ME HE QUEDADO PENSATIVO
Me he quedado pensativo
al mirar el calendario,
caen los meses uno a uno
y los días van pasando.
Es la eterna margarita
con sus pétalos dorados,
que deshojan y que cuentan
con paciencia nuestras manos.
Ha pasado ya el invierno,
y también abril y mayo,
ahora llega el mes de Junio
y el verano ha comenzado.
Pero pronto las hogueras
con San Juan serán hermanos,
y allí quedan los guarismos
como un tiempo caducado.
Son casillas resumidas
de semanas en un cuadro,
de uno al treinta cada uno
y con ocho exceptuando.
Siete llevan treinta y uno
más febrero que es muy fatuo
veintiocho le consignan
casi siempre cada año.
Sin embargo si es bisiesto
veintinueve le han marcado,
para hacer bien esa cuenta
de la tierra con los astros.
Sin embargo en esta historia
contaré todos mis pasos,
mientras miro el horizonte
resguardado bajo el árbol.
Es la sombra de mi roble,
de este roble centenario,
que ha crecido en tierra seca
elevándose a lo alto.
Allí busca el ancho cielo,
esquivando de él sus rayos,
recibiendo las caricias
de la lluvia con su manto.
Cae la niebla y cae la noche,
sólo quedo descansando,
aparecen las estrellas
ofreciéndome su encanto.
Una a una las contemplo,
y me quedo allí soñando
cuento y hablo a las estrellas
con un beso de mis labios.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/10
al mirar el calendario,
caen los meses uno a uno
y los días van pasando.
Es la eterna margarita
con sus pétalos dorados,
que deshojan y que cuentan
con paciencia nuestras manos.
Ha pasado ya el invierno,
y también abril y mayo,
ahora llega el mes de Junio
y el verano ha comenzado.
Pero pronto las hogueras
con San Juan serán hermanos,
y allí quedan los guarismos
como un tiempo caducado.
Son casillas resumidas
de semanas en un cuadro,
de uno al treinta cada uno
y con ocho exceptuando.
Siete llevan treinta y uno
más febrero que es muy fatuo
veintiocho le consignan
casi siempre cada año.
Sin embargo si es bisiesto
veintinueve le han marcado,
para hacer bien esa cuenta
de la tierra con los astros.
Sin embargo en esta historia
contaré todos mis pasos,
mientras miro el horizonte
resguardado bajo el árbol.
Es la sombra de mi roble,
de este roble centenario,
que ha crecido en tierra seca
elevándose a lo alto.
Allí busca el ancho cielo,
esquivando de él sus rayos,
recibiendo las caricias
de la lluvia con su manto.
Cae la niebla y cae la noche,
sólo quedo descansando,
aparecen las estrellas
ofreciéndome su encanto.
Una a una las contemplo,
y me quedo allí soñando
cuento y hablo a las estrellas
con un beso de mis labios.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario