REMINISCENCIAS VIII
VIII
Se apagan y se duermen las flores
en otoño
para luego dormir eternamente.
Y es así, mal que nos pese,
que se rompen las estampas
y los cromos
y nos queda la nostalgia, en el recuerdo,
de las lindas figuritas de colores
que animaron nuestros días.
Y es así, año tras año, en un ciclo
que comienza y continúa con la vida
y no importa que nos dejen el dorado
de sus hojas y la alfombra inmaculada
que pisamos con cuidado.
Cuando pienso en esas flores
las transformo en mariposas que
han volado a las estrellas.
Y allí están, parpadeando, y esperando
a que las hable sin palabras,
a que escuche sus silencios
y a que busque el corazón apresurado
que me llama en sus latidos.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/04/14
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