ERAN ALTOS LOS CIPRESES...
Eran altos los cipreses
y dejaban una sombra melancólica en el suelo.
Yo recuerdo, desde niño, verlos siempre
tras la tapia del antiguo cementerio.
Imponían por su aspecto y también por su presencia
y dejaban en el alma una nota de respeto
y de silencio.
Cuando en clase nos mandaban realizar algún dibujo,
yo pintaba en el cuaderno una casa
y a su lado un ciprés que la cuidaba
con respeto y en silencio.
Ahora veo en el otoño los cipreses
y la tapia más de cerca,
y los veo con cariño porque sé que allí me aguardan
y serán los centinelas de mi lecho,
los guardianes que me cuiden de los vientos y galernas,
los que dejen los susurros de la vida en mis oídos,
los que traigan los suspiros con el beso de la brisa.
Eran altos los cipreses que recuerdo
y son altos y fornidos los que veo
en el ocaso de la tarde.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/12
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