HE MIRADO, DESPACIO, LA PUERTA...
He mirado, despacio, la puerta,
donde tú me esperabas, a veces,
aunque ahora estuviera cerrada
con orín y verdín en su frente.
¡Cuánto tiempo se encuentra pasado
y, quizás, ya perdido por siempre,
si analizo despacio las causas
de esa puerta cerrada y ausente!
Tu figura marchó, desde luego,
a otros mundos de paz y de nieve,
y llevaba con ella canciones
y hasta sueños de amor hoy vigentes.
Pero tú intercambiaste los cromos
y quisiste buscar, un septiembre,
el otoño de ratos dorados
y el ocaso que nunca se duerme.
Fantasía arrancada a la vida
en sus versos precisos y breves,
y un conjunto de rimas y rosas
esperando la mano que llegue.
Yo no sé si pensaste que afuera,
en la calle y sintiendo el nordeste,
se quedaba la mano sin pulso
que a la tuya tomó muchas veces.
Quizás fuera una mano precisa,
el temblor que nació de repente,
o el fulgor de la tierna mirada
la que trajo el reposo a mis sienes.
Y me dije que no, sin dudarlo,
despreciando recuerdos y fiebres;
no quería vivir en un mundo
prisionero de oscuros cipreses.
"...He mirado, despacio, la puerta
y no vi, en el dintel, algo alegre,
soledad y silencio, tan solo,
y una niebla sutil y envolvente..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/03/16
donde tú me esperabas, a veces,
aunque ahora estuviera cerrada
con orín y verdín en su frente.
¡Cuánto tiempo se encuentra pasado
y, quizás, ya perdido por siempre,
si analizo despacio las causas
de esa puerta cerrada y ausente!
Tu figura marchó, desde luego,
a otros mundos de paz y de nieve,
y llevaba con ella canciones
y hasta sueños de amor hoy vigentes.
Pero tú intercambiaste los cromos
y quisiste buscar, un septiembre,
el otoño de ratos dorados
y el ocaso que nunca se duerme.
Fantasía arrancada a la vida
en sus versos precisos y breves,
y un conjunto de rimas y rosas
esperando la mano que llegue.
Yo no sé si pensaste que afuera,
en la calle y sintiendo el nordeste,
se quedaba la mano sin pulso
que a la tuya tomó muchas veces.
Quizás fuera una mano precisa,
el temblor que nació de repente,
o el fulgor de la tierna mirada
la que trajo el reposo a mis sienes.
Y me dije que no, sin dudarlo,
despreciando recuerdos y fiebres;
no quería vivir en un mundo
prisionero de oscuros cipreses.
"...He mirado, despacio, la puerta
y no vi, en el dintel, algo alegre,
soledad y silencio, tan solo,
y una niebla sutil y envolvente..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/03/16
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