SI ME QUIERE AYUDAR, NO ME PREGUNTE
Si me quiere ayudar, no me pregunte,
me dijo un vagabundo de la vida,
prefiero que enmudezcan las palabras
y que hable el corazón, si en mi confía.
Deseo que el silencio me acompañe,
igual que los latidos de la brisa,
y busque mi mirada a las sirenas
que salgan a la playa con sus liras.
Comprenda que yo soy un trotamundos,
un ser enamorado que camina,
y marcho por callejas y cañadas
ausente y careciendo de comida.
Regreso del periplo, cual atlante,
y vuelvo a los canales y marismas,
los mismos que cuidaron mis ancestros,
curvando sus espaldas día a día.
No mire usted mi atuendo ni mi ropa,
tampoco mi camisa descosida,
tampoco se detenga en mis zapatos
manchados por el barro y por la arcilla.
Regreso de unos pueblos ignorados,
allí donde el ocaso difumina,
las luces de la tarde y de la noche
e hilvana su tristeza con las mismas.
La noche suele ser de los amantes,
también de los poetas y suicidas,
la noche da los premios y los llantos,
juntando las estrellas que titilan.
Arriba los centauros se estremecen,
se escuchan sus relinchos en Olimpia,
y marchan a los bosques de la Arcadia
en busca de esa paz que necesitan.
Por eso su silencio lo valoro,
me dijo el vagabundo en su sonrisa,
no quiero relatarle mis miserias,
tan solo descansar junto a su ría.
Hay ríos de volcanes y pasiones,
hay rías con sus aguas muy tranquilas,
reflejo de sencillos corazones
soñando con su amor, mientras dormitan.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/10
me dijo un vagabundo de la vida,
prefiero que enmudezcan las palabras
y que hable el corazón, si en mi confía.
Deseo que el silencio me acompañe,
igual que los latidos de la brisa,
y busque mi mirada a las sirenas
que salgan a la playa con sus liras.
Comprenda que yo soy un trotamundos,
un ser enamorado que camina,
y marcho por callejas y cañadas
ausente y careciendo de comida.
Regreso del periplo, cual atlante,
y vuelvo a los canales y marismas,
los mismos que cuidaron mis ancestros,
curvando sus espaldas día a día.
No mire usted mi atuendo ni mi ropa,
tampoco mi camisa descosida,
tampoco se detenga en mis zapatos
manchados por el barro y por la arcilla.
Regreso de unos pueblos ignorados,
allí donde el ocaso difumina,
las luces de la tarde y de la noche
e hilvana su tristeza con las mismas.
La noche suele ser de los amantes,
también de los poetas y suicidas,
la noche da los premios y los llantos,
juntando las estrellas que titilan.
Arriba los centauros se estremecen,
se escuchan sus relinchos en Olimpia,
y marchan a los bosques de la Arcadia
en busca de esa paz que necesitan.
Por eso su silencio lo valoro,
me dijo el vagabundo en su sonrisa,
no quiero relatarle mis miserias,
tan solo descansar junto a su ría.
Hay ríos de volcanes y pasiones,
hay rías con sus aguas muy tranquilas,
reflejo de sencillos corazones
soñando con su amor, mientras dormitan.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/10
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