SOY...
Soy, como tú, ese verso que se busca
en la rosa malherida por el tiempo;
la palabra que vacila entre los labios
y el Amor con sus pasiones y deseos.
Pero soy, como tú, ese junco que vibra
y hasta baila, dulcemente, con el viento
mientras siente la canción de las alondras
y se olvida de la vida, y sus lamentos.
Quiero ser, y tú no sé, arpa que palpita
y se estremece, tiernamente, en los dedos
que secuestran sus acordes y los roban
para dar a los oídos unos besos.
Quiero ser el centinela de tu casa,
el guardián de tus pisadas y paseos,
esa fuente inagotable y siempre fresca
que recoge el manantial de los neveros.
Yo no sé, si quieres ser mi compañía,
la enfermera que me cure tantos miedos,
el poema y la esperanza que yo ansío
y ese verso, inmaculado, con que sueño.
Yo no sé, si quieres ser mi Cenicienta,
la cigarra de mis ojos que, despiertos,
se deslizan por la tierra y por la vida
para ver el contoneo de los cielos.
Pero soy, un vagabundo sollozante,
un mendigo y peregrino de los versos,
un viajero ya de vuelta y sin sonrisa,
y un ladrón de corazones, sin saberlo.
Soy, como tú, el clavel abandonado
en la calle misteriosa del silencio,
la atalaya con que sueña el navegante
en su intento de lograr llegar al puerto.
"...Al final, yo no sé, si ya sé qué busco,
si persigo la traición del laberinto,
aunque espero que tú sepas la respuesta
y me digas, sin palabras, lo que espero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/17
en la rosa malherida por el tiempo;
la palabra que vacila entre los labios
y el Amor con sus pasiones y deseos.
Pero soy, como tú, ese junco que vibra
y hasta baila, dulcemente, con el viento
mientras siente la canción de las alondras
y se olvida de la vida, y sus lamentos.
Quiero ser, y tú no sé, arpa que palpita
y se estremece, tiernamente, en los dedos
que secuestran sus acordes y los roban
para dar a los oídos unos besos.
Quiero ser el centinela de tu casa,
el guardián de tus pisadas y paseos,
esa fuente inagotable y siempre fresca
que recoge el manantial de los neveros.
Yo no sé, si quieres ser mi compañía,
la enfermera que me cure tantos miedos,
el poema y la esperanza que yo ansío
y ese verso, inmaculado, con que sueño.
Yo no sé, si quieres ser mi Cenicienta,
la cigarra de mis ojos que, despiertos,
se deslizan por la tierra y por la vida
para ver el contoneo de los cielos.
Pero soy, un vagabundo sollozante,
un mendigo y peregrino de los versos,
un viajero ya de vuelta y sin sonrisa,
y un ladrón de corazones, sin saberlo.
Soy, como tú, el clavel abandonado
en la calle misteriosa del silencio,
la atalaya con que sueña el navegante
en su intento de lograr llegar al puerto.
"...Al final, yo no sé, si ya sé qué busco,
si persigo la traición del laberinto,
aunque espero que tú sepas la respuesta
y me digas, sin palabras, lo que espero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/17
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