ME EQUIVOQUÉ...
Me equivoqué, sin duda, al escribirte
para decir en versos que te amaba,
quizás debí mirarte fijamente
y que hablaran mis ojos sin palabras.
Pero todo se pasa y el invierno
queda atrás, con los sueños y añoranzas,
con esas sensaciones ya vividas
plasmadas en poemas, como cartas.
Tan solo me arrepiento de mis frases,
cristales relucientes en el alma,
espejos refundidos de mil sueños
creados para ti por las mañanas.
Por eso reconozco mi fracaso
y busco la indulgencia que me falta,
la paz y el equilibrio de mi pecho,
la nota tan sincera y olvidada.
Hay veces que actuamos muy deprisa
y en otras con paciencia y mucha calma,
depende de los años transcurridos
y el fuego que nos queme las entrañas.
La eterna juventud es un misterio
que llega, que transcurre y que se pasa,
que surge cual volcán incandescente
y llena y estremece con su lava.
Se alteran los sentidos, sin pensarlo,
se avivan las pasiones tan ansiadas,
revuelan mariposas en el vientre
y vuelan los cometas a la nada.
Recorres los caminos de la vida
y cubres con el polvo tus sandalias,
anhelas ese beso prometido
y buscas a los labios que te llaman.
Así son las escenas que perduran,
poemas agridulces con nostalgia,
de algunos me arrepiento sin remedio
y de otros reconozco mi ignorancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/04/14
para decir en versos que te amaba,
quizás debí mirarte fijamente
y que hablaran mis ojos sin palabras.
Pero todo se pasa y el invierno
queda atrás, con los sueños y añoranzas,
con esas sensaciones ya vividas
plasmadas en poemas, como cartas.
Tan solo me arrepiento de mis frases,
cristales relucientes en el alma,
espejos refundidos de mil sueños
creados para ti por las mañanas.
Por eso reconozco mi fracaso
y busco la indulgencia que me falta,
la paz y el equilibrio de mi pecho,
la nota tan sincera y olvidada.
Hay veces que actuamos muy deprisa
y en otras con paciencia y mucha calma,
depende de los años transcurridos
y el fuego que nos queme las entrañas.
La eterna juventud es un misterio
que llega, que transcurre y que se pasa,
que surge cual volcán incandescente
y llena y estremece con su lava.
Se alteran los sentidos, sin pensarlo,
se avivan las pasiones tan ansiadas,
revuelan mariposas en el vientre
y vuelan los cometas a la nada.
Recorres los caminos de la vida
y cubres con el polvo tus sandalias,
anhelas ese beso prometido
y buscas a los labios que te llaman.
Así son las escenas que perduran,
poemas agridulces con nostalgia,
de algunos me arrepiento sin remedio
y de otros reconozco mi ignorancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/04/14
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