EN MEDIO DE LAS PÁGINAS PERDIDAS...
En medio de las páginas perdidas
vagaban las pupilas soñolientas,
miraban más allá del infinito
buscando los latidos de un poema.
El barro que cubría los marjales
dejaba sensaciones de tristeza
y un halo de temor y de nostalgia
brotaba sin querer desde la gleba.
Volvamos a los ojos legañosos,
y al niño que en el día se despierta.
al hombre que suspira enamorado
y busca la caricia que desea.
Volvamos al cuaderno manuscrito,
con páginas gastadas y, con letras,
dejadas por la mano temblorosa
de un simple soñador por las veredas.
En medio de esas páginas perdidas
se encuentran el salitre y las mareas,
los barcos y marinos de estas costas
con restos de gaviotas y sal muera.
También encontraremos las canciones
que dejan las resacas en la arena,
igual que las leyendas infantiles
que hablaban de la luna y las estrellas.
Por eso, en esta búsqueda incesante,
los niños ya no esperan a princesas,
si acaso a los recuerdos de la infancia
y aquellos balbuceos de su lengua.
Palabras y palabras que nacían
surgiendo de los sueños y la niebla
en una comunión irresistible
que ansiaban los latidos de la tierra.
"...En medio de unas páginas perdidas
estaban unas lágrimas sinceras,
un niño las miraba tiernamente
y luego las prendía en su cometa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/14
vagaban las pupilas soñolientas,
miraban más allá del infinito
buscando los latidos de un poema.
El barro que cubría los marjales
dejaba sensaciones de tristeza
y un halo de temor y de nostalgia
brotaba sin querer desde la gleba.
Volvamos a los ojos legañosos,
y al niño que en el día se despierta.
al hombre que suspira enamorado
y busca la caricia que desea.
Volvamos al cuaderno manuscrito,
con páginas gastadas y, con letras,
dejadas por la mano temblorosa
de un simple soñador por las veredas.
En medio de esas páginas perdidas
se encuentran el salitre y las mareas,
los barcos y marinos de estas costas
con restos de gaviotas y sal muera.
También encontraremos las canciones
que dejan las resacas en la arena,
igual que las leyendas infantiles
que hablaban de la luna y las estrellas.
Por eso, en esta búsqueda incesante,
los niños ya no esperan a princesas,
si acaso a los recuerdos de la infancia
y aquellos balbuceos de su lengua.
Palabras y palabras que nacían
surgiendo de los sueños y la niebla
en una comunión irresistible
que ansiaban los latidos de la tierra.
"...En medio de unas páginas perdidas
estaban unas lágrimas sinceras,
un niño las miraba tiernamente
y luego las prendía en su cometa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/14
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