MIRO Y TE VEO DORMIDA...
Miro y te veo dormida,
en el lecho reposando,
cuerpo curtido de anciana
en un día limpio y claro.
Estás ajena a la vida
en este estanque dorado,
donde las luces y sombras
pasan deprisa, volando.
Has arrancado sonrisas
de otros, ocultas en labios,
y has caminado sin rumbo
por los senderos y atajos.
Fuiste un bastión en la vida
y de mi infancia un regalo,
yo veneré las palabras
y tu paciencia y trabajo.
Miro y te veo dormida
y sin querer yo te hablo,
siento que gritan las venas
como pidiendo un milagro.
Hay una cama vacía
que se impacienta a tu lado,
puede que nadie la ocupe
y que se pierda mi llanto.
Porque yo sé que la vida
es un continuo letargo,
es una lucha sin nombre
desde el invierno al verano.
Llegan las batas azules,
pasan las verdes volando,
vienen las bolsas de suero
para aliviarte del daño.
Miro y te veo dormida,
y continúo pensando,
en los consejos y prisas
y regañinas de antaño.
Sé que los hombres suspiran
y que terminan llorando,
al recordar a la madre
y su cariño robado.
Porque al final es un cuerpo,
con el cabello tan blanco,
son unas manos nerviosas
las que reclaman tu mano.
Y es un susurro que dictan
esos ojitos tan claros,
es esa chispa que muere
en la pupila temblando.
"...Hoy, que te miro y te veo,
sé lo que falta y me callo,
porque me diste la vida
y tu cariño en un acto..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/13
en el lecho reposando,
cuerpo curtido de anciana
en un día limpio y claro.
Estás ajena a la vida
en este estanque dorado,
donde las luces y sombras
pasan deprisa, volando.
Has arrancado sonrisas
de otros, ocultas en labios,
y has caminado sin rumbo
por los senderos y atajos.
Fuiste un bastión en la vida
y de mi infancia un regalo,
yo veneré las palabras
y tu paciencia y trabajo.
Miro y te veo dormida
y sin querer yo te hablo,
siento que gritan las venas
como pidiendo un milagro.
Hay una cama vacía
que se impacienta a tu lado,
puede que nadie la ocupe
y que se pierda mi llanto.
Porque yo sé que la vida
es un continuo letargo,
es una lucha sin nombre
desde el invierno al verano.
Llegan las batas azules,
pasan las verdes volando,
vienen las bolsas de suero
para aliviarte del daño.
Miro y te veo dormida,
y continúo pensando,
en los consejos y prisas
y regañinas de antaño.
Sé que los hombres suspiran
y que terminan llorando,
al recordar a la madre
y su cariño robado.
Porque al final es un cuerpo,
con el cabello tan blanco,
son unas manos nerviosas
las que reclaman tu mano.
Y es un susurro que dictan
esos ojitos tan claros,
es esa chispa que muere
en la pupila temblando.
"...Hoy, que te miro y te veo,
sé lo que falta y me callo,
porque me diste la vida
y tu cariño en un acto..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/13
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