VI UNA FLOR ABANDONADA Y PENSÉ EN TI...
Vi una flor abandonada
y pensé en ti.
Sabía que te gustaría precisamente
esa flor,
sabía que la estabas esperando,
sabía que la querías tocar
con tus dedos,
llevar a la cara,
sentir la suavidad de sus
pétalos rozarte,
porque así eres tú,
tan sencilla,
tan auténtica,
tan entrañablemente sincera...
Y ahora la estás viendo aquí,
en esta imagen,
en este fotograma,
y te preguntas si eres tú
la persona que estoy describiendo,
la receptora de esta flor que contemplas.
Sé que sonríes y mueves la cabeza
negando tal posibilidad porque
¿a qué fin voy a estar pensando
en ti, precisamente ahora,
en esta noche,
cuando me pongo a escribir
y a vaciar mi alma?
Te dices que apenas te conozco,
que apenas hemos hablado
y que cuando lo hicimos fue hace ya
mucho tiempo.
"Es imposible que esta flor sea para mi",
-te dices-, "yo no soy nadie en su vida;
ambos somos como ese cometa que vemos en la noche,
bonito y hermoso, que nos sorprende y admira
y que cuando queremos alzar la mano
para tocarlo ya ha desaparecido en el infinito.
"Por eso es imposible que esta flor sea para mi",
-sigues pensando-.
Yo soy solamente una lectora que
pasaba por aquí, ahora,
y que se ha detenido a leer estas líneas.
Sin embargo tu razón
no sigue la lógica de los sentimientos,
porque si he recogido esa flor es porque sé
que a ti te gustaría,
porque sé que ella arrancaría un suspiro
de tus labios,
porque ella te llevará a pensar en un momento
dado de tu vida,
en un instante,
en un fragmento invisible de ese tiempo
ya caduco y guardado en el recuerdo,
cuando alguien te habló en un susurro,
¡y te sentiste a gusto!.
Quizás recuerdes aquel instante,
¡fue algo maravilloso!,
algo que guardaste celosamente
en el corazón,
algo que no olvidaste
ni olvidas,
aunque a veces dudes
de si todo no fue un sueño,
la persona, el lugar,
el momento, la cara,
los rasgos, pero...
¡No, no puede ser!,
es imposible
que "tú te acuerdes de mi",
yo no soy nadie en tu vida
y nada tenía en aquel entonces,
sólo una voz desconocida y temblorosa
surgiendo entre el rumor de las olas,
mientras recitaba aquel poema, sin palabras...
Pero así fue querida mía,
yo vi una flor abandonada
y pensé en ti.
La tomé casi sin pensarlo
para ofrecértela en esta noche,
para llevarte con ella mi cariño,
para decirte que te amo
y que te espero.
Aunque tú no lo sepas,
aunque te entren mil dudas,
aunque ya no me esperes,
porque siempre has venido conmigo
en mi corazón y en mi alma,
y ahí estás, en esa cajita encerrada,
mientras te hablo sin que lo sepas,
mientras suspiro y te cuento mis cosas,
y también, como ahora,
mientras recojo una flor abandonada
para ti.
¡Sólo para ti...!
Rafael Sánchez Ortega ©
18/12/11
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