NO TE VAYAS AMOR...
No te vayas amor, no me abandones,
necesito la brisa de tus alas,
ese leve y sutil escalofrío
que renueva la sangre enamorada.
Porque el hielo y la nieve del invierno
atenazan el cuerpo y las espaldas,
y hasta el beso precioso que no llega
es un roce de fuego por la cara.
Es difícil gritar en el desierto
y escuchar la respuesta tan ansiada,
hay preguntas que buscan laberintos
y no tienen sentido las palabras.
Porque el grito que brota del silencio
es la voz vacilante que te llama,
la que busca tus ojos en la noche
y acaricia, sin pausa, tus pestañas.
¡Cuánta nota se pierde en el vacío
a la vez que enmudecen las cigarras!,
hay latidos que siguen solitarios
sin saber el destino de su marcha.
Mientras tanto releo tus poemas
y los versos sinceros que me dabas.
¡Tantas tardes unimos nuestros sueños
que ahora el miedo me oprime las entrañas!
Fuiste vida y pasión, en un instante,
vendaval y galerna en la distancia,
un oasis, perdido de los cuentos,
y un candor que llegaba a la mirada.
Pero un día marchaste a tu destino
y emprendiste el camino, con el alba,
olvidando al poeta de otros tiempos
por un lindo futuro y sus ventajas.
"...No te vayas amor, en un susurro,
te decía al oído mi garganta.
Pero tú, con tus ojos de inocencia
proclamabas que no me abandonabas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/17
necesito la brisa de tus alas,
ese leve y sutil escalofrío
que renueva la sangre enamorada.
Porque el hielo y la nieve del invierno
atenazan el cuerpo y las espaldas,
y hasta el beso precioso que no llega
es un roce de fuego por la cara.
Es difícil gritar en el desierto
y escuchar la respuesta tan ansiada,
hay preguntas que buscan laberintos
y no tienen sentido las palabras.
Porque el grito que brota del silencio
es la voz vacilante que te llama,
la que busca tus ojos en la noche
y acaricia, sin pausa, tus pestañas.
¡Cuánta nota se pierde en el vacío
a la vez que enmudecen las cigarras!,
hay latidos que siguen solitarios
sin saber el destino de su marcha.
Mientras tanto releo tus poemas
y los versos sinceros que me dabas.
¡Tantas tardes unimos nuestros sueños
que ahora el miedo me oprime las entrañas!
Fuiste vida y pasión, en un instante,
vendaval y galerna en la distancia,
un oasis, perdido de los cuentos,
y un candor que llegaba a la mirada.
Pero un día marchaste a tu destino
y emprendiste el camino, con el alba,
olvidando al poeta de otros tiempos
por un lindo futuro y sus ventajas.
"...No te vayas amor, en un susurro,
te decía al oído mi garganta.
Pero tú, con tus ojos de inocencia
proclamabas que no me abandonabas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/17
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