SE PAGARON LAS LUCES...
Se apagaron las luces,
se cerraron las puertas,
la quietud y el silencio
se adueñó de la iglesia.
El incienso dormido
resurgió en las tinieblas,
con su olor penetrante,
peculiar y sin mezcla.
En los bancos vacíos
unas sombras se alegran,
de la paz que ha llegado
a dejar sus esencias.
A cubrir los espacios
de la iglesia desierta,
a escalar sus paredes,
sus ventanas y rejas.
Se apagaron las luces
y quedaron las velas,
alumbrando los santos
y figuras de cera.
Porque solo el silencio
era el dueño de veras,
del recinto sagrado
y su magia incompleta.
Hasta el órgano amable
ha dormido sus cuerdas,
y ha extendido sus notas
por los muros y piedras.
En las viejas paredes
hay alegres vidrieras,
que dan luz y dan vida,
con bonitas escenas.
"...Se apagaron las luces
y hasta el sol parpadea,
en la iglesia del pueblo,
donde un niño confiesa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/14
se cerraron las puertas,
la quietud y el silencio
se adueñó de la iglesia.
El incienso dormido
resurgió en las tinieblas,
con su olor penetrante,
peculiar y sin mezcla.
En los bancos vacíos
unas sombras se alegran,
de la paz que ha llegado
a dejar sus esencias.
A cubrir los espacios
de la iglesia desierta,
a escalar sus paredes,
sus ventanas y rejas.
Se apagaron las luces
y quedaron las velas,
alumbrando los santos
y figuras de cera.
Porque solo el silencio
era el dueño de veras,
del recinto sagrado
y su magia incompleta.
Hasta el órgano amable
ha dormido sus cuerdas,
y ha extendido sus notas
por los muros y piedras.
En las viejas paredes
hay alegres vidrieras,
que dan luz y dan vida,
con bonitas escenas.
"...Se apagaron las luces
y hasta el sol parpadea,
en la iglesia del pueblo,
donde un niño confiesa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/14
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