POR EL CAMINO VIEJO Y POLVORIENTO...
Por el camino viejo y polvoriento,
el barro de la tierra castellana,
sembrado de las huellas peregrinas
dejaba su mensaje en la distancia.
Un barro bien sudado por las frentes
de nobles campesinos en mañanas
y en tardes soleadas del estío
cavando sus cosechas con la azada.
Sus pasos se quedaron enmarcados
marchando por la noche para casa,
en busca del descanso y la comida
y el beso generoso de su amada.
Las plumas que plasmaron esta escena
hablaban de la gleba y la guitarra,
de alberos y colinas con calimas
y el canto de las ranas por las charcas.
Por el camino viejo y polvoriento
el hombre pensativo caminaba,
soñando con lograr que sus cosechas
el fruto de la huerta le entregaran.
Más todo dependía de los cielos,
de nubes con la lluvia y con sus lágrimas,
el rezo con la eterna rogativa
y el beso de las gotas con el agua.
Los ciclos de la dulce sinfonía,
la tierra que regara sus entrañas,
la vida que brotara lentamente,
la espiga que se alzara tan lozana.
¡Cuánto sudor quedó por esos suelos!
¡cuánto dolor guardaron esas canas!,
por conseguir el pan de cada día
y el alimento humilde de la hogaza.
"...Por el camino viejo y polvoriento
yo pude, continuar otras jornadas,
seguir tras el legado y con el barro
en busca de la paz para mi alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/09/12
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