ERA UN ÁRBOL...
Era un árbol, que en el bosque se encontraba,
una humilde figurita de cartón,
era un tronco que se alzaba hacia los cielos
y unas ramas muy oscuras de color.
Unas sombras empañaban su destino,
como estelas de una nave sin timón,
se elevaban, con ternura, desde el suelo
y dejaban en las hojas su candor.
Con el sol que se colaba, entre sus ramas,
filigranas dibujaba con tesón,
en las sendas y caminos de los elfos
telarañas separaba con ardor.
Unas hadas caprichosas le miraban
y entonaban mil canciones con su voz,
sonreían y bailaban sin descanso
pregonando su locura alrededor.
Yo miraba embebecido aquella escena
con un poco de cariño y de emoción,
recordaba las leyendas de la infancia
y los cuentos, junto al fuego y el calor.
Eran tiempos de pobreza y padrenuestros,
eran años de tristeza y tentación,
sin embargo los recuerdos aún perviven
aunque pasen los minutos del reloj.
Es por eso que me planto en ese bosque,
donde el tiempo se ha parado con razón,
porque existe poesía en nuestras almas
y en la vida, margaritas, sin rubor.
Yo no sé la cantinela que contienen,
pero sé que se acelera el corazón,
cuando pienso, cuando siento y te recuerdo
y te busco en las praderas del amor.
"...Era un árbol, solitario, un viejo roble,
un viajero de la vida como yo,
y por eso, con tu nombre en la mirada,
lo he abrazado y he besado con pasión..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/05/16
una humilde figurita de cartón,
era un tronco que se alzaba hacia los cielos
y unas ramas muy oscuras de color.
Unas sombras empañaban su destino,
como estelas de una nave sin timón,
se elevaban, con ternura, desde el suelo
y dejaban en las hojas su candor.
Con el sol que se colaba, entre sus ramas,
filigranas dibujaba con tesón,
en las sendas y caminos de los elfos
telarañas separaba con ardor.
Unas hadas caprichosas le miraban
y entonaban mil canciones con su voz,
sonreían y bailaban sin descanso
pregonando su locura alrededor.
Yo miraba embebecido aquella escena
con un poco de cariño y de emoción,
recordaba las leyendas de la infancia
y los cuentos, junto al fuego y el calor.
Eran tiempos de pobreza y padrenuestros,
eran años de tristeza y tentación,
sin embargo los recuerdos aún perviven
aunque pasen los minutos del reloj.
Es por eso que me planto en ese bosque,
donde el tiempo se ha parado con razón,
porque existe poesía en nuestras almas
y en la vida, margaritas, sin rubor.
Yo no sé la cantinela que contienen,
pero sé que se acelera el corazón,
cuando pienso, cuando siento y te recuerdo
y te busco en las praderas del amor.
"...Era un árbol, solitario, un viejo roble,
un viajero de la vida como yo,
y por eso, con tu nombre en la mirada,
lo he abrazado y he besado con pasión..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/05/16
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