ERA UN HOMBRE MUY TRISTE...
Era un hombre muy triste que vivía su vida
persiguiendo con prisa la fugaz bacanal,
a la vez conseguía la sonrisa fingida,
de manera liviana sin principio y final.
¿Dónde está, se decía, la sonrisa querida,
la que borra nostalgias y te aparta del mal?
¿Dónde estás, te reclamo, pues te quiero, encendida,
a mi lado y latente, cual remedio y sin sal?
Una tarde la brisa se cruzó en su camino
con un beso de plata de la luna del cielo
que dejó entre sus labios un inmenso candor.
Y quedó el don Quijote suplicando al molino
como un hombre doliente, que buscaba con celo,
en la Mancha lejana su fortuna y amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/11/17
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