CUANDO LLUEVE...
Cuando llueve suspiras y te alegras
porque sientes el alma agradecida,
y quizás son las lágrimas rebeldes
que te besan ahora tus mejillas.
Pero tienes el alma renovada
y la sangre recobra nueva vida,
es la misma que corre por las venas
como esencia del cielo en este día.
Algo tiene la lluvia, que transforma,
por igual desde el hombre hasta la ardilla,
y los ojos se vuelven transparentes
y renacen suspiros y las risas.
Cuando falta se extraña y se reclama
y soñamos con verla en su caída,
descolgando sus gotas, lentamente,
de las nubes tan grises y tan frías.
Nos transporta hasta el mundo de la infancia
donde fuimos amigos, sin rencillas,
se mojaron cabellos y vestidos
en las tardes del cole y las partidas.
Unas veces buscábamos los árboles,
o el zaguán con la puerta ya dormida,
otros ratos jugábamos al corro,
y también con las chapas y canicas.
Pero siempre sentíamos el agua,
con las gotas dejando su armonía,
en los charcos y pozos circundantes
y en las caras ansiosas y sin prisa.
Era un tiempo pasado, que evocamos,
que nos trae esta lluvia a la cuartilla,
y lo hacemos carentes de nostalgia
porque ahora la lluvia no es distinta.
"...Cuando llueve suspiras y te guardas
esa voz que te llega y que te grita;
la que dice que vivas, ¡que adelante!
y que sientas también su poesía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/10/16
porque sientes el alma agradecida,
y quizás son las lágrimas rebeldes
que te besan ahora tus mejillas.
Pero tienes el alma renovada
y la sangre recobra nueva vida,
es la misma que corre por las venas
como esencia del cielo en este día.
Algo tiene la lluvia, que transforma,
por igual desde el hombre hasta la ardilla,
y los ojos se vuelven transparentes
y renacen suspiros y las risas.
Cuando falta se extraña y se reclama
y soñamos con verla en su caída,
descolgando sus gotas, lentamente,
de las nubes tan grises y tan frías.
Nos transporta hasta el mundo de la infancia
donde fuimos amigos, sin rencillas,
se mojaron cabellos y vestidos
en las tardes del cole y las partidas.
Unas veces buscábamos los árboles,
o el zaguán con la puerta ya dormida,
otros ratos jugábamos al corro,
y también con las chapas y canicas.
Pero siempre sentíamos el agua,
con las gotas dejando su armonía,
en los charcos y pozos circundantes
y en las caras ansiosas y sin prisa.
Era un tiempo pasado, que evocamos,
que nos trae esta lluvia a la cuartilla,
y lo hacemos carentes de nostalgia
porque ahora la lluvia no es distinta.
"...Cuando llueve suspiras y te guardas
esa voz que te llega y que te grita;
la que dice que vivas, ¡que adelante!
y que sientas también su poesía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/10/16
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