TE MIRO, GIRASOL...
Te miro girasol y me entristezco
pensando en tu agonía prematura,
será cuando la mano enamorada
te prive, por la noche, de la luna.
Sin duda quedarán muy solitarias
las noche del invierno que son crudas,
y más si tú no estás, entre los campos,
durmiendo con la brisa tu figura.
¡Oh tierno girasol, no me abandones,
espera que me llegue la fortuna,
la lágrima que viene de tus ojos
ya roza mi pupila en la penumbra!
Despiértame del sueño de los cuerdos
y acepta que prosiga entre las brumas,
allí, bajo los pliegues de tu manto
buscando la razón de mi locura.
Te miro girasol, y te comprendo,
has sido espectador de muchas dudas,
algunas de pintores variopintos
y en otras de donceles en sus mulas.
El tiempo se ha parado en tus pestañas
y sabes de los hombres sus preguntas,
por eso las valoras y sonríes
sabiendo lo que en ellas se te oculta.
Recuerdas una tarde de un domingo,
un viejo capellán con su casulla,
venía de una aldea no lejana
y a ti se dirigió con gran mesura:
"...Hermano girasol, dame tu mano,
atiende al corazón que aquí te busca,
no dejes que la tierra en su agonía
apague sus latidos y escritura..."
Te miro girasol y voy contigo
rompamos simplemente las columnas,
aquellas que nos ciegan y estremecen,
sabremos superar esas alturas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/02/17
pensando en tu agonía prematura,
será cuando la mano enamorada
te prive, por la noche, de la luna.
Sin duda quedarán muy solitarias
las noche del invierno que son crudas,
y más si tú no estás, entre los campos,
durmiendo con la brisa tu figura.
¡Oh tierno girasol, no me abandones,
espera que me llegue la fortuna,
la lágrima que viene de tus ojos
ya roza mi pupila en la penumbra!
Despiértame del sueño de los cuerdos
y acepta que prosiga entre las brumas,
allí, bajo los pliegues de tu manto
buscando la razón de mi locura.
Te miro girasol, y te comprendo,
has sido espectador de muchas dudas,
algunas de pintores variopintos
y en otras de donceles en sus mulas.
El tiempo se ha parado en tus pestañas
y sabes de los hombres sus preguntas,
por eso las valoras y sonríes
sabiendo lo que en ellas se te oculta.
Recuerdas una tarde de un domingo,
un viejo capellán con su casulla,
venía de una aldea no lejana
y a ti se dirigió con gran mesura:
"...Hermano girasol, dame tu mano,
atiende al corazón que aquí te busca,
no dejes que la tierra en su agonía
apague sus latidos y escritura..."
Te miro girasol y voy contigo
rompamos simplemente las columnas,
aquellas que nos ciegan y estremecen,
sabremos superar esas alturas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/02/17
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