DEBÍ DEJAR ATRÁS, CON LOS RECUERDOS...
Debí dejar atrás, con los recuerdos,
la oscura niebla gris de la nostalgia,
el manto de tristeza del pasado
y también las sonrisas y las lágrimas.
Debí evitar que el tiempo transcurriera,
nacieran primaveras encantadas,
surgiendo las preciosas margaritas
que alteraban los latidos de mi alma.
Más no pude evitar esos recuerdos,
que fueron como el mármol de las lápidas,
cadenas que nos atan y retienen
y flechas con su punta envenenada,
Volver hacia el pasado no es correcto,
y yerra y se equivoca el que lo haga,
regresa a los infiernos nuevamente
de un mundo superado en la distancia.
Yo pude comprobar, de una caricia,
el precio y recompensa que se paga,
los ratos y minutos mal perdidos
y el grito retenido en la garganta.
Quería rebelarme contra el mundo,
luchar en esa guerra y vil batalla,
vencer a las pasiones encubiertas
tan sólo por un beso sin palabras.
Un beso de unos labios solamente
llegando hasta los míos sin tardanza,
calmando la agonía de mi pecho,
sumido en mil preguntas por tu causa.
Pero es el corazón el que no sabe
el rumbo del velero en que se embarca,
el puerto donde tiene su destino,
y el lecho con espinas que le aguarda.
¡Ay dulce corazon, detén tu paso!,
no vivas del recuerdo en el mañana,
olvida las nostalgias y las penas
que un día te cubrieron con sus garras.
Olvida hasta el amor de aquel pasado,
la cara que asomaba en la ventana,
la voz que te ofrecía mil promesas
e incluso hasta la luz de su mirada.
¡Olvida corazón, no te detengas!,
los sueños y la vida te reclaman,
entrégate a los mismos cada día
y busca tu destino entre la nada.
La nada sin recuerdos ni pasados,
la meta sin las nieblas en el alma,
la dulce melodía de la vida
que buscas como un niño y que te falta.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/09/12
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