RESBALA POR TU CARA...
Resbala por tu cara una sonrisa
sin tiza, ni otros restos de colores,
la vida está llamando a tu ventana
queriendo retrasar así, la noche.
Te miro y no te miro, mientras pienso,
que es cierto el claroscuro de tu nombre,
y el mar, tan soñoliento de la infancia,
se muestra testarudo en los rincones.
Hay rosas que dormitan en las aguas
y pétalos sin forma ni pronombres,
las unas ya se mecen con las olas,
los otros van en busca de otro norte.
Y así pasan los días y semanas
y brotan, sin cesar, tiernos rumores,
diciendo que te han visto por la playa
incluso cuando andabas por el bosque.
Tú sabes la razón de esa sonrisa,
eterna encantadora de pasiones,
y sabes lo que vale una mirada
igual que el sentimiento de los hombres.
Mas debes entender que las cenizas
se cubren de cristales y de adioses,
borrando las sonrisas temblorosas
en labios, muchas veces, de ladrones.
Abrazos celestiales que tiritan,
y manos vacilantes y hasta torpes,
se aúnan con los dedos de los niños
que cuentan los pegasos junto al porche.
Existe claridad en los reflejos
y es fruto de la luz de los quijotes,
los mismos que robaron tu sonrisa
y acaso se llevaron los faroles.
"...Si alguno te pregunta dónde has ido,
responde corazón y sé muy noble,
el mar de los sargazos está cerca
y allí te encontrarán, pues no te escondes..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/06/16
sin tiza, ni otros restos de colores,
la vida está llamando a tu ventana
queriendo retrasar así, la noche.
Te miro y no te miro, mientras pienso,
que es cierto el claroscuro de tu nombre,
y el mar, tan soñoliento de la infancia,
se muestra testarudo en los rincones.
Hay rosas que dormitan en las aguas
y pétalos sin forma ni pronombres,
las unas ya se mecen con las olas,
los otros van en busca de otro norte.
Y así pasan los días y semanas
y brotan, sin cesar, tiernos rumores,
diciendo que te han visto por la playa
incluso cuando andabas por el bosque.
Tú sabes la razón de esa sonrisa,
eterna encantadora de pasiones,
y sabes lo que vale una mirada
igual que el sentimiento de los hombres.
Mas debes entender que las cenizas
se cubren de cristales y de adioses,
borrando las sonrisas temblorosas
en labios, muchas veces, de ladrones.
Abrazos celestiales que tiritan,
y manos vacilantes y hasta torpes,
se aúnan con los dedos de los niños
que cuentan los pegasos junto al porche.
Existe claridad en los reflejos
y es fruto de la luz de los quijotes,
los mismos que robaron tu sonrisa
y acaso se llevaron los faroles.
"...Si alguno te pregunta dónde has ido,
responde corazón y sé muy noble,
el mar de los sargazos está cerca
y allí te encontrarán, pues no te escondes..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/06/16
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