VOLVERÁN CON EL MAR Y LAS MAREAS
Volverán con el mar y las mareas
los romances de niños y de ancianos,
y con ellos vendrán tantos recuerdos,
impacientes, que fueron rescatados.
...Sín títulos, ni rótulos estaba
aquel viejo café de no hace tanto,
tras sus puertas guardaba los secretos,
confidencias de jóvenes de antaño.
Era un viejo esqueleto el edificio,
y el café se encontraba en aquel bajo,
junto al puerto cargado de ilusiones
con marinos llegados en los barcos.
Acudían también a la taberna
jubilados curtidos por los años,
con su pipa paciente y la petaca
conteniendo las hebras del tabaco.
Se sentaba mirando la ventana
y llevaba la copa hasta sus labios,
era un vino mezclado con el humo,
con el gesto nervioso de sus manos.
También iban señoras muy curtidas,
jornaleros y tipos trajeados,
una mezcla de seres muy bohemios
que ponían la esencia de ese cuadro.
Y allí estaba la eterna sirenita,
despachando cervezas en los vasos,
con su gracia sutil y su presencia,
y poniendo una nota con su encanto.
Porque sí, era ella quien cantaba
y limpiaba el tablero con un trapo,
tan ajena a la calle y a la vida,
con mil sueños tenidos, pero intactos.
Conservaba la gracia en su mirada,
su sonrisa prendida de los labios,
y ese toque sutil y diferente
que llamaba atención, sin evitarlo.
Simplemente allí estaba, porque era,
la criada y la dueña de aquel antro,
el café de los hombres tan curtidos,
marineros, obreros y borrachos.
Albergaba en su pecho la esperanza
de marchar algún día hacia otro lado,
de encontrar a ese hombre de su vida,
y olvidar los bochornos de ese cuarto.
Es posible que el sueño que tuviera,
fuera solo de niña y un regalo,
pero todo pasó, como la brisa,
y ahora mismo el café ya está cerrado.
Sólo quedan las puertas mal cerradas,
y el olor a taberna que está rancio,
a pesar de que llegue entre la niebla
ese tierno recuerdo del pasado...
"...Volverán con el mar y las mareas
el salitre y el yodo hasta los labios,
y vendrán muchos besos y suspiros
a besar tus cabellos plateados..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/07/10
los romances de niños y de ancianos,
y con ellos vendrán tantos recuerdos,
impacientes, que fueron rescatados.
...Sín títulos, ni rótulos estaba
aquel viejo café de no hace tanto,
tras sus puertas guardaba los secretos,
confidencias de jóvenes de antaño.
Era un viejo esqueleto el edificio,
y el café se encontraba en aquel bajo,
junto al puerto cargado de ilusiones
con marinos llegados en los barcos.
Acudían también a la taberna
jubilados curtidos por los años,
con su pipa paciente y la petaca
conteniendo las hebras del tabaco.
Se sentaba mirando la ventana
y llevaba la copa hasta sus labios,
era un vino mezclado con el humo,
con el gesto nervioso de sus manos.
También iban señoras muy curtidas,
jornaleros y tipos trajeados,
una mezcla de seres muy bohemios
que ponían la esencia de ese cuadro.
Y allí estaba la eterna sirenita,
despachando cervezas en los vasos,
con su gracia sutil y su presencia,
y poniendo una nota con su encanto.
Porque sí, era ella quien cantaba
y limpiaba el tablero con un trapo,
tan ajena a la calle y a la vida,
con mil sueños tenidos, pero intactos.
Conservaba la gracia en su mirada,
su sonrisa prendida de los labios,
y ese toque sutil y diferente
que llamaba atención, sin evitarlo.
Simplemente allí estaba, porque era,
la criada y la dueña de aquel antro,
el café de los hombres tan curtidos,
marineros, obreros y borrachos.
Albergaba en su pecho la esperanza
de marchar algún día hacia otro lado,
de encontrar a ese hombre de su vida,
y olvidar los bochornos de ese cuarto.
Es posible que el sueño que tuviera,
fuera solo de niña y un regalo,
pero todo pasó, como la brisa,
y ahora mismo el café ya está cerrado.
Sólo quedan las puertas mal cerradas,
y el olor a taberna que está rancio,
a pesar de que llegue entre la niebla
ese tierno recuerdo del pasado...
"...Volverán con el mar y las mareas
el salitre y el yodo hasta los labios,
y vendrán muchos besos y suspiros
a besar tus cabellos plateados..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/07/10
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