YA NO BUSCO CORONAS NI LAURELES



Ya no busco coronas ni laureles
ni tampoco la copa plateada,
aquel tiempo pasó, hace muchos años,
ahora busco el silencio con su calma.

Las coronas con hojas de laureles
se pudrieron en fangos y batallas,
los laureles quedaron marchitados
aunque ahogados quizás por tanta lágrima.

Se despiertan de noche las estrellas
enviando su brillo en la distancia,
ese dulce reflejo de sus ojos,
con la luz parpadeante que nos llama.

Es entonces que busco en el silencio
el rumor de recuerdos y nostalgias,
como llegan las olas dulcemente
a dormir perezosas en la playa.

Hay un eco de tiempos que reviven
y que llegan también con la resaca,
es la vida y su eterno bamboleo,
es la luz vacilante que se apaga.

Ya no corro por campos ni caminos,
ni persigo princesas encantadas,
los caminos están abandonados
las princesas, volando, van muy altas.

Me detengo en la paz de los sepulcros
y el silencio recojo de sus lápidas,
allí estan tantos sueños resumidos,
y también las cenizas y las lágrimas.

¡Cuánta nota perdida de la vida!,
¡cuánta paz da el silencio en su palabra!,
es por eso que abrazo ese silencio,
y la paz que me ofrece tan sagrada.

Y me duermo sin gloria ni laureles
escuchando el latido de mi alma,
y su eco retumba en el silencio
en un canto de amor y de esperanza.

Se terminan así las ilusiones
y comienza de nuevo otra jornada,
un suspiro de vida ilusionante,
y con él, el cariño que me falta.

Rafael Sánchez Ortega ©
19/04/10

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