ERA UN ÁNGEL...
Era un ángel plantado en el camino,
una luz que brillaba en la distancia,
era un dulce recuerdo de la infancia
descansando, quizás, cual peregrino.
Él tenía las llaves del destino,
que portaba con tino y elegancia;
de su mano, cargada de fragancia,
emanaba el perfume tan divino.
Y esa luz, del fanal de la farola,
prometía la esencia de la vida.
Temerosa, en la playa, y escondida
se encontraba una tierna caracola.
Y tembló, como tiembla la amapola,
deseando esa luz tan prometida.
(Una luz que la lleve hasta su amado
y a ese sueño tan bello y añorado)
Rafael Sánchez Ortega ©
17/12/15
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