¿QUÉ SE PUEDE HACER...?
¿Qué se puede hacer, mientras el tiempo
desgrana su tic-tac, gota tras gota
haciendo que unos granos invisibles
anuncien ese paso de las horas?
Quizás arrebujarse en el silencio
y ver como regresan las gaviotas,
volando muy despacio y lentamente
en busca de sus riscos en la costa.
Quizás aprovechar este vacío
dejando en el cuaderno las palomas,
aquellas rescatadas en el parque
que fueron a buscar migas y sombra.
Es fácil que no quedes satisfecho,
eterno soñador de verso y prosa,
es fácil que tú quieras, que la vida,
te muestre el colorido con sus notas.
¿Qué se puede hacer, mientras la lluvia,
resbala desde el cielo hasta las rosas,
las besa y acaricia dulcemente
en una primavera gris y corta?
Quizás en el sentir de esas caricias
que llegan de manera prodigiosa,
por medio de unas manos invisibles
que marcan tibios pasos en las olas.
Quizás en el recuerdo de los sueños,
relatos y leyendas con mil formas,
aquellos que vivimos en la infancia
y luego se quedaron en la inopia.
Es fácil que aparezcan las sonrisas,
que surjan girasoles en las bocas,
que rujan los meandros en los ríos
y el tiempo se deslice entre la alfombra.
¿Qué se puede hacer, mientras eliges,
la eterna margarita, caprichosa,
aquella que decide tu destino
por medio del azar que a ti te roza?
Rafael Sánchez Ortega ©
20/05/15
desgrana su tic-tac, gota tras gota
haciendo que unos granos invisibles
anuncien ese paso de las horas?
Quizás arrebujarse en el silencio
y ver como regresan las gaviotas,
volando muy despacio y lentamente
en busca de sus riscos en la costa.
Quizás aprovechar este vacío
dejando en el cuaderno las palomas,
aquellas rescatadas en el parque
que fueron a buscar migas y sombra.
Es fácil que no quedes satisfecho,
eterno soñador de verso y prosa,
es fácil que tú quieras, que la vida,
te muestre el colorido con sus notas.
¿Qué se puede hacer, mientras la lluvia,
resbala desde el cielo hasta las rosas,
las besa y acaricia dulcemente
en una primavera gris y corta?
Quizás en el sentir de esas caricias
que llegan de manera prodigiosa,
por medio de unas manos invisibles
que marcan tibios pasos en las olas.
Quizás en el recuerdo de los sueños,
relatos y leyendas con mil formas,
aquellos que vivimos en la infancia
y luego se quedaron en la inopia.
Es fácil que aparezcan las sonrisas,
que surjan girasoles en las bocas,
que rujan los meandros en los ríos
y el tiempo se deslice entre la alfombra.
¿Qué se puede hacer, mientras eliges,
la eterna margarita, caprichosa,
aquella que decide tu destino
por medio del azar que a ti te roza?
Rafael Sánchez Ortega ©
20/05/15
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