TE MIRO...
Te miro, amigo fiel, desde la infancia,
te veo reflejado en un espejo,
los ojos tan brillantes y especiales
en cara angelical que roza el viento.
Tú fuiste aquel regalo que un buen día
la brisa me dejó con dulce beso,
quería que siguiera tu figura
igual que la alegría por el tiempo.
Bendita donación la que me diste
del ángel que cubría mi paseo,
no sé si me cuidaba muy celoso
o si era yo el guardián de su secreto.
Lo cierto es que crecimos y jugamos,
volamos a las nubes de los cielos,
soñando con leyendas y conquistas
de un mundo superior que estaba lejos.
Te miro, nuevamente, en esta fecha,
y veo tus facciones en invierno,
surcadas por arrugas y preguntas,
quizás sean las mías, sin saberlo.
No busco las respuestas a las mismas,
me quedo con el rostro, que vi tierno,
del niño que quería hacerse hombre
y el hombre juvenil trazando versos.
Sonrío cuando pienso en esa escena,
la vida no detiene el movimiento,
pasamos por momentos, y en etapas,
que luego nos transmiten mil recuerdos.
Por eso detenerse en el camino,
es algo que precisan nuestros cuerpos,
no obstante no perdamos la sonrisa
y menos la esperanza de los cuerdos.
"...Te miro, amigo fiel, y me despido,
me voy al paraíso de los sueños,
aquel donde me esperan, sin palabras,
tus alas de cristal y amor eterno..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/07/17
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