QUE SE APAGUEN...
Que se apaguen las estrellas con su abrazo
y que surja la ilusión del mediodía,
es posible que se cierren las ventanas
y que vibre el corazón con nueva vida.
Que no vuelvan los fantasmas del pasado
y que llegue el vendaval con sus caricias,
es posible que las almas se desnuden
y veamos la ilusión de sus pupilas.
Que se callen los rumores, para siempre,
y que dejen las trompetas su alegría,
es posible que los cielos ya descansen
y sintamos los cometas y sonrisas.
Que se marchan las promesas insidiosas
y que vengan las palabras tan queridas,
es posible que la sangre se acelere
y galopen nuestros pechos más aprisa.
Que amanezcan nuevos días en la tierra
y que vuelen las borrascas y celliscas,
es posible que el invierno pase pronto
y una nueva, primavera, esté a la vista.
Que los robles centenarios ya se duerman
y susurren los cipreses melodías,
es posible que se alegren los oídos
y que el manto del ciprés surja en la orilla.
Que los hombres abandonen sus temores
y que busquen en la vida fantasías,
es posible que hasta encuentren lo perdido
y hasta el canto del malvís, en una esquina.
Que los niños temerosos, hoy, no tiemblen
y que alcancen, en sus sueños, el tranvía,
es posible que abandonen las ciudades
y que vuelvan a la magia, con su risa.
"...Que se apaguen esos versos tan amargos
y que sanen tantas almas malheridas,
es posible que la paz esté al alcance
y no sea solo un verso la utopía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/03/15
y que surja la ilusión del mediodía,
es posible que se cierren las ventanas
y que vibre el corazón con nueva vida.
Que no vuelvan los fantasmas del pasado
y que llegue el vendaval con sus caricias,
es posible que las almas se desnuden
y veamos la ilusión de sus pupilas.
Que se callen los rumores, para siempre,
y que dejen las trompetas su alegría,
es posible que los cielos ya descansen
y sintamos los cometas y sonrisas.
Que se marchan las promesas insidiosas
y que vengan las palabras tan queridas,
es posible que la sangre se acelere
y galopen nuestros pechos más aprisa.
Que amanezcan nuevos días en la tierra
y que vuelen las borrascas y celliscas,
es posible que el invierno pase pronto
y una nueva, primavera, esté a la vista.
Que los robles centenarios ya se duerman
y susurren los cipreses melodías,
es posible que se alegren los oídos
y que el manto del ciprés surja en la orilla.
Que los hombres abandonen sus temores
y que busquen en la vida fantasías,
es posible que hasta encuentren lo perdido
y hasta el canto del malvís, en una esquina.
Que los niños temerosos, hoy, no tiemblen
y que alcancen, en sus sueños, el tranvía,
es posible que abandonen las ciudades
y que vuelvan a la magia, con su risa.
"...Que se apaguen esos versos tan amargos
y que sanen tantas almas malheridas,
es posible que la paz esté al alcance
y no sea solo un verso la utopía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/03/15
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