ES UN PLACER INVITARTE...
Es un placer invitarte y salir de paseo
para ver ese "castillo de los deseos"
que todos llevamos muy dentro,
aunque ya sé que unos lo llaman biblioteca,
otros museo y algunos quizás hasta sueños,
pero yo sé, como tú, que ese "castillo" no es eso.
Me gustaría vendarte los ojos
y llevarte por un camino secreto,
para perdernos por él;
estoy seguro de que llegaríamos
a una sala de madera con techos altos
y largas estanterías cubiertas de libros.
En ella parece que el tiempo se ha detenido
para nosotros,
porque está vacía y nadie nos molesta.
Entonces te quito la venda
y tus ojos se acostumbran a ese sitio perdido,
a ese lugar encantado y a ver y crear personas,
estados que hasta entonces nunca habías imaginado.
Quizás en ese instante soy yo el que cierra los ojos
y se recrea en viejos versos y poemas
buscando en ellos el trono donde sentarte
y el lecho donde depositar tu cuerpo.
¡Sí, quizás es eso lo que pretendo!,
dejar correr la fantasía y que sea libre,
que piense en tu figura sentada en esa silla y ese lecho,
que ha formado la imaginación,
mientras yo estoy cerca y a tu lado,
sintiendo y aguantando el deseo inmenso de abrazarte
y de besarte mientras te leo unos versos
que he escrito para ti.
Pero tú ves más allá de mis versos
y sientes que algo dentro de tu cuerpo se agita
y se excita,
porque mi voz va calando
lentamente en tu sangre
y miles de mariposas empiezan a revolotear
en tu estómago.
Notas que el pulso se acelera,
que la visión se nubla,
que tus manos intentan abordar mi cuerpo
y que sientes la necesidad de calmar esos temblores
con caricias muy íntimas.
Yo me doy cuenta de todo lo que te pasa
y mi cuerpo también recobra el deseo y la lascivia
mientras la sangre acrecienta su galope
y la poesía que sale de mis labios
va a los tuyos con un mensaje sugerente y provocador
que raya en la locura.
Hay fuego y lava en nuestros cuerpos
y una pasión creciente en nuestras almas.
Mis versos te provocan y te hacen estremecer.
Te veo desnuda y siento como tus ojos
me desnudan a la vez.
Recorres con ellos mi cara, mis brazos,
mi espalda,
acaricias mis hombros con tus dedos
y dejas que tus labios
recojan un suspiro de mi pecho;
entonces sientes como algo, dentro de mí, se altera
y notas que mi alma cobra vida
y tú la animas para que siga viviendo,
para que mis labios muerdan los tuyos
y te digan en silencio que te quiero
y que te amo.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/12/17
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