PARECÍA...



Parecía que tuviera mucha arena,
entre los ojos,
y una dulce sensación que le embargaba
tras mirar, con gran esfuerzo,
ese fuego
que, en la playa, consumía sus cenizas.

Un deseo reinventado de pasión
y de lujuria,
reanimaba el sueño eterno de los leños.

Otras luces, en el alma,
se fundían, en la tarde,
con el tono tan rojizo del ocaso,
más allá del horizonte y de la noche.

Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/14

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