TIEMBLA LA VOZ EN EL NIÑO...


Tiembla la voz en el niño,
pero también en el alma,
cuando la vida suspira
y el temporal se desata.

Porque el marino y el hombre
tienen la fiebre alterada
y sus pupilas vacilan
entre el fulgor y la rabia.

Es la tormenta precisa
para romper bien la calma
de los susurros ardientes
y las sentidas palabras.

Tiembla la voz, como digo,
aunque también las miradas
porque si buscan, no encuentran,
más que impacientes migajas.

Son los relatos de otoño
de una vibrante alborada
donde las olas despiertan
tras una noche de magia.

Es la función de la vida
el de romper coordenadas,
la de alterar los sentidos
para acortar la distancia.

Tiembla la voz, nuevamente,
al recordar la alquitara
y al comprobar que los sueños
son cual rescoldos con ansias.

Porque en el pecho del hombre
sigue latiendo su infancia,
aunque le tiemblen las manos
y el corazón se deshaga.

"...Tiembla la voz en el niño
tras recibir a las hadas,
entre los brazos divinos
que le ofrecieron su nana..."

Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana, 26/08/16

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