VOY A SEMBRAR EL PATIO DE ALHELÍES
Voy a sembrar el patio de alhelíes
y crecerán allí, junto a las rosas,
las cubrirán de encanto y de alegría
para vivir con ellas muchas horas.
removerá sus pétalos el viento
y llegarán las noches con sus sombras,
para besar sin pausa nuestras flores
para velar su sueño sin demora.
Y pasarán otoños y veranos
que dejarán la tierra triste y sola,
y regarán las rosas tristemente
el llanto destilado de sus hojas.
Proseguiré cavando en los jardines
en esa tierra tan rebelde y tosca,
sintiendo que los años y el cansancio
transforman poco a poco mi persona.
Me sentaré quizás en ese banco,
ese sitial labrado entre la roca,
y allí veré acercarse la tormenta
y hasta la nieve, que veloz retorna.
No buscaré ya el llanto de los vientos,
ni ese clamor ni besos de su boca,
contemplaré despacio y sin palabras,
como regresa a casa la gaviota.
Cómo pelea y lucha con los vientos,
tratando de avanzar sobre las olas,
y sonreiré tal vez, tímidamente,
al comprender entonces muchas cosas.
Las viejas azucenas que he plantado
llenaron de candor a nuestras rosas,
con ellas compartieron sus secretos
y oyeron las canciones de su boca.
Más estos alhelíes que ahora siembro
de sangre cubrirán la tierra, toda,
las rosas y semillas fermentadas
entonces sentirán que no están solas.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/06/10
y crecerán allí, junto a las rosas,
las cubrirán de encanto y de alegría
para vivir con ellas muchas horas.
removerá sus pétalos el viento
y llegarán las noches con sus sombras,
para besar sin pausa nuestras flores
para velar su sueño sin demora.
Y pasarán otoños y veranos
que dejarán la tierra triste y sola,
y regarán las rosas tristemente
el llanto destilado de sus hojas.
Proseguiré cavando en los jardines
en esa tierra tan rebelde y tosca,
sintiendo que los años y el cansancio
transforman poco a poco mi persona.
Me sentaré quizás en ese banco,
ese sitial labrado entre la roca,
y allí veré acercarse la tormenta
y hasta la nieve, que veloz retorna.
No buscaré ya el llanto de los vientos,
ni ese clamor ni besos de su boca,
contemplaré despacio y sin palabras,
como regresa a casa la gaviota.
Cómo pelea y lucha con los vientos,
tratando de avanzar sobre las olas,
y sonreiré tal vez, tímidamente,
al comprender entonces muchas cosas.
Las viejas azucenas que he plantado
llenaron de candor a nuestras rosas,
con ellas compartieron sus secretos
y oyeron las canciones de su boca.
Más estos alhelíes que ahora siembro
de sangre cubrirán la tierra, toda,
las rosas y semillas fermentadas
entonces sentirán que no están solas.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/06/10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario