POR ÚLTIMO...



Por último confieso que abandono,
que bajo por mi pie de la escalera,
no busco el oropel ni colecciono
el premio ni el laurel de esta carrera.

Confieso que renuncio, y no perdono,
a ser el pordiosero que pidiera,
la miga de ese verso que menciono
por culpa de una envidia torticera.

Confieso que me quedo, tristemente,
llorando como un tonto, arrepentido,
y herido por un arma, mortalmente.

Confieso que he vivido y he sentido,
la vida de una forma diferente,
y ahora el corazón está vencido.

Rafael Sánchez Ortega ©
05/04/17

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