QUE SUENEN LAS CAMPANAS...


Que suenen y que suenen las campanas
y que salga la luz del mediodía,
que regresen los pájaros ausentes
con su canto y la música dormida.


Dejemos que se vaya la tristeza
y regrese de nuevo la sonrisa
a los labios marchitos por el hambre
y la sed del amor de cada día.


Yo quisiera del hombre su palabra,
la mirada que venga muy tranquila,
el tic-tac de su pecho soñoliento
y el temblor de su frente y su barbilla.


Y lo quiero sin más, en el silencio,
cuando marchan las sombras de la vida,
y también cuando busca el camposanto
esa luz incipiente que palpita.


Ya despiertan las rosas y los lirios
y en el campo se estiran las gavillas,
y es entonces que marcho hacia el misterio
a enfrentarme a las dudas infinitas.


Y detienen mis pasos los silencios,
las preguntas carentes de sonrisas,
la pasión de los rostros intranquilos
y la prisa del niño que camina.


Porque allí, rodeado de misterios,
hay amor, ilusión y poesía,
hay quizás esa chispa de esperanza
y la sal para el hombre que precisa.


¡Que suenen y resuenen las campanas
desgranando su lenta letanía,
que susurren sin prisa los relojes
este instante del tiempo que termina!


Rafael Sánchez Ortega ©
Zernez
09/09/12

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