ERA UN DÍA DE INVIERNO...


Era un día de invierno, simplemente,
un marjal con su aspecto tenebroso,
mucha niebla con lluvia en el ambiente
consiguiendo un efecto pantanoso.

Yo miraba, eclipsado, fijamente,
aquel cuadro de aspecto tan penoso,
ese gris, penetrante y sugerente,
convirtiendo al marjal en peligroso.

Eran tierras ausentes de hermosura
que tenían la paz del cementerio.

Era el barro y el lodo en su andadura
convirtiendo al pantano en adulterio.

Era un simple marjal y sepultura
aumentando la intriga y el misterio.

Rafael Sánchez Ortega ©
10/05/15

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