SE CANSÓ...
Se cansó de la vida y también de los sueños,
de seguir por la playa soportando el calor.
Se cansó de las huellas que llevaban al cielo
y miró más abajo, y de pronto te vio.
Y volvió tras sus pasos a buscarte de lejos,
a seguir tu camino con candor y pasión,
porque así le guiabas, por angostos senderos,
por cañadas y valles hacia un mundo mejor.
Se cansó de palabras y de oscuros silencios
que pedían aplausos y una nueva canción,
porque todo en la vida tiene añejos recuerdos
con la copa de vino que brindamos al sol.
Y bebió de aquel vaso ese néctar sincero,
con el trago agridulce y recuerdos de ron,
y viajó por las nubes en un barco sin remos
sin timón y sin rumbo hacia un puerto mejor.
Se cansó de buscar por las aguas reflejos
de gaviotas con nombre y alcatraces sin voz,
y siguió su camino, sin parar, soñoliento,
peregrino y sin patria con su eterno zurrón.
Y sintió que el salitre le quemaba en el cuerpo,
le llegaba hasta el alma y causaba dolor,
porque todo en la vida tiene esencia y misterio,
y es aquello que aviva al fugaz corazón.
Se cansó de esperarte aquel hombre ya viejo
en el parque del norte sosteniendo una flor,
una rosa marchita, unos labios y un beso
que pedían a cambio, otro beso entre dos.
Pero tú le llamaste con su nombre secreto,
y aquel lirio de antaño en el pecho tembló,
y volaron de nuevo, los cometas al cielo
y brillaron sus ojos renaciendo el amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/05/14
de seguir por la playa soportando el calor.
Se cansó de las huellas que llevaban al cielo
y miró más abajo, y de pronto te vio.
Y volvió tras sus pasos a buscarte de lejos,
a seguir tu camino con candor y pasión,
porque así le guiabas, por angostos senderos,
por cañadas y valles hacia un mundo mejor.
Se cansó de palabras y de oscuros silencios
que pedían aplausos y una nueva canción,
porque todo en la vida tiene añejos recuerdos
con la copa de vino que brindamos al sol.
Y bebió de aquel vaso ese néctar sincero,
con el trago agridulce y recuerdos de ron,
y viajó por las nubes en un barco sin remos
sin timón y sin rumbo hacia un puerto mejor.
Se cansó de buscar por las aguas reflejos
de gaviotas con nombre y alcatraces sin voz,
y siguió su camino, sin parar, soñoliento,
peregrino y sin patria con su eterno zurrón.
Y sintió que el salitre le quemaba en el cuerpo,
le llegaba hasta el alma y causaba dolor,
porque todo en la vida tiene esencia y misterio,
y es aquello que aviva al fugaz corazón.
Se cansó de esperarte aquel hombre ya viejo
en el parque del norte sosteniendo una flor,
una rosa marchita, unos labios y un beso
que pedían a cambio, otro beso entre dos.
Pero tú le llamaste con su nombre secreto,
y aquel lirio de antaño en el pecho tembló,
y volaron de nuevo, los cometas al cielo
y brillaron sus ojos renaciendo el amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/05/14
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