CERRARON CON PREMURA EL CAMPOSANTO...
Cerraron con premura el camposanto,
las puertas centenarias de la iglesia,
las flores se quedaron marchitadas
y el canto del juglar quedó en la escuela.
No tengo las secuencias de este acto
ni sé qué corresponde a cada escena,
intuyo que son prisas renovadas
quizás por el otoño con sus fiestas.
Las fiestas de septiembre, que me dicen,
y luego las de octubre con su esencia,
temblando por noviembre, en sus inicios,
y el culto y la oración a quien nos deja.
Por eso considero la premura
del cierre de ventanas y de puertas,
como una sensación acelerada
de un mundo que se aleja de la tierra.
Me paro y me detengo en el camino
y veo, tras las sendas a la aldea,
allí donde nacieron las sonrisas
bañadas por mil lágrimas someras.
La casa solariega de la infancia,
la plaza con su barro y sus carretas,
la fuente juguetona, en su sonido,
del agua recogida con presteza.
Yo creo en el silencio de los hombres
igual que en el respeto a sus creencias,
por eso si cerraron los suspiros,
entiendo que no busquen las estrellas.
Y dentro del respeto que les tengo,
me niego a responder de igual manera,
yo soy el prisionero de mis sueños
y gozo con los mismos en mis letras.
"...Cerraron con premura los rosales
los pétalos sinceros del poema,
quedando tu recuerdo en mi costado
y el beso inolvidable que me dieras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/09/16
las puertas centenarias de la iglesia,
las flores se quedaron marchitadas
y el canto del juglar quedó en la escuela.
No tengo las secuencias de este acto
ni sé qué corresponde a cada escena,
intuyo que son prisas renovadas
quizás por el otoño con sus fiestas.
Las fiestas de septiembre, que me dicen,
y luego las de octubre con su esencia,
temblando por noviembre, en sus inicios,
y el culto y la oración a quien nos deja.
Por eso considero la premura
del cierre de ventanas y de puertas,
como una sensación acelerada
de un mundo que se aleja de la tierra.
Me paro y me detengo en el camino
y veo, tras las sendas a la aldea,
allí donde nacieron las sonrisas
bañadas por mil lágrimas someras.
La casa solariega de la infancia,
la plaza con su barro y sus carretas,
la fuente juguetona, en su sonido,
del agua recogida con presteza.
Yo creo en el silencio de los hombres
igual que en el respeto a sus creencias,
por eso si cerraron los suspiros,
entiendo que no busquen las estrellas.
Y dentro del respeto que les tengo,
me niego a responder de igual manera,
yo soy el prisionero de mis sueños
y gozo con los mismos en mis letras.
"...Cerraron con premura los rosales
los pétalos sinceros del poema,
quedando tu recuerdo en mi costado
y el beso inolvidable que me dieras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/09/16
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