TU NOMBRE
He oído silbar al viento
y menear los balcones,
era un sonido precioso
como un lamento sin voces.
El viento pasa deprisa,
es invisible a los hombres,
pero nos deja sus besos
entre caricias y sones.
He visto pasar las nubes
con sus vestidos mejores,
con ese blanco tan lindo,
y con el gris que se pone.
Pero las nubes tan altas
cruzan los cielo sin noche,
van a otros mundos y tierras,
como pegasos veloces.
He oído de los ancianos
narrar leyendas feroces,
mientras sus ojos buscaban
mirando tras los balcones.
Quizás buscaban los días
y ese pasado del joven,
ese soñar sin sentido
temblando sus corazones.
He visto como los niños
juntan la arena en montones,
en esa playa dorada
donde las olas se esconden.
Cómo construyen castillos,
cómo levantan pasiones,
con su paciencia infinita
mientras el sol se recoge,
He oído voces y risas,
cantos de ricos y pobres,
pero quedaron perdidos
entre caminos y alcores.
Atrás quedaron palabras
cubiertas con ilusiones,
y ahora es el eco el que habla,
mientras musita tu nombre.
He visto como la brisa
pone tu pelo en desorden,
como acaricia tu cara
como tus poros recorre.
Cómo te besa los labios
entre silbido y acorde,
cómo a tus pies se arrodilla
y dá promesas y amores.
He oído silbar al viento
entre la encina y el roble,
y he visto en ellos grabados
tu nombre en dos corazones.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/04/10
y menear los balcones,
era un sonido precioso
como un lamento sin voces.
El viento pasa deprisa,
es invisible a los hombres,
pero nos deja sus besos
entre caricias y sones.
He visto pasar las nubes
con sus vestidos mejores,
con ese blanco tan lindo,
y con el gris que se pone.
Pero las nubes tan altas
cruzan los cielo sin noche,
van a otros mundos y tierras,
como pegasos veloces.
He oído de los ancianos
narrar leyendas feroces,
mientras sus ojos buscaban
mirando tras los balcones.
Quizás buscaban los días
y ese pasado del joven,
ese soñar sin sentido
temblando sus corazones.
He visto como los niños
juntan la arena en montones,
en esa playa dorada
donde las olas se esconden.
Cómo construyen castillos,
cómo levantan pasiones,
con su paciencia infinita
mientras el sol se recoge,
He oído voces y risas,
cantos de ricos y pobres,
pero quedaron perdidos
entre caminos y alcores.
Atrás quedaron palabras
cubiertas con ilusiones,
y ahora es el eco el que habla,
mientras musita tu nombre.
He visto como la brisa
pone tu pelo en desorden,
como acaricia tu cara
como tus poros recorre.
Cómo te besa los labios
entre silbido y acorde,
cómo a tus pies se arrodilla
y dá promesas y amores.
He oído silbar al viento
entre la encina y el roble,
y he visto en ellos grabados
tu nombre en dos corazones.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/04/10
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