HOY SE CIERRA EL POEMA DE MI VIDA...
Hoy se cierra el poema de mi vida
y con él unos versos ya mortales,
pongo fin a una etapa del pasado
con sonrisas, nostalgias y saudades.
Hoy terminan los sueños vagabundos
los amores quizás del principiante,
los suspiros lanzados a la luna
y la voz que salía suplicante.
Y terminan las lágrimas rebeldes,
las migajas del pobre por la calle,
la limosna del pecho presuroso
que buscaba el amor en todas partes.
Ya no valen las gotas de rocío
que dejaban frescura por el valle,
ni la rosa temblando en los jardines
que ofrecía en los pétalos su sangre.
Se acabaron los versos del poema
y, a la vez, esa fuga mareante,
donde solo los buenos corazones
conseguían el premio cada tarde.
Se termina la rima conseguida
y hasta el ritmo se altera en asonante,
porque quiere romper esas cadenas
y los lazos de niebla que renacen.
Yo sé bien el dolor que esto me causa
y hasta el cáliz que llega a marearme,
porque el néctar sagrado del poema
a mi pecho le parte en dos mitades.
Pero debo acabar esta agonía,
estos sueños tan bellos y adorables,
y dejar que los mismos se marchiten
con los versos dorados para "un alguien"
Y aquí cierro el poema de mi vida
y silencio los versos con el aire,
esa brisa tranquila del nordeste
cuya estrofa palpita parpadeante.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/14
y con él unos versos ya mortales,
pongo fin a una etapa del pasado
con sonrisas, nostalgias y saudades.
Hoy terminan los sueños vagabundos
los amores quizás del principiante,
los suspiros lanzados a la luna
y la voz que salía suplicante.
Y terminan las lágrimas rebeldes,
las migajas del pobre por la calle,
la limosna del pecho presuroso
que buscaba el amor en todas partes.
Ya no valen las gotas de rocío
que dejaban frescura por el valle,
ni la rosa temblando en los jardines
que ofrecía en los pétalos su sangre.
Se acabaron los versos del poema
y, a la vez, esa fuga mareante,
donde solo los buenos corazones
conseguían el premio cada tarde.
Se termina la rima conseguida
y hasta el ritmo se altera en asonante,
porque quiere romper esas cadenas
y los lazos de niebla que renacen.
Yo sé bien el dolor que esto me causa
y hasta el cáliz que llega a marearme,
porque el néctar sagrado del poema
a mi pecho le parte en dos mitades.
Pero debo acabar esta agonía,
estos sueños tan bellos y adorables,
y dejar que los mismos se marchiten
con los versos dorados para "un alguien"
Y aquí cierro el poema de mi vida
y silencio los versos con el aire,
esa brisa tranquila del nordeste
cuya estrofa palpita parpadeante.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/14
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