ESPERABA PODER LLEGAR HASTA TU LADO...
Esperaba poder llegar hasta tu lado
y depejar las dudas que acosaban mis sentidos.
¡Llevaba tanto tiempo programando aquel instante...!
Y tú estabas allí, tras esa puerta,
esperando que llegara,
para hacer realidad todos tus sueños
y dejar volar tu fantasía.
Durante unos segundos pesé qué encontraría
y cómo me recibirías.
Pensé en un abrazo cálido,
en tu mirada profunda y directa,
en los labios tan sensuales que invitaban a besarlos,
en el escote de tu vestido que invitaba a seguir la piel
que suspiraba tras el mismo.
Pensé en tus manos y en tus dedos,
en tus brazos desnudos
y en los tirantes que colgaban de tus hombros,
como si fueran una frontera invisible
que tuviera que romper con mis labios
para seguir hasta tu cuello.
Pensé en tu espalda
y en la foto que un día me enseñaste,
y la vi de nuevo hermosa y atractiva
como un campo de seda donde posar los dedos
para proseguir el camino hacia adelante.
Pensé en tus nalgas y en tu vientre
y me estremecí al hacerlo,
quizás porque tú también te estremecías
y animabas a mis manos
a seguir en esa búsqueda incesante.
Pero volví a pensar en esa parte oculta de tus senos,
en ese pezón cubierto por la tela
que tan bien se adivinaba tras la misma.
Pensé en él y en su tamaño,
en el color oscuro que lo acosa y que lo incita,
en la respuesta posible ante mis besos
y en el gemido ahogado de tus muslos.
Pensé en...
Pero se abrió la puerta de tu cuarto
y me cegó la luz de tu mirada.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/05/12
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