ESTOY BUSCANDO...
Estoy buscando, ahora, en la memoria
aquel momento, tierno, entre tus brazos,
soñamos y sentimos diferente
y hasta vibró la yema de las manos.
Decir lo que pasó sería inútil
llegó la primavera con regalos,
las flores animaban los jardines,
las aves saludaban con sus cantos.
Por eso este parón en el camino,
quizás para mirar qué es lo que hago,
procedo de un lugar algo remoto
y marcho en este tren destartalado.
Contemplo a las montañas hoy nevadas,
cubiertas con fervor del manto blanco,
se sienten orgullosas de su hechizo
y extienden ese encanto de los magos.
La risa cantarina que recuerdo,
los ojos tan preciosos y azulados,
la eterna sinfonía de las olas
y el soplo del nordeste en tu regazo.
Vivimos dulcemente aquel instante
y entonces los relojes se pararon,
quedaron sus tic-tacs tan silenciosos
que incluso suspiraron nuestros labios.
No sé cómo ocurrió tal maravilla,
la tierra amaneció de su letargo,
los niños susurraron con asombro,
los hombres de sus sueños despertaron.
Y entonces el amor volvió a la vida,
trinaron con gran fuerza los canarios,
incluso las ardillas tan inquietas
buscaron las encinas sin descanso.
"...Estoy buscando, ahora, en la memoria
el bello carrusel de tu regazo,
mi cuerpo descansando entre tu pecho,
tus manos a las mías musitando..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/15
aquel momento, tierno, entre tus brazos,
soñamos y sentimos diferente
y hasta vibró la yema de las manos.
Decir lo que pasó sería inútil
llegó la primavera con regalos,
las flores animaban los jardines,
las aves saludaban con sus cantos.
Por eso este parón en el camino,
quizás para mirar qué es lo que hago,
procedo de un lugar algo remoto
y marcho en este tren destartalado.
Contemplo a las montañas hoy nevadas,
cubiertas con fervor del manto blanco,
se sienten orgullosas de su hechizo
y extienden ese encanto de los magos.
La risa cantarina que recuerdo,
los ojos tan preciosos y azulados,
la eterna sinfonía de las olas
y el soplo del nordeste en tu regazo.
Vivimos dulcemente aquel instante
y entonces los relojes se pararon,
quedaron sus tic-tacs tan silenciosos
que incluso suspiraron nuestros labios.
No sé cómo ocurrió tal maravilla,
la tierra amaneció de su letargo,
los niños susurraron con asombro,
los hombres de sus sueños despertaron.
Y entonces el amor volvió a la vida,
trinaron con gran fuerza los canarios,
incluso las ardillas tan inquietas
buscaron las encinas sin descanso.
"...Estoy buscando, ahora, en la memoria
el bello carrusel de tu regazo,
mi cuerpo descansando entre tu pecho,
tus manos a las mías musitando..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/15
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