SIENTO EL SOPLO...



Siento el soplo de tus labios en la cara
y hasta el alma se estremece
por la vida que recibe
en un instante.

Es volver a respirar un aire nuevo,
una carga de ilusión recuperada,
un castillo desvelado entre la bruma,
un navío bien repleto de leyendas
y la dulce sensación de seguir vivo.

Es por eso que te siento
y agradezco la presencia
de tu aliento.
Esa brisa susurrante que me envías,
ese beso, silencioso, y sin palabras,
esa dulce melodía que me alegra
la mañana,
ese roce tan cargado de erotismo
y ese verso, inacabado,
que me llega y, que me dices
que termine.

Porque todo es poesía
en este instante,
y hasta el hombre que ha dormido
se despierta con el niño entre sus brazos.

Ese niño que camina por la playa,
el que eleva hacia los cielos los cometas,
el que cierra sus ojitos al nordeste,
el que juega con la arena construyendo 
aquel castillo,
el que nace y el que crece dando vida 
a nuestro hombre.
El que sufre, silencioso, las penurias
de sus padres,
el que escucha las lecciones 
del maestro,
el que busca la amistad 
de los amigos,
el que lleva el corazón
dentro del alma y le grita y le susurra 
"que adelante", que la vida es un poema
y se construye, con sus versos,
día a día,
sin presiones ni amenazas,
en perfecta libertad y sintonía
con la mano y la pupila
que le llaman, como un faro, 
en la distancia...

Siento el soplo de tus versos 
en el alma
y mi cuerpo se transforma
por la vida que recibe nuevamente
con la brisa.

Rafael Sánchez Ortega ©
28/07/17

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