la paz de los bosques y sus ramas.
Ellas mandan sus notas a las rosas,
unos besos que van a los jardines
a dormir en los labios de las damas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/08/10
y también en el campo las cigarras,
es la hora en que salen todas ellas
a escuchar lo que dicen las guitarras.
En la arena se observan unas huellas,
unos pasos rompiendo las amarras,
señalando pisadas de doncellas
que pasaron bravías y bizarras.
Las estrellas se encojen temblorosas,
mientras templan sus arcos y violines,
en la paz de los bosques y sus ramas.
Ellas mandan sus notas a las rosas,
unos besos que van a los jardines
a dormir en los labios de las damas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/08/10
PARECE QUE CUALQUIER ES UN POETA...
Parece que cualquiera es un poeta...
Escribe el campesino con su azada,
igual que aquel viajero en su maleta,
o el joven que hace versos a su amada.
...La torre, la campana, la veleta,
les dejan esa idea ilusionada,
al verso, como flecha de saeta,
que busca, letra a letra, una mirada.
Hay seres que fabrican con su tinta
los muros de un oscuro sentimiento,
que vuela con la brisa simplemente.
Y escriben los poetas chupatintas,
cambiando la sonrisa por lamento
en medio de un mensaje que te miente.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/10
Escribe el campesino con su azada,
igual que aquel viajero en su maleta,
o el joven que hace versos a su amada.
...La torre, la campana, la veleta,
les dejan esa idea ilusionada,
al verso, como flecha de saeta,
que busca, letra a letra, una mirada.
Hay seres que fabrican con su tinta
los muros de un oscuro sentimiento,
que vuela con la brisa simplemente.
Y escriben los poetas chupatintas,
cambiando la sonrisa por lamento
en medio de un mensaje que te miente.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/10
UNA NOCHE, QUE LLOVÍA...
Una noche, que llovía,
me pasaste tu retrato,
me lo diste en los portales
con un beso de tus labios.
Desde entonces bien lo cuido
y celoso ya lo guardo,
en las sedas de mi alma
entre rosas y entre nardos.
Va conmigo a todas partes,
me acaricia con agrado,
él me llena de alegría
cuando miro tu regalo.
Es tu alma que allí asoma
quien me mira de soslayo,
la que habla sin palabras
musitando este recado:
"Ve a por flores en la tarde
y recógelas del campo,
traeme bellas margaritas,
y con ellas unos nardos.
Luego bájate hasta el bosque,
busca el roble y el castaño,
al primero dale un beso
y al segundo un fuerte abrazo.
Marcha luego hasta la iglesia,
reza a Cristo en su Calvario,
y a la Virgen haz la entrega
de esas flores que has tomado"
Ese ha sido tu mensaje
que ahora cumplo sin desmayo,
mientras pienso en una noche
y aquel beso tan sagrado.
Unos labios muy ardientes
realizaron el milagro,
se acercaron a los míos
y a los mismos conquistaron.
Hoy palpitas en mi sangre,
vas en ella a todos lados,
vas conmigo, en mi pupila,
a la fiesta y al trabajo.
Y te duermes cuando duermo,
en un sueño reposado,
mientras buscas las estrellas
y a la luna con su encanto.
"...Una noche que llovía
un suspiro me has mandado,
era un beso simplemente
que salía de tus labios..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/10
me pasaste tu retrato,
me lo diste en los portales
con un beso de tus labios.
Desde entonces bien lo cuido
y celoso ya lo guardo,
en las sedas de mi alma
entre rosas y entre nardos.
Va conmigo a todas partes,
me acaricia con agrado,
él me llena de alegría
cuando miro tu regalo.
Es tu alma que allí asoma
quien me mira de soslayo,
la que habla sin palabras
musitando este recado:
"Ve a por flores en la tarde
y recógelas del campo,
traeme bellas margaritas,
y con ellas unos nardos.
Luego bájate hasta el bosque,
busca el roble y el castaño,
al primero dale un beso
y al segundo un fuerte abrazo.
Marcha luego hasta la iglesia,
reza a Cristo en su Calvario,
y a la Virgen haz la entrega
de esas flores que has tomado"
Ese ha sido tu mensaje
que ahora cumplo sin desmayo,
mientras pienso en una noche
y aquel beso tan sagrado.
Unos labios muy ardientes
realizaron el milagro,
se acercaron a los míos
y a los mismos conquistaron.
Hoy palpitas en mi sangre,
vas en ella a todos lados,
vas conmigo, en mi pupila,
a la fiesta y al trabajo.
Y te duermes cuando duermo,
en un sueño reposado,
mientras buscas las estrellas
y a la luna con su encanto.
"...Una noche que llovía
un suspiro me has mandado,
era un beso simplemente
que salía de tus labios..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/10
A VECES PIENSO QUE ESTOY DORMIDO...
A veces pienso que estoy dormido,
que estoy ausente, con mi latido,
que voy marchando pasito a paso
por los senderos, no haciendo caso.
Pero otras veces estoy despierto
y entonces veo que es todo cierto,
que estoy muy vivo y estoy presente
con mis sentidos y entre la gente.
Por eso sigo, marcho adelante,
busco la rosa con el diamante,
noto la brisa que llega fresca,
y ella me envuelve, folletinesca.
Hago recuento de las sonrisas,
que me llegaron tan indecisas,
pero eran tuyas, con esa bruma,
que de tus dedos saca la pluma.
Siento el aliento del mes de agosto,
que ya se marcha franco y angosto,
viene septiembre color de rosa
con esa fecha tan deliciosa.
Llega el otoño, sueltan las ramas,
las ojas secas, sin melodramas,
para eso nacen, para eso viven,
y que otras almas, bien se motiven.
Se va la tarde llega la noche
con ese sello, negro por broche,
con el salitre, con tu perfume,
del mar bravío que me consume.
La lluvia alegre, traza un guión,
viene y bautiza sin remisión,
moja la cara, del ser feliz
bajando al suelo en su desliz.
"...A veces pienso que quiero ser,
sólo ese hombre presto a nacer,
porque esta vida es caminar,
vivir sin pausa y en ella amar..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/10
que estoy ausente, con mi latido,
que voy marchando pasito a paso
por los senderos, no haciendo caso.
Pero otras veces estoy despierto
y entonces veo que es todo cierto,
que estoy muy vivo y estoy presente
con mis sentidos y entre la gente.
Por eso sigo, marcho adelante,
busco la rosa con el diamante,
noto la brisa que llega fresca,
y ella me envuelve, folletinesca.
Hago recuento de las sonrisas,
que me llegaron tan indecisas,
pero eran tuyas, con esa bruma,
que de tus dedos saca la pluma.
Siento el aliento del mes de agosto,
que ya se marcha franco y angosto,
viene septiembre color de rosa
con esa fecha tan deliciosa.
Llega el otoño, sueltan las ramas,
las ojas secas, sin melodramas,
para eso nacen, para eso viven,
y que otras almas, bien se motiven.
Se va la tarde llega la noche
con ese sello, negro por broche,
con el salitre, con tu perfume,
del mar bravío que me consume.
La lluvia alegre, traza un guión,
viene y bautiza sin remisión,
moja la cara, del ser feliz
bajando al suelo en su desliz.
"...A veces pienso que quiero ser,
sólo ese hombre presto a nacer,
porque esta vida es caminar,
vivir sin pausa y en ella amar..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/10
A VECES
A veces pienso que estoy ausente,
entre montañas, con bosque verde,
y con un lago de aguas calientes,
que el viento riza sus ondas breves.
A veces sueño con los juguetes
pues fui un niño, mal que me pese,
sueño despierto con los deberes,
con el pegaso y con los trenes.
A veces creo que soy creyente,
pues rezo mucho, salves y preces,
rezo a la Virgen, al Dios presente
y también rezo porque tú reces.
A veces canto, canto a la gente,
canto a los hombres y las mujeres,
canto a la vida, que llega y viene,
que va deprisa, que me enloquece.
A veces noto tus ojos verdes
que a mi me miran, buscan mi frente,
van a mis labios, libarme quieren,
pues entre ellos ven una fuente.
A veces quiero ser aguanieve,
ser ese manto que cubra alegre,
ser esa capa sin alfileres,
esa montaña alta y luciente.
A veces siento que algo se mueve,
y es que mi pecho hoy late fuerte,
late deprisa, marcha rebelde,
dice tu nombre, sueña con verte.
A veces hablo sin que contestes,
sin que suspire tu pecho ardiente,
ya no palpitan más los laureles
la brisa llega y es el nordeste.
...Pero son sueños todas las veces,
todo son sombras que se oscurecen;
la vida sigue, no se detiene,
y voy en ella, voy a mi suerte.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/08/10
entre montañas, con bosque verde,
y con un lago de aguas calientes,
que el viento riza sus ondas breves.
A veces sueño con los juguetes
pues fui un niño, mal que me pese,
sueño despierto con los deberes,
con el pegaso y con los trenes.
A veces creo que soy creyente,
pues rezo mucho, salves y preces,
rezo a la Virgen, al Dios presente
y también rezo porque tú reces.
A veces canto, canto a la gente,
canto a los hombres y las mujeres,
canto a la vida, que llega y viene,
que va deprisa, que me enloquece.
A veces noto tus ojos verdes
que a mi me miran, buscan mi frente,
van a mis labios, libarme quieren,
pues entre ellos ven una fuente.
A veces quiero ser aguanieve,
ser ese manto que cubra alegre,
ser esa capa sin alfileres,
esa montaña alta y luciente.
A veces siento que algo se mueve,
y es que mi pecho hoy late fuerte,
late deprisa, marcha rebelde,
dice tu nombre, sueña con verte.
A veces hablo sin que contestes,
sin que suspire tu pecho ardiente,
ya no palpitan más los laureles
la brisa llega y es el nordeste.
...Pero son sueños todas las veces,
todo son sombras que se oscurecen;
la vida sigue, no se detiene,
y voy en ella, voy a mi suerte.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/08/10
ESA VOZ TAN SAGRADA DE LOS RÍOS.
Esa voz tan sagrada de los ríos
nos dejaba un susurro en los remansos,
nos dejaba la paz y la esperanza
para el hombre que vive río abajo.
Me senté sobre un banco en la ribera
y quedé largo rato contemplando
a las aguas saltando entre las rocas
y a las truchas tranquilas a su paso.
Describir todo aquello es imposible,
es la imagen cautiva de un retrato,
es la alegre y eterna sinfonía
que los dioses dejaron en un cuadro.
Porque hablar de las flores y las plantas,
de los robles, acebos y castaños,
describir al helecho y la genciana
es tarea sutil para un bordado.
Y bordados quedaron los recuerdos,
detenidos relojes y entreactos,
y hasta el sol tras las nubes, tuvo miedo,
y no quiso sus rayos trasladarnos.
Más la voz cadenciosa de los ríos
me invitó a dormir en su regazo,
a dejar apoyada la cabeza
y a sentir la caricia de sus cantos.
Y así fue aquel susurro interminable,
una nota arrancada del piano,
esa nota divina de las aguas
con las rocas luchando palmo a palmo.
Me elevé de la tierra en un segundo
a volar con el vuelo de los pájaros,
y trepé con la ardilla por el roble
y nadé con la trucha en el regato.
El licor de la tierna fantasía
me embriagó al beberlo en ese espacio,
y quedé pensativo y en silencio
escuchando aquel canto tan sagrado.
"...Es la voz tan sagrada de los ríos,
los que buscan el mar y su descanso,
es la paz que palpita de las aguas,
y el rumor, y el susurro, tan dorado..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/08/10
nos dejaba un susurro en los remansos,
nos dejaba la paz y la esperanza
para el hombre que vive río abajo.
Me senté sobre un banco en la ribera
y quedé largo rato contemplando
a las aguas saltando entre las rocas
y a las truchas tranquilas a su paso.
Describir todo aquello es imposible,
es la imagen cautiva de un retrato,
es la alegre y eterna sinfonía
que los dioses dejaron en un cuadro.
Porque hablar de las flores y las plantas,
de los robles, acebos y castaños,
describir al helecho y la genciana
es tarea sutil para un bordado.
Y bordados quedaron los recuerdos,
detenidos relojes y entreactos,
y hasta el sol tras las nubes, tuvo miedo,
y no quiso sus rayos trasladarnos.
Más la voz cadenciosa de los ríos
me invitó a dormir en su regazo,
a dejar apoyada la cabeza
y a sentir la caricia de sus cantos.
Y así fue aquel susurro interminable,
una nota arrancada del piano,
esa nota divina de las aguas
con las rocas luchando palmo a palmo.
Me elevé de la tierra en un segundo
a volar con el vuelo de los pájaros,
y trepé con la ardilla por el roble
y nadé con la trucha en el regato.
El licor de la tierna fantasía
me embriagó al beberlo en ese espacio,
y quedé pensativo y en silencio
escuchando aquel canto tan sagrado.
"...Es la voz tan sagrada de los ríos,
los que buscan el mar y su descanso,
es la paz que palpita de las aguas,
y el rumor, y el susurro, tan dorado..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/08/10
HASTA MAÑANA, AMOR, HASTA MAÑANA...
"Hasta mañana, amor, hasta mañana",
-recuerdo que dijiste convencido-,
con tu voz tan bohemia, y puritana,
y aquel gesto de niño compungido.
Pero fue la certera cerbatana
que sonó como el eco de un latido;
un suspiro llegando a la ventana,
a otro pecho cansado y dolorido.
"Hasta mañana, amor", -eso dijeron,
tus pupilas cerradas por el sueño
a unos labios temblando dulcemente.
Por eso tus palabras transmitieron
el mensaje tranquilo de tu ceño
como el agua tan fresca de la fuente.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/10
-recuerdo que dijiste convencido-,
con tu voz tan bohemia, y puritana,
y aquel gesto de niño compungido.
Pero fue la certera cerbatana
que sonó como el eco de un latido;
un suspiro llegando a la ventana,
a otro pecho cansado y dolorido.
"Hasta mañana, amor", -eso dijeron,
tus pupilas cerradas por el sueño
a unos labios temblando dulcemente.
Por eso tus palabras transmitieron
el mensaje tranquilo de tu ceño
como el agua tan fresca de la fuente.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/10
CIUDADANO DE UN MUNDO SIN FRONTERAS
Ciudadano de un mundo sin fronteras,
caminando hacia Dios por esta vida,
sube y baja por sendas y laderas,
hasta dar con la esencia requerida.
Buscarás las perdidas cordilleras
y la nieve tan blanca recibida,
no hay allí estación ni carreteras,
sólo existe la fuente merecida.
Y la herida que lleva tu costado
limpiarás con el agua de la fuente,
prosiguiendo sin pausa tu camino.
Vas a Dios, peregrino atribulado,
vas a Él, con tu paso lentamente,
a vivir ese sueño tan divino.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/10
caminando hacia Dios por esta vida,
sube y baja por sendas y laderas,
hasta dar con la esencia requerida.
Buscarás las perdidas cordilleras
y la nieve tan blanca recibida,
no hay allí estación ni carreteras,
sólo existe la fuente merecida.
Y la herida que lleva tu costado
limpiarás con el agua de la fuente,
prosiguiendo sin pausa tu camino.
Vas a Dios, peregrino atribulado,
vas a Él, con tu paso lentamente,
a vivir ese sueño tan divino.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/10
PARECE QUE LLORAN, PARECE QUE CANTAN...
(Parece que lloran,
parece que cantan...)
Manuel Llano
***
Parece que lloran,
parece que cantan,
las aves nocturnas,
lechuzas y urracas.
Después de las doce
no sé lo que pasa,
las aves se duermen
las sombras avanzan.
Y quedan los nidos
de adorno en las ramas,
paredes oscuras
con hiedra muy alta.
Allí permanecen
quizás como estatuas,
la noche transcurre
sin prisas ni pausas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
las olas que vienen
y besan la playa.
Sus rizos divinos
se estiran y avanzan,
sortean las peñas
cubiertas de algas.
Hay olas que besan
despacio a las barcas,
hay olas que rugen,
que rompen y saltan.
Hay olas despiertas
que llegan y hablan,
hay olas dormidas
que sueñan con hadas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
la brisa y el aire
que rozan y abrazan.
Quizás con la brisa
se muevan las alas,
tiriten los labios
y digan palabras.
Quizás con el aire
se aviven las llamas,
se agiten los pechos
que sienten y aman.
La brisa y el aire
no lloran al alba,
ni cantan ni ríen,
ni piensan en nada.
Parece que lloran,
parece que cantan,
los niños que juegan
y miran el agua.
Quizás de sus juegos
se marche una lágrima,
la gota divina
del ojo escapada.
Quizás unos labios
le canten la nana,
le acunen con mino,
y duerma con ganas.
Así son los niños,
pequeñas retamas,
"parece que lloran,
parece que cantan".
Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/10
parece que cantan...)
Manuel Llano
***
Parece que lloran,
parece que cantan,
las aves nocturnas,
lechuzas y urracas.
Después de las doce
no sé lo que pasa,
las aves se duermen
las sombras avanzan.
Y quedan los nidos
de adorno en las ramas,
paredes oscuras
con hiedra muy alta.
Allí permanecen
quizás como estatuas,
la noche transcurre
sin prisas ni pausas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
las olas que vienen
y besan la playa.
Sus rizos divinos
se estiran y avanzan,
sortean las peñas
cubiertas de algas.
Hay olas que besan
despacio a las barcas,
hay olas que rugen,
que rompen y saltan.
Hay olas despiertas
que llegan y hablan,
hay olas dormidas
que sueñan con hadas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
la brisa y el aire
que rozan y abrazan.
Quizás con la brisa
se muevan las alas,
tiriten los labios
y digan palabras.
Quizás con el aire
se aviven las llamas,
se agiten los pechos
que sienten y aman.
La brisa y el aire
no lloran al alba,
ni cantan ni ríen,
ni piensan en nada.
Parece que lloran,
parece que cantan,
los niños que juegan
y miran el agua.
Quizás de sus juegos
se marche una lágrima,
la gota divina
del ojo escapada.
Quizás unos labios
le canten la nana,
le acunen con mino,
y duerma con ganas.
Así son los niños,
pequeñas retamas,
"parece que lloran,
parece que cantan".
Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/10
ES LA LÍNEA DIFUSA DEL PRESENTE
Es la línea difusa del presente
quien separa el pasado del futuro
es la marca invisible del momento
del instante que corre y que vivimos.
Porque amar y entender todas las cosas,
percibir y captar las sensaciones,
es igual a vivir el día a día,
y sentir la alegría de las almas.
El espacio y el tiempo no se pesan
ni se cuentan las olas de los mares,
no se rompen tampoco los encantos
ni se pierde el milagro de los dioses.
Ha llegado la hora del lamento
y te avisa paciente la campana,
es el día de ir hacia ese viaje,
desprovisto de ropa y de maleta.
Una raya separa los destinos,
y también a los seres y las almas,
pues las aves se quedan en el mundo
y los hombres al lado de los dioses.
Sentirán esa lacra del destierro,
esa cárcel sin puertas ni grilletes,
esa hoguera de fuego caldeado
donde cambien pecados por ceniza.
Y su frente por fín, será tatuada,
con la cruz del destino en la cuaresma,
una marca dejada por el polvo
que unos dedos dejaron muy deprisa.
Al final el presente es ya pasado,
y la línea difusa se evapora,
no se sabe muy bien cuando es de día
y si el faro y las sombras estan cerca.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/10
quien separa el pasado del futuro
es la marca invisible del momento
del instante que corre y que vivimos.
Porque amar y entender todas las cosas,
percibir y captar las sensaciones,
es igual a vivir el día a día,
y sentir la alegría de las almas.
El espacio y el tiempo no se pesan
ni se cuentan las olas de los mares,
no se rompen tampoco los encantos
ni se pierde el milagro de los dioses.
Ha llegado la hora del lamento
y te avisa paciente la campana,
es el día de ir hacia ese viaje,
desprovisto de ropa y de maleta.
Una raya separa los destinos,
y también a los seres y las almas,
pues las aves se quedan en el mundo
y los hombres al lado de los dioses.
Sentirán esa lacra del destierro,
esa cárcel sin puertas ni grilletes,
esa hoguera de fuego caldeado
donde cambien pecados por ceniza.
Y su frente por fín, será tatuada,
con la cruz del destino en la cuaresma,
una marca dejada por el polvo
que unos dedos dejaron muy deprisa.
Al final el presente es ya pasado,
y la línea difusa se evapora,
no se sabe muy bien cuando es de día
y si el faro y las sombras estan cerca.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/10
AMANECE DE NUEVO UNA ESPERANZA
Amanece de nuevo una esperanza
en el alba que nace con el día,
es un rayo de luz, con su alianza,
una nota que deja su alegría.
Hoy el cielo se cubre de bonanza
y el azul predomina por la ría,
una nube cabalga en lontananza
con un broche sutil de lencería.
He salido a la calle lentamente,
aspirando el salitre de los mares
y sintiendo la paz que me rodea.
Hay un beso que llega dulcemente
desde el cielo a mis labios singulares
mientras Dios es testigo y albacea.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/10
en el alba que nace con el día,
es un rayo de luz, con su alianza,
una nota que deja su alegría.
Hoy el cielo se cubre de bonanza
y el azul predomina por la ría,
una nube cabalga en lontananza
con un broche sutil de lencería.
He salido a la calle lentamente,
aspirando el salitre de los mares
y sintiendo la paz que me rodea.
Hay un beso que llega dulcemente
desde el cielo a mis labios singulares
mientras Dios es testigo y albacea.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/10
UNA RAMA SE MECE CON EL VIENTO
Una rama se mece con el viento,
unas hojas se mueven y descansan,
un suspiro de luz enternecido,
manda el sol en la tarde que se acaba.
Volverán con las sombras los lamentos
y también las canciones y las nanas,
a cubrir de ilusión y fantasía
este bosque encantado de las hadas.
Hoy los hombres se sienten como niños,
construyendo castillos en la playa,
paseando sin tiempo, en la ribera,
y escribiendo las letras de una carta.
Unas letras que surgen sin pensarlo
y que van componiendo las palabras,
como surgen las notas de la orquesta
que se esparcen preciosas por la estancia.
Hay un cuadro de fiesta y de ternura,
y una paz que se extiende por la plaza,
es un baile de sueños y de vida,
un suspiro que surge en lontananza.
Un poeta se queda pensativo
al sentir esta imagen su mirada,
contemplado el binomio que presentan
esas hojas y el hombre de la estampa.
Hay un hombre que expresa lo que siente
y que vé poesía en lo que pasa,
y la escribe, llevándola al cuaderno,
transmitiendo sus letras esta calma.
Hay pasión contenida en esos versos,
hay amor en las letras tan pausadas,
sentimientos que nacen día a día,
contemplando la vida y lo que manda.
Porque hay vida en el bosque de los robles
y también en los ríos y fontanas,
como hay vida en el fondo del barranco
y en la cima, sin par, de la montaña.
Expresarlo es virtud de los poetas,
y llevarlo a los hombres y sus almas,
a que lean sus versos uno a uno
y que sacien sus sueños y añoranzas.
"...Una rama se mece con el viento,
unas hojas de otoño ya doradas,
un latido que baja desde el alto,
hasta el hombre y poeta que lo aguarda..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/08/10
unas hojas se mueven y descansan,
un suspiro de luz enternecido,
manda el sol en la tarde que se acaba.
Volverán con las sombras los lamentos
y también las canciones y las nanas,
a cubrir de ilusión y fantasía
este bosque encantado de las hadas.
Hoy los hombres se sienten como niños,
construyendo castillos en la playa,
paseando sin tiempo, en la ribera,
y escribiendo las letras de una carta.
Unas letras que surgen sin pensarlo
y que van componiendo las palabras,
como surgen las notas de la orquesta
que se esparcen preciosas por la estancia.
Hay un cuadro de fiesta y de ternura,
y una paz que se extiende por la plaza,
es un baile de sueños y de vida,
un suspiro que surge en lontananza.
Un poeta se queda pensativo
al sentir esta imagen su mirada,
contemplado el binomio que presentan
esas hojas y el hombre de la estampa.
Hay un hombre que expresa lo que siente
y que vé poesía en lo que pasa,
y la escribe, llevándola al cuaderno,
transmitiendo sus letras esta calma.
Hay pasión contenida en esos versos,
hay amor en las letras tan pausadas,
sentimientos que nacen día a día,
contemplando la vida y lo que manda.
Porque hay vida en el bosque de los robles
y también en los ríos y fontanas,
como hay vida en el fondo del barranco
y en la cima, sin par, de la montaña.
Expresarlo es virtud de los poetas,
y llevarlo a los hombres y sus almas,
a que lean sus versos uno a uno
y que sacien sus sueños y añoranzas.
"...Una rama se mece con el viento,
unas hojas de otoño ya doradas,
un latido que baja desde el alto,
hasta el hombre y poeta que lo aguarda..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/08/10
UN DÍA DORMIRÉ YA PARA SIEMPRE
Un día dormiré ya para siempre
y sentiré el abrazo de la muerte,
entonces notaré la dulce brisa,
que llegue y que me roce la barbilla.
No quiero que las lágrimas resbalen
ni mojen las aceras de la calle,
tan solo quiero un pétalo de rosa,
un beso que me llegue de tu boca.
Entonces sentiré un escalofrío,
la chispa de saber que no estoy vivo,
y duermo en soledad en dulce lecho,
ajeno a los placeres y en silencio.
No importa que resuenen las campanas,
que lloren y que giman por mi alma,
ni importa los latidos que cesaron
del viejo corazón que se ha marchado.
Espero que hasta el fondo de la gruta
alcancen esos rayos de la luna,
alumbren los caminos y las sendas
que lleven a la paz de la pradera.
Quizás se pase lista de los nombres
y el mío esté perdido entre la noche,
guardado sin saber en un estuche
que espera ser astillas de la lumbre.
Entonces rodarán hasta mis ojos
las perlas de ese cielo tan vidrioso,
estrellas y cometas sin orgullo,
que llegan con su encanto y con su embrujo.
Quizás escriba un verso con un lápiz
la mano del poeta en el oasis,
y puede que se animen los jardines
y duerma entre sus lirios y alhelíes.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/10
y sentiré el abrazo de la muerte,
entonces notaré la dulce brisa,
que llegue y que me roce la barbilla.
No quiero que las lágrimas resbalen
ni mojen las aceras de la calle,
tan solo quiero un pétalo de rosa,
un beso que me llegue de tu boca.
Entonces sentiré un escalofrío,
la chispa de saber que no estoy vivo,
y duermo en soledad en dulce lecho,
ajeno a los placeres y en silencio.
No importa que resuenen las campanas,
que lloren y que giman por mi alma,
ni importa los latidos que cesaron
del viejo corazón que se ha marchado.
Espero que hasta el fondo de la gruta
alcancen esos rayos de la luna,
alumbren los caminos y las sendas
que lleven a la paz de la pradera.
Quizás se pase lista de los nombres
y el mío esté perdido entre la noche,
guardado sin saber en un estuche
que espera ser astillas de la lumbre.
Entonces rodarán hasta mis ojos
las perlas de ese cielo tan vidrioso,
estrellas y cometas sin orgullo,
que llegan con su encanto y con su embrujo.
Quizás escriba un verso con un lápiz
la mano del poeta en el oasis,
y puede que se animen los jardines
y duerma entre sus lirios y alhelíes.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/10
ESTABA LA LUNA LLENA
Estaba la luna llena
sentadita en su ventana,
mirando abajo, la tierra,
que en la noche descansaba.
Un ciervo pasó de pronto
y una gacela asustada,
buscaban prestos el río
y la quietud de sus aguas.
El ciervo paró sus pasos
con la gacela a su espalda,
miró las aguas tranquilas
y berreó a la distancia.
Más la gacela nerviosa
con sus pezuñas hurgaba,
por la ribera del bosque
entre el tomillo y la jara.
Un Hada salió en la noche
a contemplar esta estampa,
y acarició a nuestro ciervo
con su varita encantada.
Luego buscó a la gacela
asustadiza y novata,
y la cegó con un rayo
mientras secaba sus lágrimas.
Se dirigió hacia la orilla
con su figura galana,
para decir aquel ciervo
unas sencillas palabras.
"¡Ay ciervo!, ¿qué es lo que buscas
en esta noche tan clara?,
¿No sientes que tras tus pasos
va una gacela callada?
No lances más tus berridos,
deja que vuelva la calma,
mira a la linda gacela
y deja ya la encelada."
Y sorprendida la luna
vio como el ciervo callaba,
como husmeaba el hozico
de la gacela sin casa.
Luego los vió pasearse
y hasta intuyó que se hablaban,
una gacela y un ciervo
entre la niebla y la calma.
Cuentan los viejos del pueblo
este romance y lo cantan,
este episodio tan simple
que sucedió una jornada.
Era una noche de otoño,
y era una luna muy blanca,
y éranse un ciervo y gacela
que por el bosque pasaban.
"...Estaba la luna llena,
retocando sus pestañas,
cuando miró hacia la tierra
y se quedó enamorada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/10
sentadita en su ventana,
mirando abajo, la tierra,
que en la noche descansaba.
Un ciervo pasó de pronto
y una gacela asustada,
buscaban prestos el río
y la quietud de sus aguas.
El ciervo paró sus pasos
con la gacela a su espalda,
miró las aguas tranquilas
y berreó a la distancia.
Más la gacela nerviosa
con sus pezuñas hurgaba,
por la ribera del bosque
entre el tomillo y la jara.
Un Hada salió en la noche
a contemplar esta estampa,
y acarició a nuestro ciervo
con su varita encantada.
Luego buscó a la gacela
asustadiza y novata,
y la cegó con un rayo
mientras secaba sus lágrimas.
Se dirigió hacia la orilla
con su figura galana,
para decir aquel ciervo
unas sencillas palabras.
"¡Ay ciervo!, ¿qué es lo que buscas
en esta noche tan clara?,
¿No sientes que tras tus pasos
va una gacela callada?
No lances más tus berridos,
deja que vuelva la calma,
mira a la linda gacela
y deja ya la encelada."
Y sorprendida la luna
vio como el ciervo callaba,
como husmeaba el hozico
de la gacela sin casa.
Luego los vió pasearse
y hasta intuyó que se hablaban,
una gacela y un ciervo
entre la niebla y la calma.
Cuentan los viejos del pueblo
este romance y lo cantan,
este episodio tan simple
que sucedió una jornada.
Era una noche de otoño,
y era una luna muy blanca,
y éranse un ciervo y gacela
que por el bosque pasaban.
"...Estaba la luna llena,
retocando sus pestañas,
cuando miró hacia la tierra
y se quedó enamorada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/10
DEBES VIVIR LA VIDA INTENSAMENTE
Debes vivir la vida intensamente,
para sentir la sangre por tus venas,
deben secar tus ojos esas lágrimas
para mirar de nuevo a las estrellas.
Porque la vida sigue, y tú lo sabes,
a pesar del pasado y sus tristezas,
a pesar de ese nudo que te ahoga
y te impide volar con los cometas.
Debes romper sin traumas el pasado,
librarte de barrotes y cadenas,
vivir cada segundo del presente,
marchar hacia el futuro que te espera.
Ya sé que las palabras son muy fáciles,
y que duele olvidarse de sus huellas,
porque en las mismas dejas algo tuyo,
dejas un tiempo muerto que se aleja.
Dejas tiempos pasados y vividos,
sonrisas dejas que fueron sinceras,
dejas la barca atada con sus remos
y el mástil, descansando con las velas.
Pero debes vivir, ¡vivir, vivir!,
vivir el hoy haciendo lo que quieras,
vivir tu libertad mirando al cielo,
mirar hacia el mañana sin reservas.
Mirar el horizonte tan lejano,
soñar con esas nubes tan viajeras,
saber que tras la brisa del nordeste
se encuentran esperando las sirenas...
Porque al final nosotros decidimos,
nuestros pasos irán por la ribera,
hacia el canal angosto de la barra
para buscar al fin, la luz eterna.
La luz de ese futuro prometido,
la luz de la campana que ahora suena,
la luz de los suspiros y los versos
nacidos en la mente del poeta.
"...Debes vivir la vida intensamente
para saciar el hambre que te aqueja,
debes sentir de nuevo la esperanza
y encontrarás amor, ¡cerca, muy cerca!.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/08/10
para sentir la sangre por tus venas,
deben secar tus ojos esas lágrimas
para mirar de nuevo a las estrellas.
Porque la vida sigue, y tú lo sabes,
a pesar del pasado y sus tristezas,
a pesar de ese nudo que te ahoga
y te impide volar con los cometas.
Debes romper sin traumas el pasado,
librarte de barrotes y cadenas,
vivir cada segundo del presente,
marchar hacia el futuro que te espera.
Ya sé que las palabras son muy fáciles,
y que duele olvidarse de sus huellas,
porque en las mismas dejas algo tuyo,
dejas un tiempo muerto que se aleja.
Dejas tiempos pasados y vividos,
sonrisas dejas que fueron sinceras,
dejas la barca atada con sus remos
y el mástil, descansando con las velas.
Pero debes vivir, ¡vivir, vivir!,
vivir el hoy haciendo lo que quieras,
vivir tu libertad mirando al cielo,
mirar hacia el mañana sin reservas.
Mirar el horizonte tan lejano,
soñar con esas nubes tan viajeras,
saber que tras la brisa del nordeste
se encuentran esperando las sirenas...
Porque al final nosotros decidimos,
nuestros pasos irán por la ribera,
hacia el canal angosto de la barra
para buscar al fin, la luz eterna.
La luz de ese futuro prometido,
la luz de la campana que ahora suena,
la luz de los suspiros y los versos
nacidos en la mente del poeta.
"...Debes vivir la vida intensamente
para saciar el hambre que te aqueja,
debes sentir de nuevo la esperanza
y encontrarás amor, ¡cerca, muy cerca!.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/08/10
VOLVÍ LA VISTA ATRÁS...
al polvoriento surco dejado a mis espaldas.
Allí quedaban todos los recuerdos,
los días, los segundos, la esperanza...
Pero miré de nuevo al frente,
al horizonte agreste que me aguarda,
a los caminos fríos y empinados,
a los pasos tan duros y montañas.
Allí tenía ahora mi destino,
allí la luz, quizás, y el sueño aguardan,
allí es posible que las flores crezcan
y quizás mis manos construirán su casa.
Vine sin rumbo y norte,
sin brújula alguna que guiara,
vine hacia ti tierra de sueños,
quizás llegué en tiempo de bonanza.
Pero llegué con fé en este destino,
tratando de olvidar cosas pasadas,
tratando de sentir brotar la vida,
y ver alzarse al trigo en lontananza.
Quizás rompí atrás mi vida,
quizás dejé allí mis lágrimas,
quizás en la empinada cuesta,
quedó mi alma destrozada.
Pero aquí estoy de nuevo con mis sueños,
en la última recta de su etapa,
en ese largo tan cruel y duro
para intentar mirar el alba.
Para llegar al fin hasta la aurora
y rezar la oración de la mañana,
para mirar al sol que se despierta
y contemplar su luz con mi mirada.
Pero los sueños son ese conjunto,
ese volcán ardiente con su lava,
esa explosión de júbilo sin nombre,
que llega, que nos besa y nos abraza.
Porque soñar, soñar, ¡todos soñamos!,
el hombre sueña y a la vez descansa,
el niño sueña mientras juega,
se pierde en castillos y batallas,
se marcha buscando a las estrellas
y sueña con la luna blanca.
La joven sueña pensando en el amante,
en aquel beso que paciente aguarda,
en ese pecho tan viril y fuerte,
y en esa mano que llegue hasta su cara.
Sequé el sudor y lancé un suspiro,
me dije que la vida continuaba,
que no valía detenerse tanto
y que había que reanudar la marcha.
¡Marchar, marchar, siempre adelante!,
marchar hacia el futuro y a la nada,
marchar a las rompientes de la costa,
para encontrar el lecho con las algas.
El lecho con espinos y corales,
el lecho con la túnica rosada,
el lecho de las sombras y el descanso,
allí donde los cuervos hacen guardia.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/10
A VECES CANTAS, A VECES RÍES...
A veces cantas, a veces ríes,
y vas andando sin ton ni son,
no tienes rumbo, no tienes meta,
sólo el camino y arriba el sol.
Te hablan los hombres, te habla la vida,
y las cigarras con su canción,
nada te para, nada te priva
vas adelante con gran fervor.
Pero en un árbol, algo se asoma,
algo te llama y es un gorrión,
es ese roble del viejo bosque
es esa rama con su candor.
Mas tienes prisa, tus pasos siguen,
pasito a paso, marchas veloz,
vas al destino, vas a su encuentro,
para abrazarlo sin compasión.
En el destino tienes respuestas,
tienes las huellas del caracol,
las viejas marcas, los viejos signos,
con los recuerdos de vino y ron.
Mas una llama cruza en los cielos,
es un cometa con su color,
es una trenza fina y delgada,
es una raya sin conjunción.
Tú la contemplas, la miras presto,
luego sonríes conmovedor,
algo te altera, algo te suena
dentro del pecho como un reloj.
Ahora es tu alma la que palpita
y quien suspira tu corazón,
por eso tiemblas y te aceleras,
corres y saltas como un castor.
Los viejos bosques y las encinas
atrás quedaron con devoción,
tú los recuerdas, y en ellos sueñas,
con sus otoños, y su color.
Ya tu camino va terminando
llegas a casa junto al portón,
la vieja huerta, junto a la higuera,
el viejo escudo junto al farol.
Nada te altera ni te atosiga
buscas la fuente con el pilón,
allí te lavas, también te peinas,
y hasta te aseas de tu sudor.
Ya ha terminado tu caminata,
miras al cielo, buscas su don,
porque allá lejos, en el camino,
junto a tus huellas quedó el dolor.
"...A veces cantas, a veces ríes,
y vas andando, buscas tu yo,
no tienes rumbo, no tienes meta
hasta que encuentras el tierno amor..."
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/10
y vas andando sin ton ni son,
no tienes rumbo, no tienes meta,
sólo el camino y arriba el sol.
Te hablan los hombres, te habla la vida,
y las cigarras con su canción,
nada te para, nada te priva
vas adelante con gran fervor.
Pero en un árbol, algo se asoma,
algo te llama y es un gorrión,
es ese roble del viejo bosque
es esa rama con su candor.
Mas tienes prisa, tus pasos siguen,
pasito a paso, marchas veloz,
vas al destino, vas a su encuentro,
para abrazarlo sin compasión.
En el destino tienes respuestas,
tienes las huellas del caracol,
las viejas marcas, los viejos signos,
con los recuerdos de vino y ron.
Mas una llama cruza en los cielos,
es un cometa con su color,
es una trenza fina y delgada,
es una raya sin conjunción.
Tú la contemplas, la miras presto,
luego sonríes conmovedor,
algo te altera, algo te suena
dentro del pecho como un reloj.
Ahora es tu alma la que palpita
y quien suspira tu corazón,
por eso tiemblas y te aceleras,
corres y saltas como un castor.
Los viejos bosques y las encinas
atrás quedaron con devoción,
tú los recuerdas, y en ellos sueñas,
con sus otoños, y su color.
Ya tu camino va terminando
llegas a casa junto al portón,
la vieja huerta, junto a la higuera,
el viejo escudo junto al farol.
Nada te altera ni te atosiga
buscas la fuente con el pilón,
allí te lavas, también te peinas,
y hasta te aseas de tu sudor.
Ya ha terminado tu caminata,
miras al cielo, buscas su don,
porque allá lejos, en el camino,
junto a tus huellas quedó el dolor.
"...A veces cantas, a veces ríes,
y vas andando, buscas tu yo,
no tienes rumbo, no tienes meta
hasta que encuentras el tierno amor..."
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/10
DE LAS ENTRAÑAS MISMAS DEL INFIERNO
De las entrañas mismas del infierno
la entristecida voz, surgió muy lenta,
era más bien un grito amortiguado,
tratando de salir hacia la tierra.
Era la voz clamando en el desierto,
la voz ahogada por dolor y penas,
la voz pidiendo, sin respuesta alguna,
poder mostrar un día su grandeza.
Poder subir al fin hasta los cielos
para charlar allí, con las estrellas,
para escuchar el sueño de la luna
y para ver pasar a los cometas.
Pero la voz se pierde en la distancia,
quedando solo palabras y entretelas,
palabras que ya son simples retales,
preguntas con ausencia de respuestas.
El hombre solitario se detiene
y mira más allá de la tristeza,
quizás buscando, un poco, su pasado,
quizás la fuente, con el agua fresca.
Porque la voz que viene de muy dentro,
es esa voz que emite la conciencia,
surgiendo entre las almas muy sensibles
que sufren los destierros y cadenas.
Por eso surge el grito entre los bancos,
el remo del bajel con la marea,
el látigo que baja a las espaldas,
la cara endurecida del que rema.
Más otra voz recoge estos lamentos,
es esa voz silente del poeta,
es el autor de versos y de vida,
por medio día a día, de sus letras.
Es esa voz que busca en el vacío,
cantos de amor, sin rosas ni promesas,
es esa voz que busca simplemente
la sangre palpitando por las venas.
La lava del volcán enardecido,
el beso tan ardiente que desea,
para dormir, al fin, eternamente,
en brazos de las algas y sirenas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/10
la entristecida voz, surgió muy lenta,
era más bien un grito amortiguado,
tratando de salir hacia la tierra.
Era la voz clamando en el desierto,
la voz ahogada por dolor y penas,
la voz pidiendo, sin respuesta alguna,
poder mostrar un día su grandeza.
Poder subir al fin hasta los cielos
para charlar allí, con las estrellas,
para escuchar el sueño de la luna
y para ver pasar a los cometas.
Pero la voz se pierde en la distancia,
quedando solo palabras y entretelas,
palabras que ya son simples retales,
preguntas con ausencia de respuestas.
El hombre solitario se detiene
y mira más allá de la tristeza,
quizás buscando, un poco, su pasado,
quizás la fuente, con el agua fresca.
Porque la voz que viene de muy dentro,
es esa voz que emite la conciencia,
surgiendo entre las almas muy sensibles
que sufren los destierros y cadenas.
Por eso surge el grito entre los bancos,
el remo del bajel con la marea,
el látigo que baja a las espaldas,
la cara endurecida del que rema.
Más otra voz recoge estos lamentos,
es esa voz silente del poeta,
es el autor de versos y de vida,
por medio día a día, de sus letras.
Es esa voz que busca en el vacío,
cantos de amor, sin rosas ni promesas,
es esa voz que busca simplemente
la sangre palpitando por las venas.
La lava del volcán enardecido,
el beso tan ardiente que desea,
para dormir, al fin, eternamente,
en brazos de las algas y sirenas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/10
EL ALMA TIENE ABIERTA LA VENTANA
El alma tiene abierta la ventana,
quizás tan solo duerme y parpadea,
quizás es fruto de la noche oscura
quizás la brisa por su quicio entra.
Es fácil que penetre en la ventana
la luz hermosa de la luna llena,
el canto siempre alegre de los grillos
que anuncian la florida primavera.
También el aire mueva las cortinas
sumándose a este baile y a la fiesta,
haciendo que bailemos en los sueños
entre los brazos de la brisa fresca.
Pero quizás el alma tenga frío,
y puede que transite en las tinieblas,
en busca de la rosa de los vientos,
la luz que la ilumine por la senda.
Atrás quedó la vida de la infancia,
la juventud, los sueños y sorpresas,
aquel momento eterno y tan sublime,
de dos almas, amándose de veras.
Y quedaron también las mariposas,
con sus alas preciosas y revueltas,
tan llenas del alegre colorido,
con nuestra vista marchando tras de ellas.
Pero la noche pasa y todo pasa,
y el viento con la vida nada deja,
se borran los recuerdos y suspiros,
y quedan atrapados por la niebla.
Hay una sensación de soledad,
de vida retenida y soñolienta,
de lava que se ahoga en las entrañas,
de gritos atrapados sin cadenas.
El alma es ese algo misterioso,
el corazón que dicta la conciencia,
es el latir de forma apresurada
cuando sientes que llega la marea.
Porque ese mar tan bello y tan profundo,
con el azul y verde de cenefa,
es el principio y fin de nuestra vida,
es el amor que llega y que nos besa.
Es la emoción que sienten nuestras almas,
es la canción que cantan las sirenas,
es la mirada fija y tan profunda,
que damos en la noche a las estrellas.
"...El alma tiene abierta la ventana,
quizás tan sólo duerme y nada sueña,
porque dormir, dormir, ¡el alma duerme
en medio de esplendores y tormentas!..."
Rafael Sánchez Ortega ©
14/08/10
quizás tan solo duerme y parpadea,
quizás es fruto de la noche oscura
quizás la brisa por su quicio entra.
Es fácil que penetre en la ventana
la luz hermosa de la luna llena,
el canto siempre alegre de los grillos
que anuncian la florida primavera.
También el aire mueva las cortinas
sumándose a este baile y a la fiesta,
haciendo que bailemos en los sueños
entre los brazos de la brisa fresca.
Pero quizás el alma tenga frío,
y puede que transite en las tinieblas,
en busca de la rosa de los vientos,
la luz que la ilumine por la senda.
Atrás quedó la vida de la infancia,
la juventud, los sueños y sorpresas,
aquel momento eterno y tan sublime,
de dos almas, amándose de veras.
Y quedaron también las mariposas,
con sus alas preciosas y revueltas,
tan llenas del alegre colorido,
con nuestra vista marchando tras de ellas.
Pero la noche pasa y todo pasa,
y el viento con la vida nada deja,
se borran los recuerdos y suspiros,
y quedan atrapados por la niebla.
Hay una sensación de soledad,
de vida retenida y soñolienta,
de lava que se ahoga en las entrañas,
de gritos atrapados sin cadenas.
El alma es ese algo misterioso,
el corazón que dicta la conciencia,
es el latir de forma apresurada
cuando sientes que llega la marea.
Porque ese mar tan bello y tan profundo,
con el azul y verde de cenefa,
es el principio y fin de nuestra vida,
es el amor que llega y que nos besa.
Es la emoción que sienten nuestras almas,
es la canción que cantan las sirenas,
es la mirada fija y tan profunda,
que damos en la noche a las estrellas.
"...El alma tiene abierta la ventana,
quizás tan sólo duerme y nada sueña,
porque dormir, dormir, ¡el alma duerme
en medio de esplendores y tormentas!..."
Rafael Sánchez Ortega ©
14/08/10
CANTAN LAS PIEDRAS DEL RÍO
Cantan las piedras del río,
cantan las aguas que bajan,
van desgranando rumores
ante la atenta montaña.
Cuentan un cuento de agosto
entre el pastor y la anjana,
riscos y bosques lo escuchan
junto a los robles y hayas.
Era un pastor de la aldea,
iba llevando las vacas,
por ese bosque sombrío
que junto al río se alzaba.
Era un pastor sonriente
con su comida colgada,
de aquel zurrón que su madre
con diligencia llenara.
Era un zagal todavía,
era un pastor que soñaba;
mientras guiaba el ganado
algo rozaba su alma.
Era una mano divina,
era la brisa callada,
era ese beso invisible
de la cercana fontana.
Era una fuente tranquila,
donde moraba aquel Hada,
la de los ojos castaños,
la que impaciente esperaba.
Ella buscaba de día
esa figura añorada,
ese temblor de su pecho,
y ese volcán con su lava.
Y se pasaba las horas
busca que busca en la campa,
trota que trota senderos
sin encontrar nunca nada.
Así pasaban los meses
y una tras otra semana,
sólo llegaba hasta ella
ese cantar de las ramas.
Pero llegó aquel agosto
con el pastor a su casa,
con su zurrón y ganado
con su charlar sin palabras.
Dicen, pues nadie lo sabe,
que intercambiaron miradas,
que se buscaron sus labios
para besarse sin pausa.
Dicen también, nuestras piedras,
que se alteró la riada,
que enmudecieron los ríos
al presenciar esta estampa.
Dicen, que años más tarde,
unos niñitos jugaban,
en la ribera del río
junto a las aguas heladas.
Era un zagal sonriente,
era una niña con faldas,
eran dos gotas del cielo,
de aquel pastor y su hada.
No sé el final de la historia
porque las piedras se callan,
se van quedando dormidas
y todo queda ya en calma.
"...Cantan las piedras del río
ese cantar de esperanza,
ese rumor que me duerme,
esa canción sin palabras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/08/10
cantan las aguas que bajan,
van desgranando rumores
ante la atenta montaña.
Cuentan un cuento de agosto
entre el pastor y la anjana,
riscos y bosques lo escuchan
junto a los robles y hayas.
Era un pastor de la aldea,
iba llevando las vacas,
por ese bosque sombrío
que junto al río se alzaba.
Era un pastor sonriente
con su comida colgada,
de aquel zurrón que su madre
con diligencia llenara.
Era un zagal todavía,
era un pastor que soñaba;
mientras guiaba el ganado
algo rozaba su alma.
Era una mano divina,
era la brisa callada,
era ese beso invisible
de la cercana fontana.
Era una fuente tranquila,
donde moraba aquel Hada,
la de los ojos castaños,
la que impaciente esperaba.
Ella buscaba de día
esa figura añorada,
ese temblor de su pecho,
y ese volcán con su lava.
Y se pasaba las horas
busca que busca en la campa,
trota que trota senderos
sin encontrar nunca nada.
Así pasaban los meses
y una tras otra semana,
sólo llegaba hasta ella
ese cantar de las ramas.
Pero llegó aquel agosto
con el pastor a su casa,
con su zurrón y ganado
con su charlar sin palabras.
Dicen, pues nadie lo sabe,
que intercambiaron miradas,
que se buscaron sus labios
para besarse sin pausa.
Dicen también, nuestras piedras,
que se alteró la riada,
que enmudecieron los ríos
al presenciar esta estampa.
Dicen, que años más tarde,
unos niñitos jugaban,
en la ribera del río
junto a las aguas heladas.
Era un zagal sonriente,
era una niña con faldas,
eran dos gotas del cielo,
de aquel pastor y su hada.
No sé el final de la historia
porque las piedras se callan,
se van quedando dormidas
y todo queda ya en calma.
"...Cantan las piedras del río
ese cantar de esperanza,
ese rumor que me duerme,
esa canción sin palabras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/08/10
MIRAR LO QUE OTRO ESCRIBE ES MUY SENCILLO
(Para todos los compañeros del Taller,
por todo lo que me han enseñado,
aunque ellos lo ignoren.)
***
Mirar lo que otro escribe es muy sencillo,
dejarle un comentario es lo correcto,
más unos nos quedamos contemplando
y hablamos simplemente en nuestros versos.
He visto redacciones muy bonitas,
relatos con amor y sentimiento,
y el chiste candoroso que ha dejado
la pluma de un sesudo compañero.
También he contemplado los poemas
surgidos en la Villa de mis sueños,
los versos dedicados a personas
y estrofas con romances muy sinceros.
Es lindo repasar estos escritos,
y ver lo que se esconde tras de ellos,
la eterna fantasía de la vida,
la línea insobornable de los hechos.
Sucede que los hombres nos hablamos,
dejando chismorreos en los cuentos,
hablamos de esa anécdota tan simple,
del chicle que nos tiran por los suelos.
Hablamos de la historia y de las gentes,
narramos lo que pasa por los pueblos,
dejamos el folclore en nuestras letras,
incluso las gaviotas de los cielos.
Contamos lo que dicen los mayores,
la pesca y los sudores por el puerto,
los días de trabajo por el campo,
la charla de la noche junto al fuego.
Yo sé que en nuestras almas transportamos
la nube del pasado y del recuerdo,
y sé que nos volvemos también niños,
volviendo a ese pasado tan sincero.
Por eso cuando veo vuestras letras
me siento transportado en lo que leo,
y vago por las calles y las plazas,
del mundo ilusionado de hace tiempo.
Escucho con vosotros la resaca
y leo suspirando, lo que tengo,
las olas que me mandan las mareas,
con algas y susurros barquereños.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/08/10
por todo lo que me han enseñado,
aunque ellos lo ignoren.)
***
Mirar lo que otro escribe es muy sencillo,
dejarle un comentario es lo correcto,
más unos nos quedamos contemplando
y hablamos simplemente en nuestros versos.
He visto redacciones muy bonitas,
relatos con amor y sentimiento,
y el chiste candoroso que ha dejado
la pluma de un sesudo compañero.
También he contemplado los poemas
surgidos en la Villa de mis sueños,
los versos dedicados a personas
y estrofas con romances muy sinceros.
Es lindo repasar estos escritos,
y ver lo que se esconde tras de ellos,
la eterna fantasía de la vida,
la línea insobornable de los hechos.
Sucede que los hombres nos hablamos,
dejando chismorreos en los cuentos,
hablamos de esa anécdota tan simple,
del chicle que nos tiran por los suelos.
Hablamos de la historia y de las gentes,
narramos lo que pasa por los pueblos,
dejamos el folclore en nuestras letras,
incluso las gaviotas de los cielos.
Contamos lo que dicen los mayores,
la pesca y los sudores por el puerto,
los días de trabajo por el campo,
la charla de la noche junto al fuego.
Yo sé que en nuestras almas transportamos
la nube del pasado y del recuerdo,
y sé que nos volvemos también niños,
volviendo a ese pasado tan sincero.
Por eso cuando veo vuestras letras
me siento transportado en lo que leo,
y vago por las calles y las plazas,
del mundo ilusionado de hace tiempo.
Escucho con vosotros la resaca
y leo suspirando, lo que tengo,
las olas que me mandan las mareas,
con algas y susurros barquereños.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/08/10
PODEMOS HACER FRENTE A LAS GALERNAS
Podemos hacer frente a las galernas
usando el viejo truco del marino,
por eso cuando suena el fiero viento
se quedan en las tascas muy tranquilos.
Los hombres soportamos las tormentas,
los nervios alterados en los ciclos,
hay veces que los rayos nos abruman
y entonces se aceleran los latidos.
Entonces recordamos a las gentes,
que luchan con los mares tan bravíos,
sacamos las leyendas del recuerdo,
aquellas que escuchamos siendo niños.
Es cierto que entre el humo y la taberna,
surgieron unas voces con el vino,
contaban sus peleas con los mares,
el miedo tantas veces percibido.
Contaban de luchar contra galernas,
de rayos estruendosos entre gritos,
del miedo de acabar entre las aguas,
hundidos con corales infinitos.
Entonces, escuchando sus palabras,
quisimos sopesar el sacrificio,
y vimos que luchar es de valientes
sabiendo la importancia de estar vivos.
¿De qué le sirve al hombre las batallas,
si acaba bajo el barro del camino?
¿Por qué debe luchar contra tormentas
si el alma está sangrando sin latidos?
Quizás lo más sensato es estar quietos,
ahogando en nuestros pechos los suspiros,
contando los segundos uno a uno
temblando con dolor y escalofríos.
Hay tumbas muy repletas de valientes,
y en ellas tantos sueños fenecidos,
hay almas que caminan dando tumbos
y avanzan entre ortigas y entre lirios.
Por eso en esta noria inacabable
nos hablan los recuerdos y gemidos,
del viejo marinero en la taberna
que supo derrotar a su enemigo.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/08/10
usando el viejo truco del marino,
por eso cuando suena el fiero viento
se quedan en las tascas muy tranquilos.
Los hombres soportamos las tormentas,
los nervios alterados en los ciclos,
hay veces que los rayos nos abruman
y entonces se aceleran los latidos.
Entonces recordamos a las gentes,
que luchan con los mares tan bravíos,
sacamos las leyendas del recuerdo,
aquellas que escuchamos siendo niños.
Es cierto que entre el humo y la taberna,
surgieron unas voces con el vino,
contaban sus peleas con los mares,
el miedo tantas veces percibido.
Contaban de luchar contra galernas,
de rayos estruendosos entre gritos,
del miedo de acabar entre las aguas,
hundidos con corales infinitos.
Entonces, escuchando sus palabras,
quisimos sopesar el sacrificio,
y vimos que luchar es de valientes
sabiendo la importancia de estar vivos.
¿De qué le sirve al hombre las batallas,
si acaba bajo el barro del camino?
¿Por qué debe luchar contra tormentas
si el alma está sangrando sin latidos?
Quizás lo más sensato es estar quietos,
ahogando en nuestros pechos los suspiros,
contando los segundos uno a uno
temblando con dolor y escalofríos.
Hay tumbas muy repletas de valientes,
y en ellas tantos sueños fenecidos,
hay almas que caminan dando tumbos
y avanzan entre ortigas y entre lirios.
Por eso en esta noria inacabable
nos hablan los recuerdos y gemidos,
del viejo marinero en la taberna
que supo derrotar a su enemigo.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/08/10
A VECES ME HE PREGUNTADO...
A veces me he preguntado
si es qué hablan las estrellas,
si pasean en la noche,
o si sólo parpadean.
El silencio me responde
y no dicta la respuesta,
sólo el eco a mi pregunta
y el rumor de las mareas.
Hay un halo que subyuga
en las luces que flamean,
son colores multiformes
y unos guiños de verbena.
Me he quedado muchas noches
contemplando las estrellas,
como niños y mayores,
trovadadores y poetas.
He subido con mis sueños,
cabalgado en los cometas,
he charlado con la luna
y he dormido junto a ella.
He sentido los suspiros
y los cantos de sirenas,
paseando por la playa
junto al mar y la ribera.
A la luna he contemplado
vigilando a las estrellas,
y le hice la pregunta
de si hablan o si velan.
Más la luna tan preciosa,
se hizo un tanto la coqueta,
o quizás nada sabía
de murmullos y de fiestas.
Me quedé solo en el cielo
con el alba que regresa,
pues la luna se retira
y las sombras ya se alejan.
"...Y me quedo nuevamente
contemplando a las estrellas,
y conmigo la pregunta
que no tiene una respuesta..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/08/10
si es qué hablan las estrellas,
si pasean en la noche,
o si sólo parpadean.
El silencio me responde
y no dicta la respuesta,
sólo el eco a mi pregunta
y el rumor de las mareas.
Hay un halo que subyuga
en las luces que flamean,
son colores multiformes
y unos guiños de verbena.
Me he quedado muchas noches
contemplando las estrellas,
como niños y mayores,
trovadadores y poetas.
He subido con mis sueños,
cabalgado en los cometas,
he charlado con la luna
y he dormido junto a ella.
He sentido los suspiros
y los cantos de sirenas,
paseando por la playa
junto al mar y la ribera.
A la luna he contemplado
vigilando a las estrellas,
y le hice la pregunta
de si hablan o si velan.
Más la luna tan preciosa,
se hizo un tanto la coqueta,
o quizás nada sabía
de murmullos y de fiestas.
Me quedé solo en el cielo
con el alba que regresa,
pues la luna se retira
y las sombras ya se alejan.
"...Y me quedo nuevamente
contemplando a las estrellas,
y conmigo la pregunta
que no tiene una respuesta..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/08/10
BAJAN LAS AGUAS DE LOS RÍOS BRAVAS
Bajan las aguas de los ríos bravas,
cantan también los riscos y las peñas,
hay un temblor que surge del vacío
haciendo que las almas se estremezcan.
Las nubes quietas, con sopor aguardan,
arriba el cielo con azul de fiesta,
solo este cuadro alteran las gaviotas
alejadas de la costa y las galernas.
Hoy como ayer las vacas y el estío,
dan un color distinto a la pradera,
dan esa paz que flota en el ambiente,
con el lebrel cuidando las ovejas.
Parece ser que el bello pentagrama
ofrece hoy su música selecta,
un director con mano muy divina
dirige los sonidos de esta orquesta.
Pero a la vez está el espectador,
estás y estoy mirando a las estrellas,
estamos contemplando tan absortos
el dulce escalofrío que nos dejan.
Una tardía y tierna margarita
nos deja su latido y su presencia,
y manda con sus pétalos divinos
el blanco inmaculado de pureza.
Por eso se estremecen los sentidos,
por eso nacen versos y poemas,
por eso las personas muy sensibles
suspiran admirando esta belleza.
Arriba los rebecos montan guardia,
vigilan a sus crías y olfatean,
abajo mariposas de colores
escriben con sus alas tan inquietas.
No hay mano que describa todo esto,
tan solo existe el ojo que lo vea,
existe el corazón de lava y sangre,
y el pecho sensitivo del poeta.
Más nada de este cuadro tiene vida,
sin Dios que hizo el mundo a su manera,
el dios de los agnósticos sin patria,
y el Dios, que es el artista que lo crea.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/10
cantan también los riscos y las peñas,
hay un temblor que surge del vacío
haciendo que las almas se estremezcan.
Las nubes quietas, con sopor aguardan,
arriba el cielo con azul de fiesta,
solo este cuadro alteran las gaviotas
alejadas de la costa y las galernas.
Hoy como ayer las vacas y el estío,
dan un color distinto a la pradera,
dan esa paz que flota en el ambiente,
con el lebrel cuidando las ovejas.
Parece ser que el bello pentagrama
ofrece hoy su música selecta,
un director con mano muy divina
dirige los sonidos de esta orquesta.
Pero a la vez está el espectador,
estás y estoy mirando a las estrellas,
estamos contemplando tan absortos
el dulce escalofrío que nos dejan.
Una tardía y tierna margarita
nos deja su latido y su presencia,
y manda con sus pétalos divinos
el blanco inmaculado de pureza.
Por eso se estremecen los sentidos,
por eso nacen versos y poemas,
por eso las personas muy sensibles
suspiran admirando esta belleza.
Arriba los rebecos montan guardia,
vigilan a sus crías y olfatean,
abajo mariposas de colores
escriben con sus alas tan inquietas.
No hay mano que describa todo esto,
tan solo existe el ojo que lo vea,
existe el corazón de lava y sangre,
y el pecho sensitivo del poeta.
Más nada de este cuadro tiene vida,
sin Dios que hizo el mundo a su manera,
el dios de los agnósticos sin patria,
y el Dios, que es el artista que lo crea.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/10
INTENTARÉ BUSCAR EN LOS DESVANES
Intentaré buscar en los desvanes
el polvo recogido en el camino,
los frutos y semillas de la tierra
guardados en armarios escondidos.
Quizás allí se encuentren muchos sueños,
vividos hace años, siendo niño,
igual que las inquietas mariposas,
colgadas de los globos, con sus hilos.
Y puede que descubra a las sirenas,
ocultas sus canciones en los discos,
con ellas el rumor de caracolas
las algas y las olas del estío.
Es fácil que aparezcan los juguetes,
cubiertos con hollines, renegridos,
los libros de lectura de la infancia,
el tren de vía estrecha y el triciclo.
No sé si estos retales del pasado
están en los desvanes de mi piso,
quizás el trazo amargo de la mente
me deje en la locura y desvarío.
Los sueños que se tienen y se viven
conducen a impacientes pasadizos,
a cruces del pasado y el presente,
que forman intrincados laberintos.
La vida es ese cáliz que bebemos,
el néctar que apuramos como vino,
la flor que nos alegra la mirada,
el beso que nos dan y recibimos.
Por eso buscaría en los desvanes
a ver si así me quedo más tranquilo,
las cartas de la eterna primavera,
la pluma con los rasgos de mi escrito.
...Intento que el pasado no encadene,
ni apriete mi conciencia con sigilo,
quisiera que ese tiempo se quedara
durmiendo para siempre con el trigo.
El trigo de la tierra de mis campos,
mezclado con sudores en el limo,
la eterna fantasía del presente
que llegue hasta mi lado con su grito.
"...Intentaré buscar en los desvanes
la plata del tesoro retenido,
el oro de ese tiempo ya pasado,
el dulce escalofrío que he perdido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/08/10
el polvo recogido en el camino,
los frutos y semillas de la tierra
guardados en armarios escondidos.
Quizás allí se encuentren muchos sueños,
vividos hace años, siendo niño,
igual que las inquietas mariposas,
colgadas de los globos, con sus hilos.
Y puede que descubra a las sirenas,
ocultas sus canciones en los discos,
con ellas el rumor de caracolas
las algas y las olas del estío.
Es fácil que aparezcan los juguetes,
cubiertos con hollines, renegridos,
los libros de lectura de la infancia,
el tren de vía estrecha y el triciclo.
No sé si estos retales del pasado
están en los desvanes de mi piso,
quizás el trazo amargo de la mente
me deje en la locura y desvarío.
Los sueños que se tienen y se viven
conducen a impacientes pasadizos,
a cruces del pasado y el presente,
que forman intrincados laberintos.
La vida es ese cáliz que bebemos,
el néctar que apuramos como vino,
la flor que nos alegra la mirada,
el beso que nos dan y recibimos.
Por eso buscaría en los desvanes
a ver si así me quedo más tranquilo,
las cartas de la eterna primavera,
la pluma con los rasgos de mi escrito.
...Intento que el pasado no encadene,
ni apriete mi conciencia con sigilo,
quisiera que ese tiempo se quedara
durmiendo para siempre con el trigo.
El trigo de la tierra de mis campos,
mezclado con sudores en el limo,
la eterna fantasía del presente
que llegue hasta mi lado con su grito.
"...Intentaré buscar en los desvanes
la plata del tesoro retenido,
el oro de ese tiempo ya pasado,
el dulce escalofrío que he perdido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/08/10
SE MIRA SIEMPRE ATRÁS, A LOS ALCORES
Se mira siempre atrás, a los alcores,
en busca de los robles centenarios,
las sombras de la noche ya se acercan
y vienen con sus brumas a taparlos.
Arriba se quedaron los suspiros,
los sueños tan bonitos y añorados,
las tardes tan distantes y floridas,
los flecos del nordeste y el ocaso.
Quedaron en el bosque los retoños,
el duro escalofrío de los años,
quedaron viejas piedras polvorientas
sumidas en el lodo del collado.
Por tanto solo queda este presente,
el día en que los hombres despertaron,
la casa con su puerta que te llama
el porche que te espera con su abrazo.
Allí te acogerá la noche eterna,
el beso tan ardiente de unos labios,
las manos que acaricien tus cabellos,
los dedos que te rocen sin descanso.
También encontrarás en la cocina,
el plato que te aguarda con su caldo,
la fuente de comida bien repleta
y el vino bien fresquito de regalo.
Hay ojos que se asoman a buscarte
y manos que se acercan a tus manos,
las flores que ahora forman tu familia,
los niños de carrillos colorados.
Un velo de ternura te traspasa,
olvidas el trabajo de los campos,
la tierra calcinada a tus espaldas,
el tiempo bajo el sol, con el arado.
No importa que la vida sea dura,
es vida del labriego y castellano,
es hora de labrar esas semillas,
el trigo, la cebada y el salvado.
...Suspira el campesino nuevamente
pues sabe que el pasado está pasado,
él busca en las entrañas de la tierra
el fruto tan ansiado de sus granos.
"...Se mira siempre atrás, a los alcores,
se vive este presente sin pensarlo,
mirando más allá del horizonte
buscando ese futuro tan lejano..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/08/10
en busca de los robles centenarios,
las sombras de la noche ya se acercan
y vienen con sus brumas a taparlos.
Arriba se quedaron los suspiros,
los sueños tan bonitos y añorados,
las tardes tan distantes y floridas,
los flecos del nordeste y el ocaso.
Quedaron en el bosque los retoños,
el duro escalofrío de los años,
quedaron viejas piedras polvorientas
sumidas en el lodo del collado.
Por tanto solo queda este presente,
el día en que los hombres despertaron,
la casa con su puerta que te llama
el porche que te espera con su abrazo.
Allí te acogerá la noche eterna,
el beso tan ardiente de unos labios,
las manos que acaricien tus cabellos,
los dedos que te rocen sin descanso.
También encontrarás en la cocina,
el plato que te aguarda con su caldo,
la fuente de comida bien repleta
y el vino bien fresquito de regalo.
Hay ojos que se asoman a buscarte
y manos que se acercan a tus manos,
las flores que ahora forman tu familia,
los niños de carrillos colorados.
Un velo de ternura te traspasa,
olvidas el trabajo de los campos,
la tierra calcinada a tus espaldas,
el tiempo bajo el sol, con el arado.
No importa que la vida sea dura,
es vida del labriego y castellano,
es hora de labrar esas semillas,
el trigo, la cebada y el salvado.
...Suspira el campesino nuevamente
pues sabe que el pasado está pasado,
él busca en las entrañas de la tierra
el fruto tan ansiado de sus granos.
"...Se mira siempre atrás, a los alcores,
se vive este presente sin pensarlo,
mirando más allá del horizonte
buscando ese futuro tan lejano..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/08/10
HE VENIDO A BUSCAR LA SOLEDAD
(Por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso).
Luis Cernuda
***
He venido a buscar la soledad,
la soledad, al fin, de los que mueren,
la eterna soledad en el vacío
que espera con paciencia reticente.
Hay almas que se ahogan en silencio,
sedientas y sin agua que las lleve
el líquido preciado hasta los labios,
la mano y la caricia hasta su frente.
Por eso yo comprendo a los que rezan
y miran a las nubes ya sin nieve,
y buscan más allá de las montañas
la paz con el silencio que merecen.
Se busca a Dios, se grita a las alturas,
se pide soledad para el ausente,
se pide la limosna del mendigo,
rendido por el hambre, que se duerme.
La eterna algarabía de la vida,
escucha tantos gritos del rebelde,
del hombre inconformista que así grita,
que pide de manera irreverente.
Más todo es soledad en el silencio
y siendo espectadores los cipreses,
su sombra se proyecta por el suelo,
mezclándose con rosas y claveles.
Hay una fantasía desbordada,
mezclada en el ambiente de las gentes,
se piensa que el jolgorio de las masas
condensa la doctrina y los placeres.
Se vive día a día los segundos,
se vive simplemente en el presente,
obviando que hay más vida que esta vida,
y un día probaremos de sus mieles.
La vida del silencio en el desierto,
la eterna soledad que trae la muerte,
la paz de los sepulcros blanqueados
las almas de los hombres tan ausentes.
"...He venido a buscar la soledad,
mi soledad, al fin, mi propia suerte,
la eterna soledad que tanto busco,
el roce del silencio por mis sienes..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/08/10
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso).
Luis Cernuda
***
He venido a buscar la soledad,
la soledad, al fin, de los que mueren,
la eterna soledad en el vacío
que espera con paciencia reticente.
Hay almas que se ahogan en silencio,
sedientas y sin agua que las lleve
el líquido preciado hasta los labios,
la mano y la caricia hasta su frente.
Por eso yo comprendo a los que rezan
y miran a las nubes ya sin nieve,
y buscan más allá de las montañas
la paz con el silencio que merecen.
Se busca a Dios, se grita a las alturas,
se pide soledad para el ausente,
se pide la limosna del mendigo,
rendido por el hambre, que se duerme.
La eterna algarabía de la vida,
escucha tantos gritos del rebelde,
del hombre inconformista que así grita,
que pide de manera irreverente.
Más todo es soledad en el silencio
y siendo espectadores los cipreses,
su sombra se proyecta por el suelo,
mezclándose con rosas y claveles.
Hay una fantasía desbordada,
mezclada en el ambiente de las gentes,
se piensa que el jolgorio de las masas
condensa la doctrina y los placeres.
Se vive día a día los segundos,
se vive simplemente en el presente,
obviando que hay más vida que esta vida,
y un día probaremos de sus mieles.
La vida del silencio en el desierto,
la eterna soledad que trae la muerte,
la paz de los sepulcros blanqueados
las almas de los hombres tan ausentes.
"...He venido a buscar la soledad,
mi soledad, al fin, mi propia suerte,
la eterna soledad que tanto busco,
el roce del silencio por mis sienes..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/08/10
VI UNA ROSA QUE LLORABA
...Vi una rosa que lloraba
con sus pétalos al viento,
eran perlas retenidas,
de las gotas de los cielos.
No sabía que las rosas
recogían los lamentos,
de los dioses y los hombres
y cargaban con sus miedos.
Simplemente recordaba
a una rosa en el cabello,
que alegraba la sonrisa
y los labios del enfermo.
Rosa roja, rosa blanca,
un suspiro yo te dejo,
y el encargo de que busques
ese cuerpo que deseo.
Haz que sienta mi llamada,
que te tome con sus dedos,
y que aspire el dulce aroma
que te mando con un beso.
...Vi una rosa que lloraba
y lloré como un pequeño,
como el niño que ama tanto
que ese amor lo tiene preso.
No sabía que las rosas
son ofrendas en los templos,
esas llamas a la Virgen
por pecados y por yerros.
Simplemente las veía
con mis ojos muy serenos,
entre cirios y cadenas
en un día del adviento.
Rosa roja, rosa blanca,
mis pecados te confieso,
dile al cielo que mi llanto,
sale claro y es sincero.
Haz que el rezo de mis labios
a Dios lleve lo que siento,
y perdone mis errores,
mis pecados por ser necio.
"...Vi una rosa que lloraba
y tembló mi cuerpo ciego,
pues no pude remediarlo
y lloré, porque te quiero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/10
con sus pétalos al viento,
eran perlas retenidas,
de las gotas de los cielos.
No sabía que las rosas
recogían los lamentos,
de los dioses y los hombres
y cargaban con sus miedos.
Simplemente recordaba
a una rosa en el cabello,
que alegraba la sonrisa
y los labios del enfermo.
Rosa roja, rosa blanca,
un suspiro yo te dejo,
y el encargo de que busques
ese cuerpo que deseo.
Haz que sienta mi llamada,
que te tome con sus dedos,
y que aspire el dulce aroma
que te mando con un beso.
...Vi una rosa que lloraba
y lloré como un pequeño,
como el niño que ama tanto
que ese amor lo tiene preso.
No sabía que las rosas
son ofrendas en los templos,
esas llamas a la Virgen
por pecados y por yerros.
Simplemente las veía
con mis ojos muy serenos,
entre cirios y cadenas
en un día del adviento.
Rosa roja, rosa blanca,
mis pecados te confieso,
dile al cielo que mi llanto,
sale claro y es sincero.
Haz que el rezo de mis labios
a Dios lleve lo que siento,
y perdone mis errores,
mis pecados por ser necio.
"...Vi una rosa que lloraba
y tembló mi cuerpo ciego,
pues no pude remediarlo
y lloré, porque te quiero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/10
ES TRISTE QUE LA MUERTE
la grave mansedumbre del corazón que escucha.
Pesa sobre los muertos, como un cielo caído,
todo el latir del tiempo sobre la tierra única).
José Luis Hidalgo
***
Es triste que la muerte
nos borre la sonrisa,
que venga cual cobarde
cortándonos la vida.
Los hombres no la llaman,
más viene de puntillas,
y llega con su dalle
cortando las espigas.
Pero es en esta tierra,
¡la tierra que palpita!,
la tierra de los seres,
que aman y suspiran.
Aquí llega la muerte
y acaba con las risas,
acaba con los sueños
de besos y caricias.
De pronto llega a casa,
no pide nuestra cita,
y toma nuestros cuerpos
partiendo muy deprisa.
Atrás quedan los vivos,
los deudos y familia,
los llantos que se escapan,
las lágrimas furtivas.
En medio del silencio
el alma queda herida,
el pecho sangra y duele,
el labio solo grita.
La muerte no perdona
viniendo cada día,
sin orden ni concierto
ni agenda ni tablilla.
La muerte simplemente,
es fiel como la brisa,
más esta trae dulzura,
la otra sólo envidia.
Envidia de los hombres
que aman día a día,
que sienten y padecen
buscando la justicia.
Por eso en estos versos
hay algo que respira,
la letra del poeta
que escribe en la cuartilla.
El dice que la muerte
no es algo que termina,
ni algo que se marcha
ni nada que se olvida.
Aquí quedan las almas,
también las margaritas,
aquí quedan los cuerpos,
durmiendo en sus cenizas.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/08/10
nos borre la sonrisa,
que venga cual cobarde
cortándonos la vida.
Los hombres no la llaman,
más viene de puntillas,
y llega con su dalle
cortando las espigas.
Pero es en esta tierra,
¡la tierra que palpita!,
la tierra de los seres,
que aman y suspiran.
Aquí llega la muerte
y acaba con las risas,
acaba con los sueños
de besos y caricias.
De pronto llega a casa,
no pide nuestra cita,
y toma nuestros cuerpos
partiendo muy deprisa.
Atrás quedan los vivos,
los deudos y familia,
los llantos que se escapan,
las lágrimas furtivas.
En medio del silencio
el alma queda herida,
el pecho sangra y duele,
el labio solo grita.
La muerte no perdona
viniendo cada día,
sin orden ni concierto
ni agenda ni tablilla.
La muerte simplemente,
es fiel como la brisa,
más esta trae dulzura,
la otra sólo envidia.
Envidia de los hombres
que aman día a día,
que sienten y padecen
buscando la justicia.
Por eso en estos versos
hay algo que respira,
la letra del poeta
que escribe en la cuartilla.
El dice que la muerte
no es algo que termina,
ni algo que se marcha
ni nada que se olvida.
Aquí quedan las almas,
también las margaritas,
aquí quedan los cuerpos,
durmiendo en sus cenizas.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/08/10
UNA HUELLA QUEDABA EN EL CAMINO
Una huella quedaba en el camino
delatando al mendigo que pasaba,
eran huellas de pasos vacilantes,
caminando, tal vez, hacia la nada.
Mucho polvo se alzaba con su paso,
como el humo perdido de la fragua,
era el ronco sonar de las mareas
que al final, como siempre, descansaban.
Se levantan pasiones en el aire,
se confunde la sed de la garganta,
con el llanto profundo de los ciegos,
y el lamento sincero de las almas.
Hay quien dice que somos un suspiro,
o ese grano de arena de la playa,
y que somos producto del momento,
como un sueño que surge en la montaña.
Pero somos, sin duda, más que eso,
nuestra huella se pierde en la distancia,
más atrás del origen de los tiempos,
más allá de senderos y cañadas.
Porque el hombre se pierde con el tiempo
a pesar de miserias y de azañas,
es su forma de ser la que perdura,
la que busca la esencia tan guardada.
Es por eso que el polvo del camino
se revuelve en el lecho que descansa,
y se alza cual nube hacia los cielos,
a buscar la caricia que no alcanza.
Hay dos gotas que buscan el rocío,
dos estrellas que brillan y se abrazan,
dos suspiros que escapan de la senda
y que buscan el pecho que les llama.
Y son huellas que surgen con la brisa
y en el suelo se quedan bien marcadas,
esperando que pasen los poetas
con su pluma y papel a descifrarlas.
A lo lejos la tarde se despide
y se escucha sonar a la campana,
la que mide las horas de los hombres,
y la noche los cubre con su manta.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/08/10
delatando al mendigo que pasaba,
eran huellas de pasos vacilantes,
caminando, tal vez, hacia la nada.
Mucho polvo se alzaba con su paso,
como el humo perdido de la fragua,
era el ronco sonar de las mareas
que al final, como siempre, descansaban.
Se levantan pasiones en el aire,
se confunde la sed de la garganta,
con el llanto profundo de los ciegos,
y el lamento sincero de las almas.
Hay quien dice que somos un suspiro,
o ese grano de arena de la playa,
y que somos producto del momento,
como un sueño que surge en la montaña.
Pero somos, sin duda, más que eso,
nuestra huella se pierde en la distancia,
más atrás del origen de los tiempos,
más allá de senderos y cañadas.
Porque el hombre se pierde con el tiempo
a pesar de miserias y de azañas,
es su forma de ser la que perdura,
la que busca la esencia tan guardada.
Es por eso que el polvo del camino
se revuelve en el lecho que descansa,
y se alza cual nube hacia los cielos,
a buscar la caricia que no alcanza.
Hay dos gotas que buscan el rocío,
dos estrellas que brillan y se abrazan,
dos suspiros que escapan de la senda
y que buscan el pecho que les llama.
Y son huellas que surgen con la brisa
y en el suelo se quedan bien marcadas,
esperando que pasen los poetas
con su pluma y papel a descifrarlas.
A lo lejos la tarde se despide
y se escucha sonar a la campana,
la que mide las horas de los hombres,
y la noche los cubre con su manta.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/08/10
ES LA VOZ DE LOS MUERTOS...
(Es la voz de los muertos por la unidad del hombre,
polvo en el aire, polvo...)
Luis Rosales.
polvo en el aire, polvo...)
Luis Rosales.
***
Es la voz de los muertos
la que suena en la noche,
una voz silenciosa
de metales y bronce.
Es el polvo en el aire,
es la mota y el brote,
es la luz de los ojos
que cerrados se esconden.
Es la tierra que duerme
como niña sin nombre,
con laureles y menta
tras perder ya su norte.
Es la lágrima amarga
que ahora baja al escote,
el suspiro que surge
y ese beso en desorden.
Es el ciego que mira
sin saber cómo y donde,
y percibe su oído,
y su olfato las flores.
Es la arena desnuda
con su playa tan noble,
donde llegan las olas
a rendir sus honores.
Es el niño que juega
y que traza un islote,
un castillo en el aire
con su mano tan torpe.
Es el canto del ave
sin timbal ni tambores,
con la flauta tan fina
de los trinos del monte.
Es el hombre que vive,
el que pone ese broche,
el que sueña, el que siente,
el que pulsa el oboe.
"...Es la voz de los muertos
dice un verso sin orden,
una voz silenciosa
que no emite reproches..."
Rafael Sánchez Ortega ©
02/08/10
LA TARDE SE ALEJABA LENTAMENTE
La tarde se alejaba lentamente
en medio de la paz de la campiña,
las nubes en el cielo galopaban
llegando con las sombras muy deprisa.
En medio de aquel cuadro tan extenso,
alzábase la cruz, sola y tranquila,
la cruz del peregrino hacia Santiago,
la cruz de la esperanza y de la vida.
Escucha espectador este silencio,
y guarda su belleza en tu pupila,
contempla como llegan las negruras,
las sombras de la noche cual mantilla.
En tiempos se contaban los romances,
en medio de sorpresas y sonrisas
allí, junto a los cruces del camino,
cambiados por miradas infinitas.
Avanzan los caballos de la noche,
y llegan las estrellas que titilan,
se duermen esos rayos tan dorados,
que lentos, en la tarde se retiran.
Descansa el peregrino en el silencio
sintiendo la caricia de la brisa,
sus ojos ya se cierran un momento
y llevan a sus labios la sonrisa.
El agua de la fuente fresca y clara,
ofrece y proporciona la bebida,
el líquido sagrado de los ríos,
que dejan los neveros que destilan.
¡Ay tierno corazón, si estás presente!
no olvides que los cuerpos resucitan,
no olvides que las almas tienen nombres
y guardan en sus letras poesía.
Es cierto que la tarde ya nos deja,
y cierto que la noche se aproxima,
más busca entre las sombras la belleza,
la música que llega y que suspira.
La música del hombre en el silencio,
que viene, que adormece y acaricia,
la música y el beso que nos manda
la nota melodiosa de la lira.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/08/10
en medio de la paz de la campiña,
las nubes en el cielo galopaban
llegando con las sombras muy deprisa.
En medio de aquel cuadro tan extenso,
alzábase la cruz, sola y tranquila,
la cruz del peregrino hacia Santiago,
la cruz de la esperanza y de la vida.
Escucha espectador este silencio,
y guarda su belleza en tu pupila,
contempla como llegan las negruras,
las sombras de la noche cual mantilla.
En tiempos se contaban los romances,
en medio de sorpresas y sonrisas
allí, junto a los cruces del camino,
cambiados por miradas infinitas.
Avanzan los caballos de la noche,
y llegan las estrellas que titilan,
se duermen esos rayos tan dorados,
que lentos, en la tarde se retiran.
Descansa el peregrino en el silencio
sintiendo la caricia de la brisa,
sus ojos ya se cierran un momento
y llevan a sus labios la sonrisa.
El agua de la fuente fresca y clara,
ofrece y proporciona la bebida,
el líquido sagrado de los ríos,
que dejan los neveros que destilan.
¡Ay tierno corazón, si estás presente!
no olvides que los cuerpos resucitan,
no olvides que las almas tienen nombres
y guardan en sus letras poesía.
Es cierto que la tarde ya nos deja,
y cierto que la noche se aproxima,
más busca entre las sombras la belleza,
la música que llega y que suspira.
La música del hombre en el silencio,
que viene, que adormece y acaricia,
la música y el beso que nos manda
la nota melodiosa de la lira.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/08/10
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