ES QUIZÁS UNA SUERTE, LO CONFIESO...


Es quizás una suerte, lo confieso,
recibir la caricia de la vida
y sentir ese roce apresurado
de la rosa y su beso en la mejilla.

Pero sé que la vida y la nostalgia
muchas veces se juntan y se miran,
y después de minutos de silencio
surge un llanto de forma repentina.

Yo no sé los designios del destino
ni si existen o no las maravillas
de otro mundo, mejor y más pequeño,
con su carga de amor y fantasía.

Pero estoy en el mundo en que he venido,
una tierra de arenas y de envidias,
un lugar con fronteras y deshielos
donde reina la paz en la utopía.

Es quizás, esa eterna interrogante,
la pregunta surgida y tan sencilla,
ese nudo formado en la garganta
y el susurro con lágrimas vertidas.

Sigo aquí, soñador impertinente,
en el tren que ha parado en estas vías;
un andén ya diviso en lontananza
y un vagón que me apresa y me confina.

Pero sigo mirando hacia adelante
a ese mar que me cubre y me salpica,
con sus olas que llegan y se alejan
y me mojan con besos y caricias.

Yo no sé lo que busco por la playa
entre luces de estrellas reunidas,
y si va o no va, entre mis manos,
esa mano que quiero entre las mías.

Es quizás, un monólogo de sordos,
un crisol apagado y sin cerillas,
un volcán con su lava intermitente
y un amor que precisa tu sonrisa.

Rafael Sánchez Ortega ©
14/05/13

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