BAJAN LAS AGUAS DE LOS RÍOS BRAVAS
Bajan las aguas de los ríos bravas,
cantan también los riscos y las peñas,
hay un temblor que surge del vacío
haciendo que las almas se estremezcan.
Las nubes quietas, con sopor aguardan,
arriba el cielo con azul de fiesta,
solo este cuadro alteran las gaviotas
alejadas de la costa y las galernas.
Hoy como ayer las vacas y el estío,
dan un color distinto a la pradera,
dan esa paz que flota en el ambiente,
con el lebrel cuidando las ovejas.
Parece ser que el bello pentagrama
ofrece hoy su música selecta,
un director con mano muy divina
dirige los sonidos de esta orquesta.
Pero a la vez está el espectador,
estás y estoy mirando a las estrellas,
estamos contemplando tan absortos
el dulce escalofrío que nos dejan.
Una tardía y tierna margarita
nos deja su latido y su presencia,
y manda con sus pétalos divinos
el blanco inmaculado de pureza.
Por eso se estremecen los sentidos,
por eso nacen versos y poemas,
por eso las personas muy sensibles
suspiran admirando esta belleza.
Arriba los rebecos montan guardia,
vigilan a sus crías y olfatean,
abajo mariposas de colores
escriben con sus alas tan inquietas.
No hay mano que describa todo esto,
tan solo existe el ojo que lo vea,
existe el corazón de lava y sangre,
y el pecho sensitivo del poeta.
Más nada de este cuadro tiene vida,
sin Dios que hizo el mundo a su manera,
el dios de los agnósticos sin patria,
y el Dios, que es el artista que lo crea.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/10
cantan también los riscos y las peñas,
hay un temblor que surge del vacío
haciendo que las almas se estremezcan.
Las nubes quietas, con sopor aguardan,
arriba el cielo con azul de fiesta,
solo este cuadro alteran las gaviotas
alejadas de la costa y las galernas.
Hoy como ayer las vacas y el estío,
dan un color distinto a la pradera,
dan esa paz que flota en el ambiente,
con el lebrel cuidando las ovejas.
Parece ser que el bello pentagrama
ofrece hoy su música selecta,
un director con mano muy divina
dirige los sonidos de esta orquesta.
Pero a la vez está el espectador,
estás y estoy mirando a las estrellas,
estamos contemplando tan absortos
el dulce escalofrío que nos dejan.
Una tardía y tierna margarita
nos deja su latido y su presencia,
y manda con sus pétalos divinos
el blanco inmaculado de pureza.
Por eso se estremecen los sentidos,
por eso nacen versos y poemas,
por eso las personas muy sensibles
suspiran admirando esta belleza.
Arriba los rebecos montan guardia,
vigilan a sus crías y olfatean,
abajo mariposas de colores
escriben con sus alas tan inquietas.
No hay mano que describa todo esto,
tan solo existe el ojo que lo vea,
existe el corazón de lava y sangre,
y el pecho sensitivo del poeta.
Más nada de este cuadro tiene vida,
sin Dios que hizo el mundo a su manera,
el dios de los agnósticos sin patria,
y el Dios, que es el artista que lo crea.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/10
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