HAY SIGNOS QUE DISTINGUEN A LA GENTE...
Hay signos que distinguen a la gente,
detalles que los hacen más personas,
sonrisas que renacen en las almas
y cejas que se curvan misteriosas.
Se puede matizar que son los pueblos,
el clima y las regiones quien los forma,
la mueca candorosa y el suspiro
y el llanto de unos ojos a deshora.
Más algo lleva dentro el ser humano
que hace que camine tras la sombra,
aquella que conduce a la alegría
y evita las legañas pesarosas.
No sé si el sol bendito que nos besa
tendrá mil propiedades curadoras,
y puede que la brisa y el nordeste
nos deje las caricias de las rosas.
Hay signos que distinguen a la gente,
los pasos y hasta gestos en sus bocas,
la forma en que caminan por el parque
mirando a los pequeños y palomas.
Entonces se despiertan los poetas
y dejan esas letras caprichosas,
aquellas que susurran dulcemente
palabras y metáforas cantoras.
Se puede concebir un paraíso,
un mundo con sus mares y sus olas,
campiñas que te esperan con su encanto
cubiertas de azafrán y de amapolas.
Es fácil deslizarse por los sueños
y ser el narrador de sus estrofas,
los versos que han nacido en las pupilas
y llegan al cuaderno con su aroma.
"...Hay signos que distinguen a la gente,
retazos de alegría y caracolas,
mezclados con arrugas en el rostro
que anuncian las tormentas ya remotas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/01/15
detalles que los hacen más personas,
sonrisas que renacen en las almas
y cejas que se curvan misteriosas.
Se puede matizar que son los pueblos,
el clima y las regiones quien los forma,
la mueca candorosa y el suspiro
y el llanto de unos ojos a deshora.
Más algo lleva dentro el ser humano
que hace que camine tras la sombra,
aquella que conduce a la alegría
y evita las legañas pesarosas.
No sé si el sol bendito que nos besa
tendrá mil propiedades curadoras,
y puede que la brisa y el nordeste
nos deje las caricias de las rosas.
Hay signos que distinguen a la gente,
los pasos y hasta gestos en sus bocas,
la forma en que caminan por el parque
mirando a los pequeños y palomas.
Entonces se despiertan los poetas
y dejan esas letras caprichosas,
aquellas que susurran dulcemente
palabras y metáforas cantoras.
Se puede concebir un paraíso,
un mundo con sus mares y sus olas,
campiñas que te esperan con su encanto
cubiertas de azafrán y de amapolas.
Es fácil deslizarse por los sueños
y ser el narrador de sus estrofas,
los versos que han nacido en las pupilas
y llegan al cuaderno con su aroma.
"...Hay signos que distinguen a la gente,
retazos de alegría y caracolas,
mezclados con arrugas en el rostro
que anuncian las tormentas ya remotas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/01/15
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