SE TE CIERRAN LOS OJOS DULCEMENTE...
Se te cierran los ojos dulcemente
al oír el rumor de las mareas,
al vaivén del nordeste y la resaca
que adormecen los ojos y la oreja.
Y es así como vuelven los recuerdos
y regresan las tardes más bien frescas,
respirando el aroma inconfundible
de los campos de estío con la yerba.
Marionetas de luces y colores
se confunden y pueblan la cabeza,
entre acordes de música sublime
que bailaron tus pies en tantas fiestas.
Un baúl de ilusión y fantasía
se destapa y derrama las esencias,
que tenías adentro, muy guardadas,
en el pecho con luz y candilejas.
Porque fuiste la rosa de los vientos
que marcabas el norte a las estrellas,
y aunque nunca perdiste la sonrisa
en tus labios tenías madreperlas.
Eras bella y preciosa como nadie,
tu figura emanaba una silueta,
que hasta el alma del ciego se agitaba
y buscaba tu paso con presteza.
Hoy recoges el paso de los años
y suspiras al sueño que regresa,
y te eleva del suelo en un instante
a ese cielo sembrado de violetas.
Dormirás para siempre, entre mis brazos,
corazón que galopa en las tinieblas,
mientras sientes la voz, con mi palabra,
que suplica y te pide que me quieras.
"...Se te cierran los ojos dulcemente
escuchando la música sincera,
la que traza tu pecho enamorado
al leer estos versos de un poema..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/01/14
al oír el rumor de las mareas,
al vaivén del nordeste y la resaca
que adormecen los ojos y la oreja.
Y es así como vuelven los recuerdos
y regresan las tardes más bien frescas,
respirando el aroma inconfundible
de los campos de estío con la yerba.
Marionetas de luces y colores
se confunden y pueblan la cabeza,
entre acordes de música sublime
que bailaron tus pies en tantas fiestas.
Un baúl de ilusión y fantasía
se destapa y derrama las esencias,
que tenías adentro, muy guardadas,
en el pecho con luz y candilejas.
Porque fuiste la rosa de los vientos
que marcabas el norte a las estrellas,
y aunque nunca perdiste la sonrisa
en tus labios tenías madreperlas.
Eras bella y preciosa como nadie,
tu figura emanaba una silueta,
que hasta el alma del ciego se agitaba
y buscaba tu paso con presteza.
Hoy recoges el paso de los años
y suspiras al sueño que regresa,
y te eleva del suelo en un instante
a ese cielo sembrado de violetas.
Dormirás para siempre, entre mis brazos,
corazón que galopa en las tinieblas,
mientras sientes la voz, con mi palabra,
que suplica y te pide que me quieras.
"...Se te cierran los ojos dulcemente
escuchando la música sincera,
la que traza tu pecho enamorado
al leer estos versos de un poema..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/01/14
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