PARA QUÉ MIRARTE...


¿Para qué mirarte si estás en mi pecho?,
(corazón hermoso, decía mi madre),
¿para qué sentirte si sé que en el alma
tus dulces latidos me dejan tu imagen?

Quizás muchos hombres no somos conscientes
del tiempo y la vida que dictan verdades,
quizás porque vamos deprisa y corriendo,
y un tanto cansados de andar por las calles.

La vida comienza de nuevo en el día,
y en ella se vuelcan tristeza y pesares,
angustia y nostalgia con dudas y miedos,
que van con nosotros quizás hasta el parque.

Allí entre los bancos buscamos las rosas,
las flores divinas de extraños manjares,
los sueños de plata, tal vez, de la infancia,
y llegan palomas que ofrecen saudades.

MIgajas del tiempo que va en los relojes,
pequeñas escenas que son como instantes,
fracciones de vida que emiten suspiros,
susurros sin voces que alteran la sangre.

Los ojos sonríen las flores se alteran,
es fácil que, entonces, se escuchen cantares,
un duro marino camina hacia el puerto
también las traineras dan vida y señales.

Recuerdo a mi madre rezando en silencio
en tardes preciosas y noches tan graves,
la eterna pregunta del mar y la vida,
con duras respuestas de sal y vinagre.

La vida es un hilo que pende del cielo,
las almas queremos ver caras amables,
ausencia de miedo que llegue a las casas
y el pan y la pesca a la mesa y hogares.

"...Para qué mirarte si estás en mi pecho,
me digo y te digo, con tono agradable,
ya estás en mi vida, en mi alma, en mi todo,
y vas a mi lado y un paso adelante..."

Rafael Sánchez Ortega ©
16/02/17

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