REMINISCENCIAS IX
IX
En realidad recuerdo que vivías
un poquito más arriba de mi casa,
en la calle que bajaba a la alameda
y se unía a la misma junto al parque.
Yo recuerdo, de ese tiempo ya pasado,
que miraba una vez y otra vez, aquella acera,
intentando sacarte de las sombras
y escuchar el sonido de unos pasos,
(de tus pasos);
y lo hacía esperando la figura,
que bajara pisando la gravilla,
con la falda plisada de verano
y los libros, testigos silenciosos,
con sus letras y páginas
mil veces repasadas
por tus ojos y tus manos.
Recuerdo esas salidas tempranas al colegio
y también los cigarros que he fumado
hasta ver a tus pasitos indecisos,
tu mirada tan nerviosa,
el vestido y el peinado que llevabas
y también esos libros y cuadernos
que he citado.
Tú pasabas cada día hacia el colegio
sin decirme nunca nada,
a pesar de mirarme fugazmente
y de ver la sonrisa enamorada
que salía, tan velada, de mis labios
mientras buscaba la tuya
tan alegre y cubierta de rocío.
"Los silencios se quedan en silencio..."
alguien dijo, (o escribió), esta cita tan amarga,
y yo fui el lector impenitente,
que pasó y se quedó con esa frase,
detenido en un tiempo
de la infancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana, 01/05/14
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