HOY COMIENZA OTRA VEZ UN NUEVO DÍA
Hoy comienza otra vez un nuevo día,
es un lunes cargado de ilusiones,
es la hora en que suene la campana
y se paren despacio los relojes.
Ya se asoma la luna por el cielo
y con ella la sombra de los dioses,
hoy comienza también una semana,
unos días cargados de emociones.
Atras queda la tarde del domingo,
con la vista tomada en los alcores,
esa fiel instantánea de la vida,
que alimenta con fe los corazones.
He sentido ese soplo tan sublime,
esa paz que te embarga y que te encoge,
esa música dulce y generosa,
esa brisa que saca los colores.
He pensado en los días venideros,
y en sacar a la luz, de los cajones,
tanta nota dormida de ese arpa,
y hasta el trébol robado a los castores.
Porque el verso es la dulce sinfonía,
y las letras los signos que lo rompen,
aunque quede grabado en la cuartilla
el mensaje de paz que lo compone.
He mirado a los cielo esta tarde,
y ahora miro la luna en esta noche,
y me lleno del canto tan divino,
de ese coro de ángeles cantores.
Trataré, en los días que ahora vienen,
de escribir esos versos y canciones,
dando forma a la música que suena
y que es de las Hadas de los bosques.
Dejaré que la eterna fantasía
busque bien por la vida con su trote,
en un bello pegaso muy alado,
y que cruce muy raudo el horizonte.
Y al final, cuando todo haya pasado,
cuando escriba el poema que se esconde,
buscaré con mis labios a tus labios
para darte ese beso sin pasiones.
Ese beso que sale con mis versos,
ese beso que quiero que te importe,
en la suave caricia de mis labios
a los tuyos gritándoles tu nombre.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/04/10
es un lunes cargado de ilusiones,
es la hora en que suene la campana
y se paren despacio los relojes.
Ya se asoma la luna por el cielo
y con ella la sombra de los dioses,
hoy comienza también una semana,
unos días cargados de emociones.
Atras queda la tarde del domingo,
con la vista tomada en los alcores,
esa fiel instantánea de la vida,
que alimenta con fe los corazones.
He sentido ese soplo tan sublime,
esa paz que te embarga y que te encoge,
esa música dulce y generosa,
esa brisa que saca los colores.
He pensado en los días venideros,
y en sacar a la luz, de los cajones,
tanta nota dormida de ese arpa,
y hasta el trébol robado a los castores.
Porque el verso es la dulce sinfonía,
y las letras los signos que lo rompen,
aunque quede grabado en la cuartilla
el mensaje de paz que lo compone.
He mirado a los cielo esta tarde,
y ahora miro la luna en esta noche,
y me lleno del canto tan divino,
de ese coro de ángeles cantores.
Trataré, en los días que ahora vienen,
de escribir esos versos y canciones,
dando forma a la música que suena
y que es de las Hadas de los bosques.
Dejaré que la eterna fantasía
busque bien por la vida con su trote,
en un bello pegaso muy alado,
y que cruce muy raudo el horizonte.
Y al final, cuando todo haya pasado,
cuando escriba el poema que se esconde,
buscaré con mis labios a tus labios
para darte ese beso sin pasiones.
Ese beso que sale con mis versos,
ese beso que quiero que te importe,
en la suave caricia de mis labios
a los tuyos gritándoles tu nombre.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/04/10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario