LLEGASTE DULCE NIÑA DEL PASADO...
Llegaste dulce niña del pasado
atrapando al poeta entre tus redes,
viniste y le inundaste de dulzura
de forma muy sutil y sugerente.
No sé las añagazas que empleaste
ni el trago y la bebida que le dieres,
más sé que le hechizaron tus palabras
y el canto irreverente de tus sienes.
Es fácil, que agotados sus recuerdos,
le diera por hablar a las paredes,
y entonces tu silueta y tu figura
se hiciera realidad en su presente.
No importa lo pasado y sucedido
en tiempos anteriores y de nieve,
si acaso lo que ocurra, en adelante
que al alma y la razón no les altere.
Llegaste dulce niña de otro mundo,
de allí, donde dormitan los cipreses,
y el cielo enamorado está celoso
del mar verdeazulado y de los peces.
Más debo confesar, en su descargo,
que el cielo está celoso de su suerte,
que sueña con la noche y las estrellas
y el beso de las olas en sus sienes.
Seamos como niños, un momento,
y hagamos, sin dudar, nuestros deberes,
saquemos la alegría y la utopía
del fondo del baúl y de sus redes
Entonces soñaremos sin descanso
unidos a una música celeste,
que embote y aletargue los sentidos
dejando poesía en nuestras sienes.
"...Llegaste dulce niña, sin palabras,
y el ramo del olivo se estremece,
de nuevo renacieron las cenizas
del fuego y de un amor que ya no muere..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/03/14
atrapando al poeta entre tus redes,
viniste y le inundaste de dulzura
de forma muy sutil y sugerente.
No sé las añagazas que empleaste
ni el trago y la bebida que le dieres,
más sé que le hechizaron tus palabras
y el canto irreverente de tus sienes.
Es fácil, que agotados sus recuerdos,
le diera por hablar a las paredes,
y entonces tu silueta y tu figura
se hiciera realidad en su presente.
No importa lo pasado y sucedido
en tiempos anteriores y de nieve,
si acaso lo que ocurra, en adelante
que al alma y la razón no les altere.
Llegaste dulce niña de otro mundo,
de allí, donde dormitan los cipreses,
y el cielo enamorado está celoso
del mar verdeazulado y de los peces.
Más debo confesar, en su descargo,
que el cielo está celoso de su suerte,
que sueña con la noche y las estrellas
y el beso de las olas en sus sienes.
Seamos como niños, un momento,
y hagamos, sin dudar, nuestros deberes,
saquemos la alegría y la utopía
del fondo del baúl y de sus redes
Entonces soñaremos sin descanso
unidos a una música celeste,
que embote y aletargue los sentidos
dejando poesía en nuestras sienes.
"...Llegaste dulce niña, sin palabras,
y el ramo del olivo se estremece,
de nuevo renacieron las cenizas
del fuego y de un amor que ya no muere..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/03/14
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